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Ópera

Teatro Real de Madrid estreno absoluto en versión escénica de la ópera “Tenorio” de Tomás Marco. Del 13 al 19 de mayo.

Es una nueva producción de Tenorio, ópera de cámara de Tomás Marco (1942) presentada en versión de concierto en 2017 y que tendrá finalmente su estreno escénico absoluto. La dirección musical de la ópera es de Santiago Serrate, que estrenó la partitura en el Auditorio San Lorenzo de El Escorial en 2017 y la dirigió posteriormente en su edición discográfica. Estará al frente de los seis solistas de la ópera Joan Martín-Royo (Tenorio), Juan Francisco Gatell (Don Luis), Adriana González (Doña Inés), Juan Antonio Sanabria (La Narración), Lucía Caihuela (Doña Ana), Sandra Ferrández (Lucía), de la Orquesta Titular del Teatro Real y de un grupo vocal formado por cantantes del programa Crescendo de la Fundación Amigos del Teatro Real.

La ópera Tenorio, compuesta por Tomás Marco y dirigida musicalmente por Santiago Serrate, es una obra de estreno escénico absoluto que se presenta en el prestigioso Teatro Real de Madrid. Esta obra, inspirada en el mito de Don Juan, ofrece una reinterpretación contemporánea de un personaje icónico cuya presencia ha permeado la literatura y la cultura a lo largo de los siglos. El mito de Don Juan, con sus múltiples versiones y adaptaciones a lo largo de la historia, ha sido un tema recurrente en la literatura universal, explorando temas de seducción, moralidad, y el eterno conflicto entre el deseo y la responsabilidad. En este contexto, la ópera Tenorio se erige como una obra contemporánea que busca explorar la vigencia y la relevancia del mito de Don Juan en el siglo XXI. Con su estreno en el Teatro Real de Madrid, uno de los principales escenarios operísticos del mundo, Tenorio promete ofrecer una mirada fresca y provocativa sobre un personaje legendario cuya influencia trasciende fronteras y generaciones.

La ópera, compuesta por siete escenas y cinco intermedios instrumentales, enmarcados por un preludio, un prólogo y un epílogo, es un viaje por el mito de Don Juan guiado por el drama romántico de José Zorrilla (1817-1893), con libreto del compositor, que incluye también textos de Tirso de Molina, Molière, Lorenzo Da Ponte, Lord Byron, sor Juana Inés de la Cruz y Francisco de Quevedo, siempre en verso y con una música que evoca tiempos pasados, recogiendo formas, armonías, o estructuras del teatro musical renacentista y barroco, que impregnan la partitura sin alejarla del lenguaje musical del siglo XXI. En relación con el elenco, el número de cantantes puede variar, ya que un cantante puede interpretar uno o más personajes dependiendo de las propuestas dramatúrgicas. Los papeles de Doña Inés, Doña Ana y Lucía pueden ser interpretados por una, dos o tres sopranos; igualmente, los personajes de La Narración y Don Luis Mejía, pueden ser encarnados por uno o dos tenores. Solo el rol de Tenorio, para barítono, está concebido para un solista único.

Paradójicamente, hay personajes individuales que son cantados por un pequeño grupo de cantantes, denominado en la partitura como Madrigal, emulando a los conjuntos vocales del Renacimiento y del Barroco. Este pequeño coro muy compacto y comenta la acción, pero también da voz a personajes como Ciutti, el Comendador o Brígida. Tomás Marco evoca la poderosa fuerza centrípeta -sexual y sensual- de Don Juan, en un entrelazado de personajes mayores y menores que gravitan a su alrededor, como un gran fresco que propicia el uso de distintas texturas sonoras en un continuum vocal e instrumental circular. La puesta en escena de la Agrupación Señor Serrano indaga precisamente sobre el arquetipo de este depredador sexual en la actualidad, en una propuesta de dramaturgia de Clara Serra, filósofa e investigadora en el ámbito de cuestiones de género, sexualidad y feminismo. Àlex Serrano y Pau Palacios trasladan la ópera a un set de rodaje, en el que los protagonistas de la “película Tenorio” tienen su propia vida fuera de ella, creando un juego de personajes dobles con dos mundos que se van
fundiendo y confundiendo a lo largo de la obra. Tenorio, como todas las óperas, nació como una obra musical y dramatica que solo adquiere su verdadera dimensión presentada en versión escénica y teatral. Después de las vicisitudes de su partitura, cuyo estreno fue afectado por la crisis económica de 2010 y, posteriormente, por las consecuencias de la pandemia, la obra de Tomás Marco podrá finalmente renacer en el Teatro Real en toda su plenitud, con nuevas miradas, reflexiones y preguntas sobre el inagotable mito de Don Juan.

