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Teatro

El triple salto mortal que supone llevar al teatro»La Regenta» de Leopoldo Alas «Clarín».

¿Hasta cuándo y dónde ver esta gran obra en su versión teatral? Hasta el 3 marzo en el teatro Fernán Gómez de Madrid.

Estrenada el pasado 4 de febrero, ya está cosechando éxito. Se agotan las entradas bastante rápido, y no es para menos. La oportunidad para ver la Regenta en modo teatro, tanto para los que se la hayan leído como para los que no, es un excelente plan. Aquellos jóvenes que ahora además tienen que leerla en sus estudios, pueden tener una buena base viendo la obra teatral. Tanto Helena Pimienta, que dirige la obra, tanto como Eduardo Galán quien la versiona, han estado trabajando desde el mismísimo texto de Alas «Clarín», incluso tomando literal parte de la novela. Es una producción de Secuencia 3 y el Teatro Fernán Gómez.

Hacer una versión tan fiel al texto original es una ventaja en muchos sentidos. Es acercarse a esta gran novela que a muchos les puede causar vértigo por sus mil páginas, de forma cómoda en el teatro sentados en una butaca. Sin embargo, es muy difícil manifestar en un par de horas (no llega) todo lo que hay en una novela de mil páginas. Los personajes elaborados por el autor «Clarín» son personajes muy complejos llenos de matices y contradicciones, son personajes con un fondo psicológico con muchas capas, que sin duda en la novela se obtiene más información. Pero se entiende bien en la obra teatral, resuelve muy bien la voz narradora que nos ayuda a poner en contexto los diálogos. Al final, el teatro, es pasar un buen rato, llevándonos de la mano a sentir cosas, salir reflexionando, haciéndonos preguntas. Y eso lo consiguen.

Quien no arriesga no gana. Y en el Arte hay que hacerlo a pesar de los riesgos que supone. Así esta versión teatral de la novela de La Regenta en su texto adaptado por Eduardo Galán a la dirección Helena Pimenta, es una proeza sin precedentes en las tablas. Ya hubo sus versiones en serie televisiva y película, también recientemente una versión operística, pero en teatro tal cual, no. Sí que ha habido versiones teatrales más o menos inspiradas en la protagonista Ana Ozores, mujer misteriosa de nuestra literatura que da mucho juego a la hora de «deconstruir al personaje». Para muchos simple, para otros, nada más lejos de esa simpleza aparente, con miles de capas. Desde luego es un personaje por el cual se puede debatir, hablar largo y tendido.

La obra literaria fue escrita en 1884, una España de conspiraciones políticas, convulsa y sumida en conflictos es el marco en el que también se cuenta esta historia. El sentimiento religioso, la situación de las mujeres, esa hipocresía soterrada en la sociedad es hilo conductor de la propia vida de la Regenta. Ana Ozores (Ana Ruiz) una mujer con una vida sin amor familiar desde pequeña. Se ve casada con 27 años con un hombre mayor quien podría ser su padre, Víctor Quintanar (Joaquín Notario) quien ni come ni deja comer, quiere que su mujer se divierta, aunque es más bien para que le deje tranquilo, se vanagloria de su virtud al mismo tiempo que pareciera que la empuje hacia los brazos de otro hombre. Interpelada a tener que demostrar constantemente su estoicismo y su aparente felicidad, para tranquilidad de un marido ensimismado en su ocio y sus placeres personales. Apenas sin salir de casa su deseo enorme de experiencias la hace preguntarse mil cosas que la inquietan y la perturban su consciencia. Para aliviar esta sed, que va en contra de una dama casada en ese tiempo, requiere de las confesiones con el cura de Vetusta (ciudad que para ser una especie fortaleza), un hombre poderoso y ambicioso debajo del ala de su madre, quien sacrificándose ha creado a quien es, ahora su hijo. Don Fermín (Alex Gadea) está encantado de atender en confesión a la Regenta pues esconde una pasión por ella prohibida que le perturba enormemente, busca su amistad de forma subrepticia. Ella arde por dentro, quiere vivir, sentir y gozar de los placeres de la carne, pero teme a todo, y se comporta como una chiquilla algo nerviosa, confesando con cierta ingenuidad al cura demasiado. Sufre de nervios, está con sus ataques….Y la mujer ha de estar tranquila, obediente, sumisa, complaciente a su marido y desde luego, bella. La mujer florero. No le faltan hombres que la quieren «salvar», cuando en realidad todos esconden sus propios motivos. Completan este gran reparto; Jacobo Dicenta, Pepa Pedroche, Alejandro Arestegui, Francesc Galcerán Y Lucía Serrano.

