El escritor Nuccio Ordine recientemente fallecido en junio 2023, gran defensor de la enseñanza de las humanidades frente al utilitarismo y las «pedagogías comerciales» que parecen haberse impuesto en las últimas décadas en nuestras escuelas, institutos y universidades, ha ganado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023 (que en 2022 recibió otro autor de Acantilado, Adam Michnik). Nuccio Ordine ha querido dedicar este premio a los profesores, que cambian silenciosamente, gracias a su pasión y generosidad, la vida de generaciones de estudiantes.
En este ensayo «Los hombres no son islas» Nuccio Ordine propone un manifiesto ante el hastío de la vida y de la rutina, de la avaricia del hombre y de los retos que supone vivir en el siglo XXI, acercándonos a la idea que en realidad somos trozos de la misma tela, cada hombre (en su sentido de humanidad, y mujer) somos uno, la pérdida de cualquiera es la perdida de toda la humanidad, es arrancar un trozo hasta dejar nada. La forma de cómo estamos en la actualidad proponiendo nuestra vida y nuestra relación entre nosotros y nuestro entorno es muy peligrosa. Aquí Nuccio Ordine propone ver que todos estamos conectados, y lo hace con la ayuda de John Donne, Plutarco, Dante, Petronio, Luciano de Samósata, Hesse, Wolf, Hemingway, etcétera. Nos acerca a estos autores con la esperanza que tengamos la suficiente curiosidad para ir a la su obra completa. Este ensayo ha sido escrito en 2018 y traducido por J. Bayod Brau para Acantilado en 2022.
La introducción es una clase de literatura magistral del mismo Ordine, nos explica, como si estuviésemos sentados en una clase, la razón de la literatura, la utilidad de lo inútil que es precisamente el título de otro de sus ensayos dedicados al ejercicio, tan necesario como placentero, de leer. Nos propone una serie de autores y elige uno de sus títulos, pero no como exclusión de otros título de estos autores que él propone, sino como, un ejemplo elegido para argumentar su tesis, la razón para este ensayo. Toma las palabras del poeta inglés John Donne, los hombres no son islas, para precisamente dar título a su propuesta. Todos tenemos una razón de ser y estar en este mundo. Quizá Nuccio Ordine era un idealista, quizá un creyente de la humanidad y sus bienes. Lo que está claro es que no os va dejar indiferentes y os hará, no sólo acercaros a obras y autores que jamás se os hubiera ocurrido, sino que, os hará pensar sobre la importancia de la lectura.
La intención de este libro no es otra que acercarnos a los clásicos y perderles el miedo. Hay propuestas en esta ocasión también bastante contemporáneas (siglo XX) que nos van a parecer más cercanos. Quizá los nombres de Plutarco, Séneca, Dante, nos infundan un poco más de respeto a la hora de leerlos. Pero, leyendo este ensayo nos damos cuenta que hablan de el tema que nos atañe a todos, los sentimientos, los miedos, los celos, la culpa, la duda, la muerte, el amor, en definitiva, la humanidad. Leer todo ello, es cultivar cierta compasión y amor propio, que según Ordine, es amor a la humanidad, acogiendo las palabras de John Donne, los hombres son partes de un todo que es la humanidad. Arrancar a un hombre la vida, es quitar un hálito de vida de la humanidad en su totalidad. Potenciar cierto comportamiento de egoísmo inteligente, que no es otro que, ayudar a otros es ayudarnos a nosotros mismos. Este es el misterio y no otro, de la verdadera felicidad y de la literatura. La terribles desigualdades sociales que cada día son más visibles y extremas, los conflictos que estamos presenciando en el mundo actual, la violencia de los jóvenes, la falta de recursos que nuestros gobiernos dedican a educación (que es lo que realmente importa), hace que estemos entrando en una era complicada, donde la literatura (que parece inútil) es necesario antídoto de tanta vacuidad e individualismo descarnado. Lo material hoy es lo que prima, el tanto tienes tanto vales, las redes sociales están llenas de mentiras hacia esa idea de dolce vita, de vida material. La materia se desgasta y se devalúa mientras que los conocimientos, el amor, la amistad, cada vez valen más. No estamos pues, enfocando nuestro camino en lo que importa, de ahí el otro título del ensayo de Nuccio Ordine la utilidad de lo inútil, que realmente no es ni de lejos inútil.
Ningún hombre es una isla, ni se basta a sí mismo; todo hombre es una parte del continente, una parte del océano [a part of the maine]. Si una porción de tierra fuera desgajada por el mar, Europa entera se vería menguada, como ocurriría con un promontorio donde se hallara la casa de tu amigo o la tuya: la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad; así, nunca pidas a alguien que pregunte por quién doblan las campanas; están doblando por ti [xvii, p. 186]. John Donne
A todos nos acecha la muerte, desde el mismo instante que nacemos, ya nos encaminamos hacia el trágico destino de nuestra desaparición, por lo que se pone de manifiesto que en esto somos todos iguales, la muerte nos iguala. Nos llegará tarde o temprano, a algunos lamentablemente les llega demasiado pronto. Cada vida perdida (en el concepto de humanidad como un todo) es la pérdida de todos los hombres. En el redoblar de las campanas que indican un funeral, escuchamos nuestra propia fragilidad, por eso, es interesante que el poeta inglés llegue a esta conclusión, que Nuccio Ordine retoma en este ensayo para poner en relieve que las muertes son muy nuestras, las que ocurren en Asia, en Oriente Medio, en África o en el mediterráneo. Esas campanas suenan también por y para nosotros. Recuperamos otro fragmento del ensayo que habla de la obra de Francis Bacon en su obra «De la bondad natural» sobre el concepto de isla desde la teoría de John Donne que además también tiene mucho que ver con el título. En este fragmento Bacon se detiene en la bondad.
Tomo la bondad en este sentido, el que afecta al bienestar de los hombres, que es lo que los griegos llamaban filantropía; y la palabra humanidad, tal como se usa, resulta demasiado leve para expresarla. Bondad llamo yo al hábito, y bondad de la naturaleza, a la inclinación. Siendo ésta, de todas las verdades y dignidades del espíritu, la más grande y la característica de la deidad; y sin ella, el hombre resulta un ser atareado, despreciable y miserable, no mejor que cualquier clase de gusano. La bondad responde a la virtud teológica de la caridad, y no admite exceso, sino error [p. 2 6].
Os recomendamos que os acerquéis a este ensayo que os llevará de la mano de un gran maestro a los grandes escritores y sus obras, un paseo por la sabiduría de la mente de los mejores que tendréis el privilegio de hacer vuestros sin recurrir a horas y horas de investigación pues ya está todo escrito en este ensayo. Os dará la oportunidad de ir directamente a aquellos títulos que os parezca más interesantes, me refiero a las obras enteras de los autores que el maestro Ordine os propone. Sin duda, un regalo para vuestro espíritu.
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