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S.O.S La Tierra

¿Qué aire estás respirando? ¿Están los países haciendo progresos en los niveles de calidad del aire?

El aire es fundamental para la vida y su calidad es crucial para así evitar tener riesgos en nuestra salud. Según un estudio realizado por diversos expertos y publicado en revistas especializadas con datos específicos, estamos respirando aire cada vez con más partículas de polución. Nosotros no aspiramos a contar este problema desde un punto de vista demasiado técnico pero sí, claro para se entienda. ¿Qué están haciendo los países? Esa es la pregunta clave. Todos estos temas se tienen que abordar desde lo político para tener un efecto relevante.

Lo que más contamina son las transformaciones de la energía y el uso de las energías, así como su consumo. Desde los industrial hasta el ámbito privado, el consumo de energía es cada vez más elevado en nuestro estilo de vida. La mayor preocupación es cómo nos afecta en la salud a medio largo plazo y los ecosistemas. La degradación de la calidad del aire tiene un impacto inmediato en lo económico y lo social, desde el coste que supone para nuestra salud hasta la reducción de agricultura y la degradación de los bosques. Hay además, una parte de la población que son especialmente vulnerables a la baja calidad del aire, sin contar desde los más jóvenes hasta los más mayores por motivos obvios.

En la atmósfera emisiones de sulfuro y nitrógeno son transformados en sustancias acidificantes como ácido sulfúrico y nítrico. Cuando dichas sustancias alcanzan el suelo acidifican la tierra el agua y los edificios con el consecuente daño medioambiental. Ya todos sabemos que el óxido de nitrógeno contribuye a lo que se conoce como «gases de efecto invernadero» con el resultado que ello supone y estamos notando y son los responsables de la eutrofización, reducción de la calidad del agua y riqueza de especies. Además de estar asociados con efectos adversos sobre la salud de las personas causando altos niveles de enfermedades respiratorias.

¿Cuáles son los retos de las políticas? Las emisiones de estos gases contaminantes han de ser reducidos de forma notable, desde lo local a lo regional y así globalmente. Sustituyendo combustibles sucios por otro más limpios. Adoptando formas de consumo con energías limpias. Para que las empresas o industrias hagan estos cambios es necesario aplicar incentivos en la transición hacia las energías limpias. Desde la política se puede reducir los impuestos a aquellos que obtengan su energía de forma limpia, así como subir aquellos impuestos del uso de la energía contaminante. Sin duda un cambio radical en la forma de nuestro estilo de vida, lo que es complicado sin medidas quizá algo drásticas.

Cabe destacar que, la explosión severa a varios factores de polución así como la mala calidad del aire, es más preocupante en algunas áreas, como las zonas muy pobladas y/o zonas urbanas en los países. Por lo tanto, medidas más estrictas son muy necesarias, pese a que desde los líderes políticos muchas veces estén coaccionados con sus niveles de popularidad. Las medidas para salvar el aire, los mares, los bosques, en definitiva a todos los seres humanos requieren de pasos que quizá, la población no vea con buenos ojos. Menos tráfico, reducción de CO2 a la atmósfera, reducción de consumo. Conlleva, todo ello un cambio radical de estilo de vida y de tantas cosas que día a día no pensamos como nocivas para el medio ambiente, pero sí que lo son. Y mucho. Los gobiernos están un poco entre «la espada y la pared» no perder votos de un segmento de la población y salvar el planeta y sus recursos. Intentar hilar políticas que sean de ayuda pero sin demasiado coste político.

En la gráfica arriba se puede ver por países la emisión de finas partículas y las intensidades por unidad del PIB en el año 2021. En dólares americanos. La fuente es la OECD. La gráfica debajo indica la población expuesta a las partículas.

Los indicadores revelan que la polución es alta y severa y que está afectando a la población mundial sin excepciones. Los datos internacionales sobre emisiones de las partículas de polución está disponibles, pero no en todos los países de OECD. Por lo tanto en algunas otra fuentes de información algún dato podría diferir. De nuestra parte sólo decir que el hecho que los estados maquillen, cubran, tergiversen sus datos no ayuda nada en trabajar sobre un mismo objetivo. Lo que nos ocurre casi siempre es que hasta que no le vemos «las orejas al lobo» no ponemos remedio en la catástrofe. Otra vez, la economía está por delante y los gestos para mejorar la calidad del aire en las ciudades, en los países son aún, a estas alturas, débiles. La causa será no tan «a largo plazo» cuando tengamos los hospitales con enfermos crónicos por causas respiratorias, cuando los países tengan que afrontar el problema de pagar seguros sociales, o aquellos países que tengan otros sistemas de pensiones fondos privados, se verán desbordados. Tenemos que ser conscientes del valor humano. Lo que supondría para las democracias actuales tener una avalancha de problemas sanitarios. Lo hemos visto durante la pandemia del COVID-19 y parece que no hemos aprendido nada. Tenemos que ser valientes, los políticos, y atajar este tema de forma clara (aunque sea impopular) y realizar cambios estructurales en las grandes ciudades sobre todos, de nuestro modo de vida. Dinamarca, Suecia y Países Bajos ya han implementado medidas, por lo que es posible y es cuestión de pedagogía con la opinión pública.

BGD

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