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«El libro de las aguas» Eduard Limónov.

Eduard Limónov nos lleva con una prosa tan sincera como salvaje a momentos de su vida. Nunca antes una portada de un libro a dado en clavo con una imagen, balas y sexo es lo principal, aderezado de momentos tiernos, mucho alcohol y algo de nostalgia. Limónov brota de estas páginas como un ser narcisista sin disimulos. Narra de forma que parece sobre la marcha. De ahí quizá, ciertas reiteraciones. Los mares, los ríos, las fuentes, los lagos, incluso baños. Son algunas de esa aguas por las que Limónov nada a veces en profundidad literal y textual.

Muchos dicen que éste no es su mejor libro, otros no tienen dudas que éste es el mejor, sin duda es el más limonoviano. Desde luego, dejando a un lado que en la escritura de Limónov se repiten algunos temas; los ideales políticos, las guerras y las mujeres, éste es uno de los más autobiográficos, quizá porque parte del libro lo escribió en la cárcel donde pasó un tiempo por ser acusado, nada más y nada menos que por terrorismo y tráfico de armas. Pero no lo juzguéis tan a la ligera, ser acusado no significa que haya sido así. En cualquier caso estuvo en prisión un par de años. Fue sentenciado a cuatro años, luego fue absuelto aunque siempre estuvo metido en polémicas por su activismo político. Eduard Limónov era un gran opositor de Vladimir Putin. Estaba metido en política desde hace más de 20 años. Fue diputado de la Duma. Formó su propio partido PNB (Partido Nacional Bolchevique) el cual aspiraba a entrar en el Kremlin. Nunca se escondió sin importarle ni lo más mínimo lo que pudieran pensar de él. Eso es lo que le hace tan incómodo como auténtico. Se valora mucho con los ojos de hoy, que parece que fuéramos para atrás. Si lees la obra de este autor te darás cuenta, que no desea que te guste o que no te guste, simplemente te cuenta su vida, sus ideas, sus amores, sus vicios, y más allá sin tapujos. Es de agradecer. Se desnuda verbalmente y nos da algo suyo, su verdad, cruda y desgarradora, tan interesante como incómoda en ocasiones. Pero ese momento de la cárcel que aquí resaltamos por ser donde escribió este «libro de las aguas«, quizá se sintió más apelado y libre paradójicamente para escribir lo que pensaba, seguro con el sesgo de su memoria. No es el único momento que ha estado detenido, fue en varias ocasiones a lo largo de su lucha política por lo que se llamó «la otra Rusia». Estuvo detenido por alentar manifestaciones en países que pertenecían a la Unión Soviética. Agitación política exaltación de la violencia…

Leer a Limónov es leer una intrahistoria, la historia reciente a través de su vida y de sus ojos. Él estuvo en varias guerras, de las que habla en sus libros. Incluso en este libro nos cuenta el personaje real con nombre y apellidos del que se basó para el personaje ficticio de otro libro. Las notas a pie de página son tan de actualidad que buscas las personas y están hoy día vivas algunas de ellas. Se entremezcla la literatura y la realidad, o la realidad hecha literatura. No es posible saber si exagera o minimiza alguna experiencia, pero lo que sí podemos decir es que leyéndole uno se da cuenta que no hay reparos en decir lo que le venga en gana. Leer este libro es dar un paseo por el globo terráqueo, América, Europa, Asía, con especial atención a sus aguas. Además es un viaje en el tiempo, los años 70, los 80, los 90 hasta la actualidad. Sí es verdad, habla mucho de él mismo, pero también es verdad, que no promete lo contrario. Hace un uso del lenguaje sin complejos ni remilgos, quizá no apto para ofendidos. Provocador y gamberro elige hacer de su literatura lo mismo que con su vida, lo que le da gana y a veces, lo que le dejan. Parece conocer sus límites, pero aún así, los desafía. Para hablar de su obra literaria, tenemos que olvidarnos de las etiquetas y de lo estipulado como estilo literario. El libro de las aguas, es un buen ejemplo, da igual donde comencemos a leer. Quizá comenzar por el principio y seguir pasando las páginas con el orden que ofrece de antemano la editorial. O no. Podemos tomar una sección cualesquiera, el mar adriático, o quizá la fuente del jardín de Luxemburgo en París, o mejor el río Neva en San Petersburgo. El libro da comienzo en el mar mediterráneo en Niza. Da igual, no perderemos el hilo. Este desorden ordenado, valga de paradoja, se asemeja mucho a sus vivencias. Nueva York, de vuelta a París, para regresar a Nueva York de nuevo, de ahí otra vez a algún lugar. Otro de los vértices que usa para unir cabos de su existencia son las parejas. A través de sus mujeres va contando momentos de esa etapa de su vida.

Limónov vive su literatura y su vida sin disimulos innecesarios, brutal, extrema, en muchas ocasiones dura, todo ello lo hace sin paliativos. Y eso que él mismo decía que no decía del todo la verdad. En una célebre sentencia dice: «En cuanto empiece a decir la verdad todo se derrumbará». Sin embargo, creemos que sí decía la verdad de él mismo, es una presunción, claro. Recordemos que buscaba la provocación y la confrontación. El lector puede creer por momentos en la lectura que está teniendo una conversación con Limónov. Incluso a veces nos habla, se dirige al lector. Sí, es verdad, que son como retales, pero a veces, de retales se tejen colchas muy útiles, y este título es justamente eso para Limónov. El lector, puede que tenga reticencias por momentos, y se aburra en otros. Pero, desde luego, merece la pena para llegar a ciertos pasajes. Es su perspectiva y punto de vista, eso está claro, pero es que da datos de la historia reciente, de los conflictos, políticos, sociales. Al ser retales, se puede abrir en cualquier página, leer, dejarlo, tomarlo de nuevo. Limónov vive en la transgresión más absoluta, lo sabe, y se recrea en la ella. La forma que describe el desastre de las guerras, las ciudades agujereadas por la metralla o las bombas, al lado de los árboles frutales que siguen el curso de la vida entre la muerte que les rodea, dan los frutos más dulces y jugosos. Lo que es sorprendente y muy esclarecedor, casi tanto o más que leer al propio Eduard Limónov, es el apéndice del final del libro escrito por su traductora Tania Mikhelson. Con la clara imagen del otro que da la perspectiva del alejamiento personal, parece desgranar a un Limónov hasta darnos una idea muy completa del personaje y del hombre.

Recomendado para aquellos que les guste leer a ratos sin prisa pero sin pausa, eso sí, sin perder el hilo, no importa cuánto tiempo estéis sin abrirlo. Garantizado es el aprendizaje de muchos eventos actuales, y personajes reales, algo caricaturizados, pero reales. No os va dejar indiferentes.

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