En esta adaptación teatral se defiende el derecho de la protagonista a elegir su destino, aunque este no coincidía con la moral reinante en su época, por lo que será castigada con el desprecio, el abandono y un final de trágica soledad. He creído oportuno enfocar la historia desde el punto de vista de Ana Ozores. Para ello, me he servido de dos recursos teatrales muy de nuestro tiempo: el flashback y los fragmentos narrativos en los que Ana nos descubre su «yo» más íntimo y oculto. El lenguaje de los diálogos conserva el sabor a época y el estilo de Clarín a la vez que evita arcaísmos y sintaxis antigua para acercar el texto a nuestro tiempo

Eduardo Galán.

La ciudad Vetusta representa a Oviedo, pero es una invención de Clarín. Vetusta es un elemento de la obra como lo es uno de sus personajes. Las calles parecen sus venas por donde corre la sangre, la catedral su corazón pues rige el ritmo de los habitantes, el bosque que parece ser el alma de la ciudad, el casino, los teatros, la parte jovial de la ciudad. La forma en la se describe es casi orgánica, como un ente vivo, con su propia voluntad. Representa a esas personas que la habitan, esa aristocracia ociosa, algo aburrida de sí mismos, chismosa e hipócrita. Se muestra la cierta incultura de la época en España a finales del siglo XIX, las diferencias de clase muy pronunciadas. Pero al final, todos buscan lo mismo, beneficios personales, intrigas que les distraigan y salir del aburrimiento. Las mujeres que aparentan ser amigas y confidentes de Ana Ozores (la Regenta) son en realidad tanto las de clase alta como las de clases populares seres envidiosos que ansían ver caer a la Regenta para así comprobar que nadie escapa a los placeres de la carne y que no es digna de tanta admiración. Es un tema muy actual, que sorprende como el autor lo trata en la novela del siglo XIX, ¿será que no hemos cambio tanto en esencia? Las mujeres, quienes entre ellas. lamentablemente son, en muchas ocasiones sus propias enemigas. Sin duda, hemos avanzado mucho hoy en este tema, con lo que se ha venido a llamar «sororidad» (amistas real entre mujeres). Sin embargo, todavía hay mucho de Vetusta en algunos foros, especialmente en algunos ámbitos laborales donde hay competencia. En el escenario, la ciudad se representa de forma minimalista pero efectiva, dado que el gran lienzo blanco que representa la casa de la Regenta, centro de la obra, proyecta ademas diversos espacios de la ciudad, como la Iglesia o el Casino, el bosque. La sensación se siente de los cambios de lugar sin necesidad de elementos de atrezo.

La Regenta es una novela inmensa en todos los sentidos. Llevarla al teatro se antoja una tarea casi imposible, pero una vez tomada la decisión se hace necesario responder a la pregunta de si vamos a ser fieles al texto de Clarín. La respuesta es sí. En la adaptación para la escena abordamos necesariamente cómo lo cuenta el autor, su lenguaje. El lenguaje obedece a un sistemas de pensamiento y es precisamente ese sistema particular de Clarín lo que queremos conocer y en el que queremos sumergirnos. El teatro nos permite trasladar palabras e imágenes, a gestos, a inflexiones de voz a movimientos internos o externos de los personajes, a espacios poéticos…»

Helena Pimenta.

Quien mejor que en las palabras de la directora y su autor para que nos cuenten lo que ha supuesto enfrentarse a esta novela del Realismo español esencial para saber y comprender nuestra historia a través de la literatura. Conocemos un Pueblo su modo de pensar, su política, su historia, sus conflictos, la psique a través de su literatura y su teatro, pues recordemos todos, lo que nos viene a la cabeza al leer La Regenta: Madame Bovary de Gustave Flaubert. Escrita también en el siglo XIX, un poco antes que la Regenta. Podemos también apreciar cómo dentro de las diferencias superficiales de cada Pueblo, el francés y el español, la esencia de estas dos jóvenes mujeres es la misma, la época que les tocó vivir no era acorde con sus anhelos y sus sentimientos de conocer mundo, exterior e interior. En ambos casos condenan a sus protagonistas por el hecho de querer sentirse vivas, al ostracismo. Es fundamental conocer la historia de lo que somos a través de nuestras obras, y el teatro nos da esta magnífica oportunidad. Os dejamos el link al teatro para facilitaros comprar la entrada: La Regenta.

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