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Boom!

Hay quienes no se han enterado aún que ya nada será nunca igual. No hay vuelta atrás.

En el planeta somos ya 8 billones de almas, queriendo todos un trozo del pastel, nuestros recursos son insuficientes para incluso la mitad, cuánto menos, si hay un 1% de la población que ya no sólo tiene una porción de ese pastel, sino que igual la mitad de la tarta. Quedando la otra mitad para el 99% de bocas y deseos que quedan por satisfacer. Insostenible. Todo esto, sin hablar de nuestro planeta y el daño que sufre a causa de los seres humanos, cada vez más contaminantes dentro del marco de la economía global y de mercado libre.

Calle comercial de una capital europea. Antes COVID 19.

Las calles de las principales capitales del mundo, entre otras ciudades medianas, se llenan de consumidores dispuestos a comprar a un buen precio, incluso que no lo necesiten, algún artículo de ropa, complementos y/o tecnología. En nuestra sociedad actual, ir de shopping, es una actividad «cultural» tal cual. Pasearse y mirar tienda tras tienda, en busca de algo que todavía no sabemos que necesitamos, la necesidad ya la generaremos luego, es una forma de ocio en sí misma. Este concepto consumista lo han entendido muy bien ciertos modelos de negocio, donde se ofrecen series ultrarepetidas de un artículo a un precio super competitivo. (5.99€) ¿Quién podría resistirse a este precio por unas gafas de sol super modernas, unas zapatillas para caminar de lona, un cinturón chulísimo metálico o un vestido floreado? Eso es crear la necesidad, ¿cómo no comprar a esos precios tan bajos «por si acaso»? ¡Oye! siempre vienen bien unos pantalones nuevos, o lo que sea. Aunque quizá nos lo pongamos una sola vez o ninguna en el peor de los casos. Son artículos de mala calidad que aquí sí se da el refrán de: «lo barato sale caro». Al año siguientes esas camisetas útiles de algodón blancas para el verano, están para tirarlas después de… digamos, cinco lavados. Así pues, lo barato nos ha salido caro. Tenemos que volver a comprar, esa ruleta constante inagotable, que da tanto y tanto placer momentáneo, una vez más vuelve a girar. ¿Qué gusto da estrenar cosas nuevas? Durante unos minutos quizá horas, luego ya nos baja el subidón.

OECD (2021), «Business tendency and consumer opinion surveys», Main Economic Indicators (database), https://doi.org/10.1787/data-00041-en . En este estudio de OCDE (en sus siglas en castellano) podemos ver cuales son los parámetros y las tendencias de consumo, confianza del consumidor, industria, retail, tendencia de negocio entre otros. Desde mayo 2020 a Junio de 2021. Se puede ver cómo han cambiado los hábitos del consumidor, así como el tipo de consumidor, a causa de la pandemia mundial. El acceso a internet y el dinero de plástico, no está a la mano de todo el mundo. El modelo de negocio (de grandes ofertas de series) que mencionábamos anteriormente, está basado en un tipo de consumidor en su mayoría de nivel económico bajo pero que sigue consumiendo en internet. Sin embargo, en los pequeños y medianos comercios, no han tenido esa facilidad. Por lo tanto, durante la pandemia y el estado de alarma y confinamiento, se han cerrado muchos negocios medianos y pequeños, que les ha sido imposible competir con los grandes, especialmente a causa de la brecha digital tecnológica. Todo esto es ya irrecuperable, al menos de la misma forma como lo conocíamos. Esa es la triste realidad. ¿O no? El problema quizá no sean los medianos y pequeños negocios locales, regionales, sino las grandes corporaciones multinacionales que basan su producción en la deslocalización.

La deslocalización internacional de empresas, entendida de forma simple como el traslado de los establecimientos industriales pertenecientes a determinadas firmas de unos países a otros, no es un fenómeno muy antiguo, pero tampoco excesivamente reciente, si bien ha adquirido una mayor dimensión con el cambio de siglo, afectando con particular intensidad a regiones y países desarrollados. Con todo, están comenzando a observarse desplazamientos de producción entre economías con similares dotaciones factoriales, como los que han tenido lugar, por citar un ejemplo, desde Méjico o Marruecos hacia China. Incluso países que, en los últimos años, se han visto favorecidos por el traspaso de unidades deproducción, caso de los del Centro y el Este de Europa, están registrando deslocalizaciones. Por otra parte, este proceso no se limita a las actividades manufactureras, sino que también se deja sentir enalgunos sectores de servicios (call centers, contabilidad, asesoría jurídica e informática, servicios dediseño…). (Extracto de ipyme.org ministerio de industria, turismo y comercio)

