La felicidad no es “tenerlo todo” más al contrario, es la capacidad de ir desechando aquello que no queremos tanto o no necesitamos por otra cosas que nos aporta más valor. En los últimos meses son demasiados casos de noticias de suicidios de menores de edad a causa de angustias tan fuertes que no pudieron ver la puerta de salida de todo aquello. El aumento de suicidios en menores de 15 años en 2022 es de un 57%, jóvenes con un entorno feliz aparentemente, una familia que les aman, un futuro prometedor, quizá brillante, nacidos en el llamado primer mundo donde tenemos de todo. Tenerlo “todo” a veces es no tener “nada”si eso significa que uno no se tiene a sí mismo ni tener futuro cuando ni tan siquiera has alcanzado la madurez.
Quienes están pensando que el éxito es tenerlo todo están muy equivocados. La pregunta que nos hacemos es: ¿Éxito en qué? Si te refieres a que tener éxito es estar en equilibrio contigo y con los demás a tu alrededor y lo tienes, pues vale. Pero, seamos sinceros, cuando hablamos de éxito estamos refiriéndonos a algo muy concreto, fama, dinero, belleza…. Sin embargo, esto es un espejismo que sólo refleja una mentira colectiva o peor, en soledad. No vamos bien. En la actualidad hay mil frentes abiertos que deberían haberse mantenido discretamente en lo íntimo y dejando que las familias o amigos o profesionales se encarguen de esos frentes. La ansiedad que existe hoy día entre los jóvenes por todo esto del éxito de la identidad de lo popular y cool es un tema que se está magnificando en las redes sociales a través de los teléfonos móviles conectados a internet. Los menores de edad aún no están del todo definidos en su personalidad, ni siquiera los adultos lo estamos, aunque hemos aprendido con el tiempo a manejar las frustraciones. Ellos todavía están inermes frente a la mirada inquisitiva y de odio de los demás, por el hecho de ser diferentes o sólo incluso que no conformen con lo que se espera de ellos. La comparación con otros que parecen tener vidas perfectas, nada más lejos de la verdad. La lacra del suicido de los menores hoy es algo que no podemos tomarnos a la ligera, y creemos que, sin embargo, no se está tomando el tema en serio suficiente. Pensemos por un momento; ¿cuál es la causa directa que hace que un menor se quite la vida? El acoso. ¿Dónde se difunde este acoso mayoritariamente silenciosos? En sus dispositivos móviles. Todos en mayor o menor medida hemos tenido algún acoso escolar. Incluso hay niños en el pasado que tampoco tenían un panorama en casa ideal y además sufrían (a veces por ese mismo motivo) acoso en el colegio. Muchos se hicieron introspectivos, otros se centraron en sus estudios como válvula de escape, y otros lucharon contra ese acoso imponiendo también su fuerza. Era el aprendizaje a lo bestia de lo que sería la vida adulta.
El sacrifico que tenemos que hacer es no gustar tanto a nuestros hijos dándoles todo lo que nos piden para que no se enfaden y educarles, aunque eso suponga a veces que “nos odien” un poco, a la larga lo agradecerán. ¿Cómo? Quitándoles el smartphone, ojos que no ven corazón que no siente. Mucho del acoso escolar se dimensiona en las redes. Pero no serviría con quitárselo a algunos, si no a todos. Por ejemplo, hay una edad para tener un carnet de conducir, hay que pasar un examen y tener conciencia de lo que se va a significar tener un volante en las manos. ¿Por qué se les da móviles a los jóvenes incluso a los ocho o nueve años? Tendría que haber una norma de regulación de la edad y también una asignatura de buen uso en los colegios. La tecnología avanza y las normas sociales están en la prehistoria. Lo mismo que se van actualizando los temas de matemáticas, historia, ingenierías, … ¿por qué no el uso ético del móvil? Tenemos que sacrificar algo ahora antes que esto vaya a más y sea imparable. Una amiga me contestaba a mi argumento de que su hija era muy joven para tener un smartphone; “es que lo tienen todos, ¿cómo no se lo voy a dar a ella?”. Este es el tema, queremos que nuestros hijos e hijas tengan lo mismo que otros, que tenga las mismas oportunidades, pero tenemos que pararnos un momento a pensar, ¿qué es realmente lo que estamos haciendo? Las oportunidades no están en que tenga todo lo material del mundo como los demás, sino herramientas imperecederas de la construcción de su personalidad y su estado emocional. Saber lidiar con las emociones, los deseos, las frustraciones, los desengaños, esto es lo que hará que cuando les acosen tengan una valla altísima de su autoestima y pasen por alto eso, lo denuncien lo hablen lo luchen.
