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«La Casa eterna» por Yuri Slezkine. Ahora traducida al castellano cuatro años después de su publicación en 2017 en inglés.

La obra está traducida por Miguel Temprano García y lo publica la editorial Acantilado. Ya es posible disfrutar desde el pasado 2 de junio de esta apasionante historia paralela a lo que ya sabíamos de la Unión Soviética, pues se trata de las vidas de las familias que vivían en el emblemático edificio así conocido con el nombre de «La casa del gobierno». Es una lectura obligada para aquellos que siempre han tenido pasión por la historia y la literatura. La casa eterna (su título en castellano) de Slezkine une todo ello, un documento histórico pero a la vez literario de las vidas que respiraban en los 505 apartamentos del edificio majestuoso situado, nada más y nada menos, que enfrente mismo del Kremlin en Moscú. El edificio, hoy restaurado, era el hogar de intelectuales y tecnócratas del partido soviético, con sus familias.

La sobrecogedora historia del edificio es la historia de los que vivieron, las élites soviéticas, intelectuales, familias, el hogar de los revolucionarios y la sepultura de la Revolución. Algunos comparan la novela con la mismísima Guerra y Paz de Leo Tolstoi, o Vida y destino de Grossman, quizá por su trascendencia, quizá también por su grosor, son más de 1.000 páginas en su versión inglesa y en castellano más de 1.500 páginas. Sin duda esta obra es aspirante a ser una obra literaria de arte, una «Masterpiece». Para aquellos que no saben que leer este verano, elegir este gran libro tendrán sin duda, horas de lectura hasta el fin de la época estival. Se lee bien, aunque como todo libro extenso, encontraréis momentos explicativos y narrativos que quizá no sean tan amenos, no obstante, es una lectura muy intensa muy bien escrita.

SOBRE LA CASA

La casa eterna, el título elegido en español, es La casa del Gobierno. El edificio ideado por el arquitecto Boris Iofan en los años 20 del siglo XX era un ejemplo de la ideología bolchevique. Acabado el proyecto en el año 1931 listo para acoger a los inquilinos ilustres, los cuales iban cambiando de apartamento según iban ascendiendo en su carrera. El edificio situado en la plaza de la ciénaga, llamada así por que era un terreno fangoso de calles inundadas con frecuencia en años anteriores a su edificación antes de la revolución rusa de 1917. Allí sus inquilinos encontrarían todo lo necesario sin necesidad de salir al exterior, el edificio poseía, gimnasio, lavandería, biblioteca, supermercado, banco, piscina, pista de tenis, cine, teatro, así como zonas de encuentros comunes, donde sus inquilinos podrían tener encuentros sociales, allí encontrarán también La Gran Purga, en 1937. Tanto así que se ganó el mote de «La casa de la detención inminente».

En 1935, la Casa del Gobierno tenía registrados 2655 inquilinos. Unos setecientos eran funcionarios estatales y del Partido asignados a apartamentos concretos; los demás eran, en su mayoría, personas a su cargo, por ejemplo, 588 niños. Atendiendo a los residentes y ocupándose del mantenimiento del edificio, había entre seiscientos y ochocientos camareros, pintores, jardineros, fontaneros, conserjes, lavanderas, enceradores y otros empleados de la Casa del Gobierno (y hasta 57 administradores). Era el patio trasero de la vanguardia; una fortaleza protegida por puertas metálicas y guardias armados; una residencia donde los funcionarios estatales vivían como maridos, esposas, padres y vecinos; un lugar donde los revolucionarios volvían a casa y donde fue a morir la revolución.

El autor del libro Yuri Slezkine sabía de estas casas comunales, él mismo vivió en una, buscó por todas partes investigando, encontrando personas que compartieran su experiencia en una de estas casas, cuando se topó con La Casa por excelencia, la del libro, La Casa del Gobierno, la más grande en Europa de estas carácteristicas. Dada la magnitud del edificio y de sus miles de moradores, la decisión se estaba tomando prácticamente sola. El libro iría enfocado a esta casa en Moscú. No sólo por sus dimensiones y sus muchos habitantes sino también por su significado histórico, político, revolucionario del stalinismo. Buscó en archivos de residentes, encontrándose historias humanas, también es una novela de historias metafóricas, Slezkine quiere que sea una historia así, pero, la realidad se abre paso en su proceso de escritura, otra vez, realidad y ficción dos caras de una misma moneda. El autor se enfrenta así a un desafío creativo e histórico, cuando comienza a leer más y más, siente la necesidad de contar un pasado, unos antecedentes de la casa, pero también de sus habitantes. Recopila así, datos que van desde 1880 hasta 1980, aclarando así la perspectiva de la historia y de sus personajes.

