El pasado mes de septiembre el fallecimiento del apasionado e incansable maestro Gerardo Vera dejaba un vacío en el teatro difícil de llenar y nos legaba un proyecto que retoma Alfredo Sanzol concebido como un homenaje a título póstumo y que será su primer montaje como director del Centro Dramático Nacional.
La historia de Macbeth es oscura como una pesadilla, y todos se sumergen en ella. Es viscosa y espesa como la brea y la sangre. El mundo entero está cubierto de sangre. Es material y física, fluye de los cuerpos de los asesinos, se adhiere a sus manos, a sus rostros y a sus puñales. Es la imagen del mundo ahogada en la violencia pegajosa de la sangre. Es una infección del alma, concreta, palpable, corporal y asfixiante. Toda la obra está atravesada por el estertor de un moribundo, por un miedo profundo y visceral que invade sus noches insomnes y en el que, una vez asesinado el rey Duncan, ya no cabe más que seguir matando (Gerardo Vera).
Interpretado por Alejandro Chaparro, Carlos Hipólito, Jorge Kent, Fran Leal, Borja Luna, Markos Marín, Marta Poveda, Álvaro Quintana, Agus Ruiz, Chema Ruiz, Mapi Sagaseta y Fernando Sainz de la Maza. Es una producción de Centro Dramático Nacional. Lo podéis disfrutar con todas las medidas de seguridad habidas y por haber en el Teatro María Guerrero del 27 de noviembre de 2020 al 17 de enero de 2021.
La pregunta que nos apela en el cartel de la obra es: “¿Se puede lavar la sangre?” Quizá se pueda lavar de las manos pero nunca de la consciencia. La sangre deja un poso y seca no dejando tregua, la sangre derramada en Macbeth es la de la traición, la avaricia, el engaño, es la sangre del dolor y de la venganza, la que nunca termina, la venganza. Todo es noche, penumbra y visiones en neblina que representan toda la obra de Shakeaspeare, la muerte, el terror, la huida fútil y sin destino, dado que esa huída a toda velocidad se dirige a su cadalso final. Las conspiraciones contra los que se quiere a cambio del poder, hacen de esta obra su estatus de universal. Es que ya poco hay más que descubrir en el ser humano, si escuchas a Shakeaspeare. Está todo.
Para un adaptador, enfrentarse a Shakespeare es un enorme reto, una gran responsabilidad y, se podría decir, un rito de paso a la madurez. Hay tantas versiones de Macbeth como directores la han puesto en escena en sus cuatro siglos de vida. Y sin embargo, una vez aceptado el reto, no queda más que sumergirse en ese océano tenebroso y buscar la esencia de sus personajes, el magma primigenio que les da vida, para moldearlo una vez más, para traerlo a la realidad y adaptarlo al concepto creativo del director. Y eso es lo que he intentado, con respeto y humildad pero siendo consciente de que nada es sagrado e intocable. Que el público juzgue. José Luis Collado
Por muchas veces que hayáis visto un “Macbeth” no os perdáis éste. La puesta en escena deja paso absoluto a la magia de la interpretación del reparto de lujo, la luz nos da el ambiente adecuado a cada escena dejándonos a nosotros que nos gestionemos las emociones de cada frase de la estupenda versión en castellano. Apta para expertos y profanos en Shakeaspeare, es teatro del bueno para disfrutar las 2 horas que dura la función.
La obra más allá de toda la sangre derramada por las ansias de poder es una obra que habla del amor, un amor absoluto que conlleva a la barbarie, la destrucción y la locura. Lady Macbeth juega un papel fundamental, es la ideadora de todo, es la incitadora, es la estratega, su marido es el perpetrador, de la idea a la realidad. Pero, ¿qué es lo que realmente quiere Lady Macbeth? Esa es una pregunta compleja. La obra está llena de misterios de lo desconocido, las brujas son el símbolo del incierto destino, que aunque escrito está aún por determinar cómo y cuándo va a realizarse. Los hilos que van tejiendo una manta de espanto y sangre. Macbeth oye lo que quiere oir y deja de lado las advertencias de su amigo Banquo, quien le avisa que si comienza a matar a todo aquel que le aleje de su “trono”, la matanza no tendrá fin y será presa fácil llevado arrastras por su paranioa y ambición. La magia adivinatoria de las brujas es susceptible a la interpretación como las leyes, Macbeth interpreta acorde con sus deseos de poder y de convertir a Lady Macbeth en reina. Pero, que hace a Lady Macbeth querer acabar con la vida de su rey Duncan, rey bueno y admirado por todos, ¿el amor a su marido, la ambición o su sexo? Este último punto en la pregunta es por que ella apela a la hombría de su marido para incitarle a cometer el crimen. ¿Es la espada o la palabra la mata al rey Duncan? ¿Es la mano de Macbeth o la voluntad de su esposa?
Ir al teatro y ver este elenco extraordinario en un Shakeaspeare, creado por el Gran Gerardo Vera y acabado por Sanzol, desde luego es una delicatessen para los sentidos, en los tiempos que corren cuya necesidad de lo bello es esencial para el alma. Olvidarse del mundo y vivir en otros mundos, los mundos del teatro que nos llevan a viajar muy muy lejos. En tu butaca, en silencio, casi a oscuras nunca tendrás más luz brillando en tu interior que con la magia del teatro, de la cultura, que tanto nos salvó en el confinamiento y que es tan necesaria. ¡Id al teatro! Ahora más que nunca. Y siempre.
BGD ¡Nos vemos en los teatros! 😉