“Valor, Agravio y Mujer” obra escrita por Ana Caro de Mallén, adaptada por Juana Escabias, dirigida por Beatriz Argüello e interpretada por Julia Piero en el papel principal. Cuarteto de mujeres para un texto del siglo XVII en una adaptación magistral, emocionante y maravillosamente ejecutada.
Si me dicen que yendo al teatro clásico a oír un texto del siglo XVII voy a pasar un rato maravillosamente vibrante, te digo “¿Con un texto antiguo? ¿De verdad?!” Pues eso ocurre en la calle Príncipe, Teatro de la Comedia en Madrid. El texto está adaptado de forma que no pierde su esencia de lo clásico pero es muy comprensible desde nuestro tiempo. No hay que tener ese miedo que se tiene a menudo cuando hablamos del teatro clásico con esos versos complicados en un castellano antiguo hoy ya en desuso. Al contrario, escuchar esta adaptación de “Valor, Agravio y Mujer” es música para el oído, en parte por que los actores lo dicen fenomenal, se entienden todas y cada una de las palabras, los tiempos son acertados, los movimientos son ejecutados a la perfección para que el espectador entre como en un trance y esté desde el principio de la obra sumido en ella, atento sin perder hilo. Esto ocurre en parte porque los actores nos miran y pronuncian a la perfección las palabras, interpretan con una pasión que nos deja boquiabiertos. Esto lo destacamos, dado a las quejas habituales que nos encontramos entre el público de teatro clásico que los actores muchas veces balbucean las palabras como si estuvieran haciendo una película sin proyección de la voz, y muchas veces demasiado rápido. Esto no sucede aquí. Las interpretaciones a tempo son esenciales para que el público entienda y no se aleje a sus pensamientos mundanos. Desde el inicio hasta el emocionante final nos tienen en el bolsillo. La dirección corre a cargo de Beatriz Argüello, a quién vimos como actriz en la obra de Queen Lear, dirigida por Natalia Menéndez en el Teatro Español. Ella, siendo actriz conoce bien los problemas de decir un texto de tanta importancia como lo es éste.
¿Porqué admirar profundamente propuestas como ésta? Por que definitivamente requieren de un valor mayúsculo enfrentarse a textos de hace 4 siglos, adaptarlos (cosa que hace magistralmente Juana Escabias) e interpretarlos hoy día en el siglo XXI, la era donde se pierden palabras y usos de nuestra lengua castellana, donde los anglicismos cada vez nos inundan más nuestro léxico, en parte, por las tecnologías cuya lengua es básicamente el inglés. Por eso y mucho más estamos rendidos y agradecidos a este Teatro Clásico, que hacen que no mengüemos nuestro saber, nos lo recuerdan en cada representación. Hay que dejar de tenerle miedo, os va a enamorar. “Valor, Agravio y Mujer” nos recuerda a esas obras francesas de espadachines con líos amorosos en la Corte ufana y entregada al ocio de las Artes, con una lengua afilada como la espada y un ritmo trepidante. ¿Se habría inspirado Cyrano en Ana Caro de Mallén? La espada de Leonardo/Leonor esta tan mordaz y rápida como el ingenio que ésta expresa. Cuando la obra fue escrita era época de la España en Flandes, la época donde las vidas eran cortas pero vividas intensamente. La propia vida de la autora fue increíble, ¿os podéis imaginar en aquel siglo una mujer escritora de obras de amor, de valor, de espadas, de viajes, de celos, de transvestismo? La protagonista se disfraza de hombre y viaja a Flandes desde España siguiendo a su amor que le causó un agravio imperdonable. La mezcla que lleva a Leonor a vengar su agravio con el amor irremediable que alberga en su corazón por Don Juan es la lucha entre amor y odio que está presente a lo largo del texto.
¿Quieres conocer a Ana Caro de Mallén?
Hasta el siglo XXI se desconocían los datos biográficos fundamentales de esta autora. Ana María Caro de Mallén de Torres fue bautizada en Granada el seis de octubre de 1601 por Gabriel Caro de Mallén y Ana María de Torres, padres adoptivos. Gabriel, originario de Lora del Río, trabajaba en la Real Chancillería y Audiencia de Granada con un «recibimiento» como procurador otorgado por el Rey.
Su familia pertenecía a la nobleza. Ana María de Torres era del grupo de «los veinte y cuatro», máxima distinción en la Granada de la época. En la inscripción de bautismo de Ana María se especifica su condición de «sclava» y los pormenores de su “prohijamiento”. Fue dotada de una extraordinaria formación cultural. Su primer hermano, Juan Caro de Mallén (nacido en 1600) trabajaba para la corte de Felipe IV realizando tareas administrativas. Su hermano menor fue dominico predicador en el Extremo Oriente y tuvo un cargo en la Inquisición, obtenido tras demostrar la pureza de sangre de sus
ascendientes.