Hay muchos aspectos negativos en la cuestión económica, en España sin duda, se ha notado mucho el efecto de la pandemia dado que nuestros ingresos en mayor medida nos vienen de los servicios y el turismo. Hay también algunos aspectos positivos a causa de la pandemia, éstos son más difíciles de ver y/o aceptar por lo trágico de las muertes de los seres queridos en muchas familias, ¿pues que puede haber de positivo en todo eso? Es muy complicado de aceptar que sí que lo hay, cuando tu hijo, padre, madre, hija, hermana o hermano, abuelos o amigos íntimos han estado muy enfermos e incluso por desgracia no lo han superado. Pero, siempre hay cosas buenas de cualquier castástrofe, la primera, es: ¿qué tenemos que hacer para cambiar y que no ocurra más? Nos invita a la reflexión como sociedad, replantearnos hacia dónde vamos, el no dar nada por sentado, tenemos un cuerpo, un planeta, una oportunidad. Todos recordamos, si no deberíamos de recordarlo, como durante los meses de confinamiento los animales salieron y ocuparon zonas que les habíamos usurpado, como bajó el nivel de ruido y contaminación a causa de menos tráfico en las ciudades, también menos tráfico aéreo comercial. Es muy comprensible que aquellos a los que les azotó de lleno en los suyos no van a aceptar esto que se dice. Es muy loable sentimiento.

Otro hecho terrible que visibilizó un problema y una paradoja, fueron los atentados del 11S en EEUU, por un lado el cese de tráfico aéreo durante unos 3 días alarmó a los observatorios climatológicos de que el cese de esta nube propulsada por los aviones comerciales (en su mayoría) incrementó notablemente la temperatura terrestre a casi 1.5ºC (un montón), dado que los rayos solares penetraban en la atmósfera más y mejor. La paradoja, es que este hecho acelera el proceso de calentamiento global, y antes de este hecho, al no penetrar los rayos de luz a la atmófera a causa del tráfico aéreo, ralentizaba el proceso, pero, está siendo mortal para la vida en el mar, especialemente los corales marinos y la biodiversidad. Lo que a medio plazo (más bien que largo hoy día) va a generar mayores problemas. Así pues, el modelo capitalista democrático, por un lado alarga lo inevitable, por otro lo oculta, estamos entre «la espada y la pared» lo que en inglés sería «Catch 22«. Si no hay tráfico aéreo, se acelera en calentamiento, y si lo hay, retrasa un poco más tarde el mismo proceso con consecuencias devastadoras sin vuelta atrás. ¿Qué hemos hecho? Pues seguir viajando en avión siempre que hemos tenido ocasión. Es como si la actual sociedad quisiera «nadar y al tiempo guardar la ropa». No estamos mentalmente preparados para realizar cambios en nuestros hábitos cotidianos. Otra triste realidad.

La ciudad italiana en pleno confinamiento; foto by Mick De Paola

Por lo tanto, hay quienes aún no se han enterado o no quieren enterarse de que ya nada será «normal», entiéndase, igual que antes, y que realmente tampoco era muy «normal» el estilo de vida que llevábamos en los países «ricos», insostenible para el planeta. Es como si no quisiéramos aceptar el hecho que hay una pandemia mundial que afecta a todos por igual, países, sexo, raza, religión, norte, sur, este y oeste. Que sin duda los que más sufren siempre son los más vulnerables, pero que, aún así, nos está afectando a toda la población mundial, sin excepción. Los ciéntificos advierten que con el deshielo a causa del calentamiento global, van a despertase más de 30 especies de virus que no conocemos. No es por alarmar, lo decimos para informar. No se ve ninguna preocupación real en la sociedad actual, especialmente en las ciudades occidentales, la gente no puede estar un verano más quieta, se produce un éxodo vacacional, los conciertos masivos, reuniones multitudinarias en las plazas, etc… en plena pandemia (no superada aún) que está causando la vuelta atrás. Somos idiotas, es lo único en lo que se puede pensar. Por no poder estar unos meses, un año más, quietos y prudentes, estamos echando por la borda todo sacrificio de confinamiento y daños que hemos ya pasado. Es del todo incromprensible. Una vez más estamos enfocando en lo importante (nuestra vida, negocios, vacaciones, problemas cotidianos….) y no en lo urgente (cambio climático, estilo capitalista de vida no sostenible, futuro….) desde luego, sufriremos las consecuencias en breve, pero consecuencias directas, parece que si no lo tenemos enfrente de nuestra puerta no nos preocupa. No estamos entendiendo la palabra global, más que para comprarnos algo en Amazon o usar un Uber, por ejemplo. Global también significa, calentamiento global, pandemia global, colapso económico global… lo que ocurre en la puerta de tus vecinos te afecta a tí también directamente.

