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Teatro

Teatros Luchana en Madrid, «Faisandage, un cadáver delicioso». Todos los viernes a las 21:30. Hasta el 10 de mayo.

Afrontar la muerte propia con glamour es una proeza. Eso es lo que se propone «La Checha» de nombre Rosa Cecilia Menéndez Marín. Cuando has vivido una vida en el foco, donde la belleza ha sido el leitmotiv, morir, sólo puede ser un acto más de esa vida extravagante. Así lo afronta la protagonista de esta obra teatral, donde la muerte es parte de «El Acto Final» de la vida, podría decirse que la protagonista decide morirse por todo lo alto. Exigente hasta el final, propone a su maquilladora estar perfecta para el más allá, además la plantea ciertos retos y preguntas, donde la propia tanatoesteticista va cuestionarse su rigor como forma de ver la vida.

Ganadora del premio del público a la mejor obra en otoño de 2023 en la Sala Tarambana. Ahora llega a los Teatros Luchana en pleno centro de la capital española para que la disfruten más espectadores. Los comentarios acerca de la obra han sido todos positivos. El público siempre tiene la razón. La crítica también ha sido contundente en su posición muy favorable hacia la obra. Por lo que tanto crítica como público esta vez coinciden.

La puesta en escena que corre a cargo de Willy Mesa, tiene dos partes, una camilla en un Centro Tanatorio, donde se le está practicando a un cadáver la preparación para el funeral y un apartado donde una cámara graba testimonios de la mujer que trabaja sobre el cadáver. El primero, el lugar de trabajo serio y pragmático solitario introspectivo, que nos da idea de Yaiza la tanotoesteticista, el segundo es la habitación del video, la vanidad y la exposición al mundo que representa a La Checha. El texto es más complejo, por eso es fundamental dejar la escena al punto más básico, centrarse en el texto en la acción. Recrear una especie de ventana indiscreta donde los espectadores somos voyeurs cotilleando a relación que se establece entre la tanatoesteticista y el cadáver. A veces pensamos que todo está dentro de su imaginación, pero es que este cadáver parece muy vivo. Repasa sus logros, sus errores, sus frustraciones, en definitiva, su vida. Ahora en su último adiós teme la soledad y el olvido, haciendo de este sentimiento complice a su tanatoestecista. Este punto es quizá la clave del texto en su vertiente filosófica. Ambas mujeres son dos caras de una misma moneda, y parecen estar asimilando la idea de una y de otra en estos momentos tan decisivos. Mirar nuestra vida cuando ya nada podemos hacer por ella y plantea esa dicotomía entre dejarse llevar o tener el control. La historia ya la conocemos la muerte y sus reflexiones de «last minute», lo novedoso de esta propuesta es precisamente el argumento y un loco desenlace, nos lleva desde la carcajada a la duda o reflexión de los porqués de la vida. Si el aferrarnos a nuestras creencias o miedos sin replantearnos una duda razonable, que quizá no es la única verdad, o sin embargo, aferrarnos por ese mismo motivo, por no marearnos con las múltiples propuestas de todo, el amor, la religión, la familia, el trabajo, el sexo, el bien y el mal. Nos pone de frente a nuestros miedos, el olvido, no dejar huella en este mundo al salir, que nadie nos nombre, sin legado, la angustia a desaparecer. Aferrarse a lo último que nos queda, como lo hace la protagonista. Eso es lo que toca esta obra.

El Faisandage es una técnica culinaria que se utiliza sobre todo con aves de caza, una vez muertas, se las deja colgadas y se espera a su putrefacción. Justo antes de que la carne se pudra adquiere su gusto perfecto: fuerte, aromatizada, blanda… Se debe a una reacción química posterior al “rigor mortis”. El dramaturgo, Ozkar Galán, toma esta idea para escribir la obra, una comedia negra en la que su protagonista trata de organizar que se cumpla su último deseo antes de ser ejecutada: irse por todo lo alto como un exquisito cadáver. Dirigida por Giselle Llanio, quien normalmente dirige cine y televisión, le da un toque cinematográfico a la obra teatral. Nos plantea la imagen proyectada como un elemento más dentro de la historia, la cámara de video, por ejemplo, es un elemento dentro del cual nos sugiere algo tan interesante como inquietante; ¿y si podemos narrar nuestra propia muerte inminente a través de las redes sociales? Inquietante. Apela a muchas sensaciones de lo que podría hoy significar morirse, de la forma que lo hace nuestra protagonista, acusada de un crimen, enjuiciada y condenada a inyección letal. Muerte cierta. Interpretada de forma excepcional «La Checha» por Marina Muñoz, hace de su condena un show de vanidad y egocentrismo sin precedentes. Zoraida Ballesteros interpreta a Yaiza la persona que prepara el cadáver y que será la última compañía que tenga la muerta. Yaiza será la antítesis de La Checha, un personaje sin vanidad, enfocada en sí misma, ajena al exterior y poco (o nada) preocupada por su propia imagen.

Siento que todo lo que he dirigido me ha llevado hasta Faisandage. Que mi experiencia como directora de televisión y cine está en esta pieza, consiguiendo una metaficción dinámica y divertida. Estéticamente contada en un micro mundo donde el espacio es un personaje más, generando un ambiente de simbiosis
entre el decorado y las actrices. Decidí que el proceso de dirección fuera como el de una espectadora exigente: alguien que quiere entender y reflexionar sobre una idea profunda en la comprensión del mundo físico y conectarse con el sentir de los personajes mientras se entretiene y ríe, y creo que el objetivo está conseguido.

Giselle Llanios

Un plan perfecto para un viernes por la noche, la obra dura unos 70 minutos aproximadamente. Os lo vais a pasar muy bien. Disfrute asegurado.

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