Hacia 1625, Ana Caro de Mallén inicia su carrera literaria en Sevilla, donde residiría el resto de su vida. Fue poetisa laureada, autora de «relaciones» (crónicas de sucesos consideradas el antecedente del periodismo) y dramaturga que estrenó en los corrales de comedias y recibió encargos para componer autos sacramentales. Obtuvo el reconocimiento de sus contemporáneos por la excelencia de su pluma, fue miembro de selectas academias literarias, recibió remuneración por sus trabajos como escritora, publicó al lado de Calderón de la Barca, Mira de Amescua, Ruiz de Alarcón y otros autores; fue amiga de Luis de Góngora, Vélez de Guevara, María de Zayas, Castillo Solórzano, Matos Fragoso y numerosas
personalidades. Felipe IV contrató sus servicios como escritora de crónicas. Falleció en Sevilla en 1646 a consecuencia de la peste. Su nombre permaneció en el olvido durante muchos años.
Su legado
El legado de Ana Caro de Mallén que ha llegado a nuestras manos es escaso, está compuesto por cuatro relaciones de sucesos, una loa, un coloquio sacramental, cuatro poemas sueltos y dos comedias largas: Valor, agravio y mujer y El conde Partinuplés. Conocemos la existencia de dos autos sacramentales perdidos, La cuesta de El teatro de esta autora constituye un valioso documento que nos aporta un novedoso punto de vista, el de la perspectiva femenina lanzada sobre un mundo que institucionalizó la desigualdad por sexos. Castilleja ,representado en 1642 en Sevilla por el cómico Pérez Tapia, y La puerta de la Macarena, estrenado en 1641 en el Corpus sevillano por los actores Vallejo y Hurtado.
La presencia de una mujer capaz de desarrollar una carrera literaria en el teatro del siglo xvii es meritoria, pero no insólita. Las mujeres se encuentran muy presentes en la industria teatral áurea.
Los documentos históricos recogen el quehacer de actrices y empresarias que dirigen compañías y deambulan por la geografía española representando comedias. Entre 1550 y 1700, conocemos la
existencia de veintiuna dramaturgas nacidas en suelo español, Portugal o el Nuevo Mundo. De todas ellas, es especialmente en María de Zayas, Juana de Asbaje y Ana Caro de Mallén en las que se
evidencia un discurso enfrentado a la normatividad de la época. El teatro de esta última autora constituye un valioso documento que nos aporta un novedoso punto de vista, el de la perspectiva femenina lanzada sobre un mundo que institucionalizó la desigualdad por sexos.
A través de sus creaciones percibimos las férreas reglas de control que las mujeres padecen, y cómo sus personajes femeninos se las ingenian para eludirlas. Algunos investigadores han acusado a Ana Caro de Mallén de alta de feminismo porque las protagonistas de sus obras anhelan el amor de un hombre.
Leer entre líneas
Don Juan de Córdoba se va a Flandes huyendo del amor de Leonor, de quien piensa y siente como mujer fuerte, bella, inteligente, luchadora, resolutiva, intensa. Podríamos fácilmente pensar que huye un poco con “el rabo entre las piernas”. No quiere saber más de Leonor, tiene miedo de esa intensidad, quizá. Al llegar a la Corte de Flandes se “enamora” de la condesa Stella, mujer de gran belleza y delicada muy de su época y estirpe. La obsesión por ella crece tan rápido como su anhelo por olvidar a Leonor, cuya memoria le persigue. Esta es la historia de muchas mujeres curiosamente hoy en el siglo XXI. Los hombres buscan ser admirados, amados y venerados (no todos menos mal), es muy típico de algunos hombres sentirse intensamente atraídos por mujeres inteligentes y fuertes que no juegan a los tópicos de género, y sin embargo, sentirse sobrecogidos por estas personalidades arrolladoras. Muchas son la mujeres que han expresado en ocasiones lo siguiente -“Teníamos una relación genial, estábamos muy enamorados, cuando él un día me dijo; tú eres una mujer increíble, guapa, inteligente, fuerte, segura, autosuficiente, seguro que vas a encontrar a otro, yo no puedo seguir en esta relación me está ahogando”- ¡Hey! cuidado! esto es así. Seguimos en este escenario donde los hombres han aprendido que tienen que ser más fuertes, más autosuficientes que una mujer, a la que tienen que cuidar. Desgraciadamente las nuevas generaciones están siguiendo estos patrones, ellas y ellos. Es ese tema de la “media naranja” que tanto daño hace a ambos sexos. Pues, el hombre tiene que estar escoltado por la mujer sumisa, que le apoya y le admira. En fin, es que los textos clásicos parecen sacados del horno de esta misma tarde. Bocados de realidad en verso con perspicacia y virtud para hablarnos de lo que todavía hoy, aún SOMOS.
No os perdáis esta obra, sólo os quedan unos días. Si llenamos el Teatro quizá nos la prorroguen pues bien merece un mes o dos más y que corra la voz. La energía que rezuma en sus interpretaciones, texto, iluminación, vestuario, música, dirección, es digno de que la vean cuánto más espectadores, tanto mejor.
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