Otra idea que se me viene a la cabeza, desde la observación del comportamiento de jóvenes a mi alrededor, unos conocidos otros no tanto, veo que están sumidos en sus móviles y no interaccionan con su entorno físico inmediato. No se comunican con sus padres o sus hermanos, en caso de que los tengan. Esto que parece una tontería es la clave. Sin comunicación no hay forma de entender y de ayudar. También he observado que incluso muchos padres enchufan desde bebes a las pantallas a sus hijos, esto ya están advirtiéndolo los neurólogos, causa daños en el cerebro pudiendo derivar en el peor de los casos en enfermedades neurológicas y/o psicológicas, como la depresión o la neurosis. De hecho yo he visto a muchos jóvenes ya con problemas de tics y de ansiedad a nada. Tiene ansiedad por el hecho de la angustia que les produce algo tan banal como los “me gusta” de las redes sociales. Estamos perdiendo el norte, cuando son incluso muchos padres que abren cuentas de TikTok a sus hijos para que se expongan ahí fuera como si fueran un producto en el mostrador de una tienda. Los peligros que hay en el mundo virtual son tantos como dejar a un menor en un parque unas horas solo sin supervisión adulta. Pero, lo cierto es que, todavía no lo entendemos. Por lo tanto, también habría que dar esas herramientas a los padres y madres para que supieran a lo que se enfrentan antes de lamentar una desgracia irreversible.
Entiendo que este artículo pudiera ser incómodo para algunas personas, pero alguien tiene que decirlo. Si nos quedamos a la mitad del camino entre un extremo y otro, ya habremos conseguido algo. Tenemos que ser responsables y no darles esa sensación de tenerlo todo que aunque sacien su deseo hoy mañana ya tendrán otro y eso genera mucha angustia. Otro punto a tener en cuenta es de los acosadores menores, ¿no estarán repitiendo un patrón? Yo he presenciado frases de padres a hijos en contra de “el otro” que dan grima y pena al mismo tiempo. Tampoco tiene que ser directamente un comentario al chico o chica únicamente algunas conversaciones en un contexto de adultos los más jóvenes quizá le den otra interpretación. Parémonos a pensar un poco por favor. Nadie quiere que su jipo o hija sufra acoso, tampoco creo que sea deseable el tener un chico o chica acosador/a pero, a veces los adultos pensamos que vienen ya con los valores y la educación puesta, o que el colegio asume toda la responsabilidad, y no es así. El colegio es muy importante pues pasan mucho tiempo y allí se forjan amistades y enemistades, se aprende intelectualmente pero también socialmente, pero de ahí a decir que tienen toda la responsabilidad, es demasiado decir. La educación y la ética, los valores y el amor se les da en casa. Desde aquí se construye un ser humano fuerte que tenga recurso para gestionarse en el presente y en el futuro. Tengo la consciencia de que, quizá soy demasiado taxativa pero, por eso, es de vital importancia que entre todos pensemos un poco en qué hacer para mejorar y parar este problema en nuestros jóvenes que son, al fin y al cabo, el futuro.
Cambiar para ser mejores, la sociedad que queremos la construimos juntos. BGD 😉