El disfrute y el “bien vivir” está cada vez más en auge. La sociedad actual busca formas de estar bien por dentro y sobre todo por fuera. La clave está en ser coherente con nuestro estilo de vida para alcanzar la paz.
El sentido Aristotélico de la “vida buena” es la virtud, vivir acorde unos principios generales de bien hacer, la teoría aristotélica es tomada aquí con pinzas, pues en la antigua Grecia las reglas de lo bueno o correcto tenía en la superficie poco que ver con las de hoy. Aunque en lo más profundo, lo básico, la esencia de lo que es bueno, eso no ha cambiado.
La regla kantiana, de; “trata a los demás como te gustaría ser tratado”, esto que parece simple, no lo es tanto. Los parámetros de cada uno varían, y en una sociedad (la actual) cada vez más narcisista es muy complicado establecer cómo quiero que me traten y así yo trataré. Existe una cierta indolencia impostada, “a mí no me importa lo que digan los demás” es totalmente falso. Importa, y además mucho. Subimos fotos de nuestra vida privada a las redes sociales, ¿por qué hacerlo si no nos importa la opinión ajena? ¿Será que si nos importa? Queremos que vean cómo somos, pensamos y vivimos. Queremos que se sepa, qué comemos, que bebemos, donde viajamos. ¿Significa ésto que no tenemos secretos los individuos en la sociedad actual?
Vivir en sociedad es fácil y difícil, depende aquí de ciertas variables, hay personas que tienen un don para relacionarse y otras sin embargo, relacionarse supone algo así como “dividir el átomo”. El sistema educativo no nos prepara para con-vivir. Sólo para producir, aprendemos a organizarnos, asignaturas como matemáticas, lengua, informática, para trabajar, el aprendizaje cada vez es más práctico en nuestra era digital. El Colegio o Instituto, pero también en la Universidad enfocan en todo aquello que luego vaya a ser productivo en términos económicos. Parece haberse olvidado de la esencia y necesidad del ser humano, el placer, la creatividad, el libre albedrío, filosofar, el arte. Todo ello es fundamental para relacionarse con otras personas y tener amistades sanas. Reza así Confucio: “…¿me preguntas por qué traigo arroz y flores? pues traigo arroz para vivir y flores para tener una razón por la que vivir”.
Llevar una vida enfocada demasiado en la productividad puede ocasionar hábitos muy dañinos para nuestra vida. ¿Quién no ha mal comido durante la semana por tener demasiado trabajo? ¿Quién no ha bebido demasiado café por haber tenido una mala noche a causa de las “preocupaciones”? No es buena señal cuando no sabemos estar sin hacer nada, parece ser un escape constante de nosotros mismos el continuo “que hacer”. Al mismo tiempo se intentan contrarrestar esas malas decisiones yendo a clases de yoga, machacándose en el Gym, comiendo productos BIO. ¡Ay! ¡Pero que complicado es llevar este ritmo en las jornadas actuales! Si así lo hiciéramos, viviríamos para trabajar y para cuidar de nuestro aspecto, nuestra salud. ¿Y cuando cuidamos de nuestro interior, de nuestra mente?
Todo nos empuja a estar constantemente activos, y está mal visto cuando alguien está simplemente, sin hacer nada. “Dolce far niente”. Los anuncios de publicidad están llenos de ejemplos de esta actividad frenética. Gente sonriente (a veces en exceso y sin motivo aparente) que corre de un lado a otro, rodeados de gente que también corren. Anuncios de coches que te incitan a viajar para escapar, aquí la idea está en contradicción, escapar para huir del mundanal ruido. Conducen y conducen con caras como de éxtasis, cuando llegan a su destino, miran la puesta de sol, ¡y ya! el momento real de felicidad, era estar conduciendo.
Los extremos nunca fueron buenos, la virtud está en el equilibrio. En lenguaje aristotélico sería algo como: “la valentía entre la cobardía y la temeridad; la generosidad entre la tacañería y la prodigiosidad”. Llevar una vida demasiado sana es contra natura, obsesionarse con ello ya está generando un problema, la obsesión la cual nos lleva a estados de ansiedad y posible depresión (depende los casos). Los seres humanos necesitamos la adrenalina que se produce al transgredir de vez en cuando. Hacer esto, no siempre implica ser malos, pero tampoco significa que tengamos que arrollar a todo lo que encontramos a nuestro paso.
Vivir bien, Bien Vivir 😉
BGD