La vuelta a los colegios, institutos y universidades como jamás la hemos afrontado, está suponiendo un riesgo para muchos docentes, quienes aún así, comienzan el nuevo curso con tesón e ilusión. En medio de las confrontaciones en la política, la seguridad sanitaria insuficiente en algunos colegios, se enfrentan más bien sólos, con su sentido común al nuevo curso, en una especie de paranoia subrepticia que, quizá conlleve a futuros problemas psicológicos de ansiedad y estrés.
Ahora todos se manejan en territorios inciertos e inseguros, que sin duda conllevan ciertos riesgos para su salud. Se enfrentan no únicamente al momento presente, el cual pueden más o menos controlar, sino además a los momentos futuros que apela a la responsabilidad de todos una vez fuera de las aulas o recinto escolar. ¿Qué hacen las personas fuera de horario escolar? Hoy, también lo que se hace fuera del horario lectivo tiene importancia, más que nunca. Nos comenta un alumno de la ESO:
-“Claro si nosotros no nos tocamos, no nos quitamos la mascarilla, guardamos las distancias de seguridad, en fin, todo eso que nos dicen en el colegio. Y luego los padres o los propios alumnos se van a una terraza con gente sin mascarilla…. ¿de qué nos sirve entonces tantas medidas en el colegio?”- La cuestión de este niño tiene mucho sentido. Nos ha hecho que pensar de todo lo que hacemos bien, quizá no sirva mucho si luego lo hacemos mal u otros lo hacen mal; “Un garbanzo negro, sí estropee nuestro guiso”.
La cuestión que se hacía este niño de 14 años nos propone la siguiente pregunta: ¿Se puede en la era más individualista que nunca y más enfocada en el “yo”, en los placeres momentáneos, pensar en el bien colectivo más allá? Más allá del “aquí y ahora”. De poco sirve echarse la culpa, la política a los ciudadanos, los ciudadanos a la política, en el medio, los sanitarios (los que nos curan si nos enfermamos) y los docentes que ahora toman relevancia. ¿Sabremos entonces valorar la educación? Los padres, por motivos diversos, saben que ir al cole es algo primordial. Algunos por motivos prácticos, otros por motivos intelectuales, otros por económicos, psicológicos etc… Hemos visto que un sistema sanitario bueno y fuerte, una educación buena y segura son apuestas ganadoras para una sociedad que quiera ser competitiva y de países desarrollados. ¿Lo estamos comprendiendo colectivamente?
Hablamos con algunos profesores de colegios que nos expresaron en su experiencia, esa tensión que se vive en todas partes con las llamadas medidas de seguridad sanitaria. En la praxis todo es más complicado que el papel. Muchos de estos docentes nos explicaban cómo lo estaban ellos viviendo. Se enfrentan a una lucha contra un “fantasma”. Pero es muy importante saber sus percepciones sobre la situación.
“-Hay miedo, incluso histeria en algunos docentes, inseguridad e incertidumbre sobre las medidas que se están tomando, cambiamos los protocolos sobre la marcha”- . “Esta pandemia nos ha pillado a todos en paños menores, nadie sabe cómo afrontarla de forma efectiva, nadie nos da pautas concretas y bien definidas. Todos estamos a la deriva. Debemos aprender de esta, por que vendrán otras”. –“Yo noto como se vive el miedo en los ojos por los pasillos, hay quienes les supera la situación, se ponen nerviosos y pierden el control.”-
Realmente la absoluta descoordinación de los gobiernos actuales, que se pasan la pelota unos y otros, discuten de temas inútiles internos, nos están comprendiendo que ahora hay que atender a los temas urgentes, que son cruciales, y dejarse de disputas importantes, sí seguro, pero que no son más que temas que estos momentos pueden esperar. Es terrible ver como en Las Cortes están lanzándose los trapos de corrupción intentado salir airosos de cara a su electorado en lugar de hablar de los temas urgentes, acabar con la pandemia, revisar el modelo económico que sin duda, en España bien merece un repasito. No podemos estar a expensas del turismo y los servicios. Si este u otro gobierno de turno no ataja este tema, entonces habrá que revisar a los que están gobernándonos, por que no están entendiendo nada. El discutir e insultar, el entrar en el “y tú más y peor”, no denota más que una debilidad y una estupidez peligrosas… ya lo estamos viendo. Hay momentos en los que un gobernante tiene que usar su poder real, su mandato, para tomar decisiones que quizá hoy sean impopulares pero mañana serán vistas como liderazgo. Estamos hartos de verles discutir a ver quien “gusta” más. Estamos cayendo en el peor de los pozos, el de la vanidad narcisista autodestructiva.
Con respecto a un futuro, se nos parte el corazón cuando vemos a los pequeños con sus mascarillas puestas, sin jugar como lo hicimos otras generaciones, sin tocarse, o al menos, teniendo la prudencia y siempre la advertencia, sin relajarse como niños que son, tirarse al suelo, ensuciarse, pasarse la pelota, pelearse, reconciliarse, en definitiva, ser niños. Se nos parte el corazón. Ahora bien, en la idea de “lo que no te mata te hace fuerte”, y con muchos recelos. ¿Será que esta situación sine qua non, les esté protegiendo de el feroz individualismo actual, del cual estaban aprendiendo, para así, poder ser, en todo caso, egoístas inteligentes? Es decir, pensar en lo colectivo como el bien común de todos será mi bien individual también. Desde luego el covid está siendo determinante para pillar esta idea.
La forma que tenemos de vivir tiene que cambiar a mejor, y una crisis como ésta, podría ser un buen motor de arranque para revisar lo que hasta ahora no nos ha funcionado y lo que debemos revisar y mejorar. Los niños son el futuro, pero sin una buena educación (no sólo intelectual) valores, ética, civismo, ecologísmo, por supuesto, formación académica, no va a ser un buen futuro. Si alguien piensa que no le atañen estos temas por que tiene un buen puesto de trabajo, bien pagado, casas, coches y demás lindezas… está equivocado. Todo lo que ocurre en nuestra casa que el el globo nos va a afectar a todos. Cuando la gente se quede sin alternativas: ¿Qué va a ocurrir? ¿Qué pensamos que van hacer estas personas ahogadas en la miseria? Reflexionemos un momento sobre qué sociedad queremos. Desigual y desectructurada con los problema que acarrea, o más justa e igualitaria, con recursos para que todos nos sintamos parte importante del engranaje. Hemos comprobado cuán importantes somos todos, desde el cajero de supermercado, el médico, limpiador, panadero, abogado. También la cultura que nos ha ayudado a sobrellevar mejor el confinamiento, todos formamos parte de el Todo. Pensemos que cuando un ser humano ya no tiene alternativas ni futuro, pierde el miedo, es capaz de todo. ¿Es eso lo que nos gustaría para nuestros hijos e hijas? Hay que repensar ahora. Estamos en la segunda década del siglo XXI, las cosas van a cambiar. Ya lo están diciendo en los foros más importantes sobre economía, política y sociedad. ¿Tomamos ese tren?
BGD.