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Teatro

En el Teatro Español «la isla del aire» hasta el 14 de enero 2024. Ver a la gran Nuria Espert en el escenario.

Desde la novela de Alejandro Palomas, la adaptación teatral de «la isla del aire» en una producción del Teatre Romea, dirigida por Mario Gas, nos cuenta la historia de tres generaciones en una familia formada por mujeres, abuela madre e hijas. Nuria Espert es Mencía, Vicky Peña es Lía, Teresa Vallicrosa es Flavia, Clàudia Benito es Bea Candela Serrat es Inés.

La isla del aire es la reescritura dramatizada de la primera parte de la trilogía de Alejandro Palomas, El tiempo que nos une. Es una obra poética y simbólica que trata sobre el dolor y las cicatrices que tantas veces marcan las relaciones familiares. La trama está situada en Menorca y cuenta la historia una familia de cinco mujeres, guiadas por la vieja Mencía (la matriarca de la familia), que se adentran en un viaje en
barca a la Isla del Aire. La desaparición de Helena, la nieta mayor de Mencía, está muy presente en el pensamiento de la familia y, durante esta excursión, Mencía obligará a sus hijas y nietas a enfrentarse a la verdad y a los secretos que ocultan.

Los secretos, las ausencias, el dolor sale a la luz poco a poco cuando todas se juntan alrededor de la abuela Mencía, a la vez agitadora y catalizador de los sentimientos de las hijas y nietas. El tiempo no siempre lo cura todo, lejos de eso, en ocasiones no es más que un acicate para atormentarse, hacerse preguntas que nunca van a tener respuesta. ¿Qué seríamos sin amor? Los apegos que normalmente son nocivos pero todos los buscamos sin descanso, el ancla familiar, el amor pasional, los deseos íntimos y la nostalgia de lo que se perdió o nunca fue. Navegamos todos por esos mares inciertos de aguas mansas que aventuran tormenta. El fracaso conyugal, la búsqueda de sentirse amado. En el texto hay personajes masculinos, son esos hombres que también buscan algo más. Los personajes masculinos que, sin estar, están muy presentes, sin embargo, son evocados por ellas, no tienen voz propia, hablan ellas. Mujeres de distintas generaciones unidas por la rotura de una ausencia importante. La dolorosa pérdida Helena, que no aparece en escena pero que también está muy presente en el dolor de su madre, abuela y hermanas. A través del texto podemos conocerla muy bien. En las palabras del autor «están, sobre todo cuando no están». Como si se tratara de un tapiz o colcha de recuerdos y miedos, sobre todo miedo a la soledad, estas mujeres de la misma familia van tejiendo su sentimientos y anhelos, los pensamientos, la incertidumbre del pasado que pesa tanto en el presente pero que, sin embargo, las ayuda a seguir luchando a pesar de la vida. En la isla de Menorca rodeadas de mar, cuyo simbolismo también está presente, pues el mar lo tiene todo, la vida, la muerte, la huida, la esperanza, pero sobre todo, lo desconocido.

La Isla del Aire es una historia muy personal, escrita desde las entrañas, el corazón puesto a prueba. El amor y el rencor, en la familia, parece casi inevitable, cuando nos ponemos a pensar en la nuestra propia, todo reflejo es cegador. El amor de una madre hacia sus hijas, quizá desmedido, entra en juego la duda de lo que es mejor o peor, y cuando actúa ese amor, lo hace en principio para proteger a su vástago, pero que a veces esa protección pudiera ir más allá, y deja un poso de dolor en el camino del tiempo que no se cura tan fácil. El rencor puede al olvido y la duda nos agobia pensando porqué nuestra madre obró de eso modo, si por amor al prójimo, o al propio. Las emociones se sienten pero es complicado darles valor y motivo ¿Es el amor de Mencía (la abuela) total hacia la hija o quizá las decisiones las tomó conforme a sus valores? ¿Es proteger a un hijo protegerse a uno mismo? Todas estas cuestiones están en el texto que tiene capas y capas de emociones. En una puesta en escena mínima para dejar volar la imaginación que corre a cargo de Sebastià Brosa evocando las rocas y el mar de la isla, el viento, la luz cambiante, una luz tan oscura como luminosa, semejanza de los sentimientos humanos, nos va llevando poco a poco a sumirnos en el dialogo sin darnos cuenta. Iluminación: Paco Ariza. Música original y espacio sonoro: Orestes Gas. Videoescena: Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Ruiz.

Es una oportunidad más para poder disfrutar de ver en las tablas a la gran Nuria Espert, muy acompañada, eso sí. Las cinco están muy bien. Pero ver a dos pesos pesados de la escena como La Espert y Vicky Peña es imprescindible para los amantes del buen teatro. Las escuchas, el tempo, que sólo dominan las grandes, hacer el texto suyo, con un toque de realidad pero sin pecar de exceso realismo, pues lo que vemos es interpretación actoral, lo difícil que es y lo fácil que parece cuando están a cargo grandes actrices. Es como ver a trapecistas en un trapecio desde abajo y ver cómo cada pirueta y salto parece simple cuando lo que hacen es arriesgar caerse, en este caso el trapecio son las emociones y poner toda la carne en el asador. Lo dejéis pasar esta oportunidad, conseguir vuestra entrada. Es escuchar teatro del bueno en la hora y media aproximada que dura el espectáculo.

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