Es bastante curioso ver cómo el mito de este personaje tan conocido y controvertido envejece hoy día. Desde que José Zorrilla en el siglo XIX (al que se le atribuye el Tenorio aunque hay más versiones antes y después) así Tirso de Molina escribió la primera versión conocida del mito de Don Juan en su obra “El burlador de Sevilla y convidado de piedra”, publicada por primera vez en 1630. En esta obra, Don Juan es presentado como un joven noble que seduce y traiciona a mujeres, desafiando las normas morales y religiosas de la época. La figura de Don Juan en esta obra sentó las bases para muchas de las representaciones posteriores del personaje. Lope de Vega, también abordó el tema de Don Juan en algunas de sus obras, como en “El caballero de Olmedo”, escrita alrededor de 1620. Aunque en esta obra el personaje principal se llama Don Rodrigo de Pantoja y no Don Juan, comparte similitudes con el arquetipo de Don Juan, siendo un noble seductor cuyas acciones tienen consecuencias trágicas. En la ópera actual, la propuesta de estar rodando una película y proponer a Tenorio en “ficción” y “realidad” vemos que no hay muchos cambios. La esencia masculina de mujeriego insaciable, con toques agresivos se manifiestan antes y después del “Corten” de claqueta. ¿Será que no hemos cambiado tanto el mito de Don Juan en la actualidad? No podemos dejar la oportunidad que nos da esta versión operística del Don Juan para pensar que nos recuerda a todo este movimiento de actrices en Hollywood del #MeToo, cuando Doña Inés (o la actriz que hace de Doña Inés) deja de rodar sigue asediada por los modales groseros de Tenorio (o el actor que hace de Tenorio). El acoso que existe en el mundo cinematográfico es una realidad muy actual. La intención quizá de la propuesta sea poner un espejo en los Don Juanes de hoy, para saber si el mito sigue ahí intacto. Y quizá la respuesta sea tan dolorosa como frustrante cuando sea afirmativa. Sin duda hemos dado pasos hacia adelante, pero al ver esta representación no podemos dejar de pensar en los rodajes de cine en la actualidad e imaginar lo que podría estar sucediendo a aquellas actrices fuera del foco.

Por lo tanto en el contexto del #MeToo, se ha generado un intenso escrutinio sobre el comportamiento de hombres poderosos que han abusado de su posición para acosar, manipular o agredir a mujeres. El mito de Don Juan, con su representación de un seductor implacable y egocéntrico, puede ser interpretado como un arquetipo de este tipo de comportamiento, con su enfoque en la dualidad del personaje de Don Juan y su persistencia en el comportamiento mujeriego a pesar de los cambios sociales y culturales, presenta una similitud notable con los debates actuales. La persistencia del personaje de Don Juan en la ópera Tenorio, a pesar de los avances en la percepción y el tratamiento de las relaciones de género, refleja la resistencia cultural hacia el cambio y la persistencia de actitudes machistas en la sociedad contemporánea. Aunque la imagen de Doña Inés y otras mujeres en la ópera ha evolucionado para reflejar una mayor autonomía y empoderamiento, el personaje de Don Juan continúa siendo retratado como un símbolo del patriarcado y la objetificación de las mujeres. En este sentido, la ópera Tenorio ofrece una reflexión provocativa sobre la persistencia de las normas de género tradicionales y la necesidad de desafiar y transformar las actitudes y comportamientos que perpetúan la desigualdad de género. La dualidad del personaje de Don Juan, desdoblado en el tiempo pero sin cambiar su naturaleza fundamental, subraya la urgencia de abordar las raíces profundas de la misoginia y el sexismo en nuestra sociedad.

Importante es el grupo instrumental que, aunque no es muy grande, es
determinante, ya que la intención es que participe en la narrativa dramática
que se desarrolla y crea un continúo vocal-instrumental que debería ser
indisoluble. Por eso, son importantes los diversos intermedios únicamente
instrumentales (alguna vez puede participar el Madrigal como una
vocalización sin texto que, en ese caso, no encarna a ningún personaje), ya
que se trata de elementos dramáticos, incluso narrativos, aunque en escena
no esté ocurriendo nada, cosa que también dependerá de la dramaturgia de
escena. El canto se desarrolla evolutivamente sobre los parámetros
establecidos por el compositor en óperas anteriores donde se intenta lograr
una vocalidad no convencional pero muy dependiente del carácter de cada
personaje y de los textos, que deberían entenderse hasta el máximo punto
que ello sea posible en una ópera, puesto que la moderna existencia de
sobretítulos no exime de intentar que las palabras sean mínimamente
inteligibles, dado que del tratamiento del idioma debe surgir la musicalidad
(vocal e instrumental) general.

Tomás Marco (compositor y libretista)

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