LOS PERSONAJES.

Lo que parecía ser unos desconocidos compartiendo un edificio como vecinos, al final, se comprueba que en realidad eran unos camaradas de partido, colegas del gobierno, familiares, incluso el propio Stalin tenía a parte de su familia habitando allí. La mezcla de la realidad y la ficción, el autor expresa su reto al tener que poner voz a tantos personajes (inventados y reales) meterse en su psique, sus filias y sus fobias. Personajes que aparecen y desaparecen a lo largo de la extensa novela dividida en tres libros o partes. El hecho de rastrear desde 1880 en el pasado, hace sin cabe, más complejo dar voz a los personajes, a través de los mismos, se hace algo más dimensional y largo, lo que en principio el propio autor pensaba que iba a ser algo mucho más compacto y corto. Uno de los personajes reales, cuya obra además ya trataba de la casa comunal, ha sido especialmente complejo, pues el autor tiene que dar voz en textos que ya existen y novelarlos. Este es Yuri Trífonov, quien además creció en La Casa del Gobierno.

En la Casa del Gobierno, algunos inquilinos eran más importantes que otros por su posición en el Partido y en la burocracia estatal, por la duración de su servicio como bolcheviques veteranos o por sus logros concretos en el campo de batalla y en el «frente del trabajo». En este libro, algunos personajes son más importantes que otros o bien porque hicieron lo necesario para preservar sus propios recuerdos o bien porque otros lo hicieron por ellos.

Aleksandr Arósev (apartamentos 103 y 104), uno de los líderes de la toma del poder bolchevique en Moscú y presidente de la Sociedad Sindical para el Fomento de los Vínculos Culturales con el Extranjero, escribió un diario que conservó su hermana y publicó una de sus hijas. Valerián Osinski (apartamentos 18 y 389), uno de los ideólogos del Comunismo Izquierdista y primer dirigente del Consejo Supremo de la Economía Nacional, mantuvo una correspondencia de veinte años con Anna Shatérnikova, que guardó sus cartas y se las envió a la hija de él, quien las depositó en un archivo estatal antes de escribir un libro de memorias que colgó en Internet y posteriormente publicó su propia hija. Aleksandr Voronski (apartamento 357), el crítico literario bolchevique más influyente y supervisor de literatura del Partido soviético en la década de 1920, escribió varios libros de memorias y fue objeto de numerosos ensayos (entre ellos varios escritos por su propia hija). Borís Zbarski (apartamento 28), director del Laboratorio del Mausoleo de Lenin, se inmortalizó a sí mismo al embalsamar el cadáver de Lenin, mientras que su hijo y colega, Iliá Zbarski, cuidó profesionalmente del cadáver de Lenin y escribió una autobiografía con recuerdos suyos y de su padre. Arón Solts (apartamento 393), «la conciencia del Partido» y fiscal general, escribió numerosos artículos sobre la ética comunista y protegió a su sobrina recién divorciada, que escribió un libro sobre él (y envió el manuscrito a un archivo). Ívar Smilga (apartamento 230), fiscal del juicio por traición celebrado en 1 9 1 9 contra Filipp Mirónov, fue el objeto de varias entrevistas concedidas por su hija Tatiana, que había heredado su don para la elocuencia y llevó a cabo un gran esfuerzo por preservar su recuerdo. A Borís Ivánov, el «Panadero» (apartamento 3 7 2 ), presidente del Directorio de la Industria de la Molienda de la Harina, muchos de sus vecinos en la Casa del Gobierno lo recordaban por su extraordinaria generosidad. (Prefacio)

EL AUTOR.

Yuri Slezkine

Yuri Slezkine (1956) es historiador, traductor y escritor estadounidense de origen ruso. Profesor de Historia Rusa en la Universidad de California en Berkeley, ha publicado los ensayos Between Heaven and Hell: The Myth of Siberia in Russian Culture (1993), Arctic Mirrors: Russia and the Small Peoples of the North (1994) y The Jewish Century (2004), por el que obtuvo el National Jewish Book Award.

Leer te hará ser feliz. 😉 BGD.

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