La política tiene que tomar decisiones y poner medidas drásticas que serán o deben ser duras pero efectivas, pero es ejercida por los «políticos» quienes cuál milenias instragramers sólo quieren resultados inmediatos de popularidad, tomando así decisiones populares que no afecten a las vidas de sus «votantes» que, aunque volátiles, son los que les ponen en la silla de los parlamentos para representar a la «mayoría», es democracia, ¿no? Ningún representante político quiere enfrentarse a la realidad pues eso le quitaría popularidad y sería la diana de todas las críticas de sus adversarios, quienes, cual hienas están al acecho de morder la poca carne que quede en el hueso de la víctima, para así poder llevarse sus «votantes» a su otro lado de la valla. La agenda 2020 que luego fue 2030 y ahora ya se habla del 2050 … seguimos procrastinando las medidas que son ya urgentes e importantes. Según la agencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático estas son las medida que habría que tomar urgentes este año:

Las principales conclusiones de este año sobre la ciencia del clima son: 

  • Una mejor comprensión de la sensibilidad de la Tierra al dióxido de carbono refuerza el apoyo a una ambiciosa reducción de las emisiones para cumplir el Acuerdo de París
  • Las emisiones procedentes del deshielo del permafrost pueden ser peores de lo esperado
  • Los bosques tropicales pueden haber alcanzado el máximo de absorción de carbono
  • El cambio climático agravará gravemente la crisis del agua
  • El cambio climático puede afectar profundamente a nuestra salud mental
  • Los gobiernos no están aprovechando la oportunidad de una recuperación ecológica de COVID-19
  • COVID-19 y el cambio climático demuestran la necesidad de un nuevo contrato social
  • Los estímulos económicos centrados principalmente en el crecimiento pondrían en peligro el Acuerdo de París
  • La electrificación de las ciudades es fundamental para una transición justa hacia la sostenibilidad
  • Acudir a los tribunales para defender los derechos humanos puede ser una acción climática esencial

Es fundamental destacar que ya lo dice aquí (en el informe de la ONU) que COVID-19 ha cambiado nuestra sociedad para siempre, requiere de nuevos acuerdos. Otra cosa a destacar es la cuestión que también venimos diciendo, compartimos el mismo planeta, pero las decisiones siempre son tomadas en su mayoría por los mismos países, ricos y desarrollados occidentales. Los demás se ven condenados o atrapados en estas decisiones y en el peor de casos, afectados por las mismas. «Como todos compartimos el mismo pequeño planeta, y hay límites planetarios, no podemos confiar en que la naturaleza nos apoye si nosotros no apoyamos a la naturaleza”, dijo Johan Rockström, director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y copresidente de la Earth League (Liga de la Tierra). «De todas estas ideas científicas debería surgir una idea política: si queremos tener una oportunidad de estabilizar nuestro clima, por el bien de nuestra propia seguridad, la última oportunidad de reducir los gases de efecto invernadero es ahora».

A pesar de lo que se dice (aunque aún no se sabe nada e igual ni se sabrá) que el virus COVID-19 se inició en China en un laboratorio de alta seguridad donde investigan virus, que fue un descuido, que no lo fue, que alguien lo ha hecho a drede, que no… y así hasta la saciedad. Lo que está claro es que está ahí fuera, que está mutando, que ya se ha cargado a 4 millones de personas, y las que están ahora mismo luchando contra la enfermedad, puede que la superen y puede que no. Que es un virus animal que afecta a los seres humanos, dado que estamos consumiendo más de lo que necesitamos, invadiendo especies y acabando con los bosques. Eso es la realidad, no podemos hacer más que ser inteligentes y cuidarnos unos a otros, ¿cómo? pues cuidándonos a nosotros mismos, superando el tema de «si no lo dice el gobierno…» NO! tenemos que ser inteligentes y pensar por nosotros mismos tomando responsabilidad, los gobiernos muchas veces no toman decisiones en base a nuestras vidas sino a otros parámetros socio-económicos que ahora no vienen al cuento. Tomémonos en serio esto y lo que venga. La esperanza es lo último que se pierde, pero uno al ver hablar a los políticos de uno u otro bando en todos los países, se le cae la esperanza al suelo, quizá un día ya no nos agachemos a recogerla, ¿qué ocurrirá entonces?

BGD Editorial (foto de portada de Nick Fewings)

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