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LA MUJER TAOISTA

A continuación un extracto traducido del chino, del artículo que apareció en el nº 7 de 2004 de la revista Wudang.

SUS ORÍGENES

Li Cheng Yu nació en Hubei, en 1885. A la edad de tres años la enviaron a una aldea para ser criada en la casa de su futuro esposo. Su futuro marido era tan solo dos años mayor que ella, ambos no eran más que dos niños inocentes. Cuando tenía 11 años, en aquel otoño un bandido que estaba huyendo, no hacía más que molestar a los campesinos. Un día que Li Cheng Yu estaba huyendo buscando refugio, se perdió. Ella sola se escondió entre unas matas de los arrabales. Sacudiéndose el miedo de encima, soportó dos dias y una noche en el lugar nerviosa en extremo. Después de eso, su padre decidió llevarla de vuelta a la ciudad, pero como ya era una joven que había sido entregada a la familia del futuro marido no era bien visto que permaneciera con sus padres, por eso finalmente la llevaron a una casa de caridad hasta que cumplió 17 años y contrajo matrimonio.

SU VOCACIÓN

Sin embargo, poco después de casarse, Li Cheng Yu cayó enferma de tuberculosis. Como no encontraba curación, fue hasta las montañas de Wudang para rogar al cielo. Allí, el abad, que pertenecía a la 23ª generación de la secta de la Verdad Completa, la curó. El ambiente del monasterio acabó fascinándola. Para devolverle el favor al abad que le había salvado la vida, decidió persuadir a su marido para que tomara otra esposa y ella poder dedicarse de lleno a la vida monástica en Wudang. No había prácticamente nadie que comprendiera este gesto , por eso, nada más expresar su voluntad, tanto su marido, la familia de éste como la propia, así como toda la sociedad circundante, se le puso en contra, pero ni estos, ni los amigos más cercanos ni nada conseguía hacerla entrar en razón. Ella sabía que para poder hacerse monja, su marido era la pieza clave, por eso por un lado, trabajaba para el marido, y por otro, por sí misma le buscaba novia. Su marido acabó dándose cuenta de que ella ya tenía una decisión bien tomada, así que no tuvo más remedio que ceder.

Finalmente ingresó en un templo. Aquel lugar se llamada Pura Alegría y se enclavaba dentro de la ciudad, ocupando una enorme extensión. Allí Li Cheng Yu se dedicaba a leer libros sagrados, meditar y realizar el resto de las tareas propias del monasterio, llevando una conducta regular y ganándose la aprobación de un buen número de taoístas. En su tiempo libre se dedicaba a pedir limosna y a explicar los libros sagrados, a dar buenos consejos especialmente a las jóvenes aún sin casar y a las que ya lo estaban. En tres años se ganó la confianza de todos siendo conocida por su disponibilidad a la plática.

TIEMPOS DE PRIVACIONES FÍSICAS

En 1935 el valle donde se hallaban sufrió una gran inundación, seguida de dos años de sequías y epidemias que diezmaron en gran número la población. Uno tras otro, muchos de los sacerdotes taoístas se vieron forzados a abandonar los templos para poder sobrevivir, convirtiéndose en seglares y volviendo al campo o bien pidiendo limosna. Li Cheng Yu fue una de esos taoístas entrados ya en años, que fueron a parar hasta las chozas de fuera de la ciudad que servían de conventos, para reducir los gastos de vivir en la ciudad. Con frecuencia dependían de las hierbas silvestres y las cortezas de los árboles para matar el hambre. A veces, en los peores momentos, incluso se comían el polvo que quedaba tras quemar las varitas de incienso, pues no había otra cosa. Igual pasaban dos o tres días hasta poder comer algo. Sin embargo, una vida tan dura no amedrentó a los que quedaron, sino que contra viento y marea mantuvieron siempre vivo el fuego del incienso en los altares y al mismo tiempo ayudaron a mendigos y vagabundos.

Una vez que cesaron las calamidades, ese puñado de taoístas del templo, entre los que estaba Li Cheng Yu, recibieron la estima y el respeto de los habitantes de la zona.

TIEMPOS DE PRESIONES PSÍQUICAS

En la época de los años 50, algún que otro político de la zona no veía con buenos ojos el estatus de los taoístas que vivían en templos, así que decidieron forzarlos a abandonar la vida monástica, y llevar una vida normal de campesino, con familia y trabajo. Había mucha gente que se reían con desprecio de esta nueva situación de los sacerdotes, aunque no todos opinaban igual, el tema se acabó convirtiendo en un verdadero debate. Li Cheng Yu temía pasar por la calle porque los muchachos gritaban al ver a las pocas monjas taoístas que «los sacerdotes budistas debían tomar por esposa a las monjas taoístas» Ella tuvo que sufrir afrentas y presiones por todas partes, tanto de compañeros, laicos, como sobre todo por parte de los mandos políticos que la hostigaban. Tanto fue así que un día se untó la boca con una pomada medicinal para sellarse la boca y no poder contestar las preguntas insidiosas de los mandos locales. Así pasó tres dias, sin comer, sin beber, sin hablar. Los mandos políticos, finalmente al ver la firme resolución para seguir el camino taoísta de Li Cheng Yu desistieron de su empeño de hacerla abandonar los hábitos. Después de todo este asunto, finalmente accedieron a reconocerla como monja taoísta, otorgándole una pequeña asignación mensual. Ella acabó siendo una de los 24 famosos monjes taoístas de Wudang, de la etapa posterior a la Revolución Cultural China.

SUS PRÁCTICAS TAOÍSTAS

Algunos de sus ejercicios más habituales eran:

Meditar
Su manera era que los «cinco centros» mirando hacia el cielo (los centros «yong-quan» de la planta del pie, los «lao-gong» de las manos y el corazón)

Chocar los dientes
Es hacer que choquen los dientes, como cuando se mastica. Eso produce suficiente saliva. Esa saliva, tragada, dicen que alarga la vida. Ella consideraba la saliva tan importante como la misma sangre. Desde que se levantaba por la mañana, hasta la hora de acostarse, siempre que tenía ocasión lo practicaba. Tras las comidas, se enjuagaba la boca con un poco de agua, que también ingería.

Usar la fuerza del pensamiento
Como de joven había estudiado qi-gong, había aprendido a usar la fuerza de su pensamiento para concentrarla en los lugares del cuerpo que hiciera falta a fin de mover el mal «qi» y hacer llegar el bueno, lo que la liberaba de molestias.
Dar vuelta a la cadena de aros
Siempre llevaba en cada una de las muñecas, a modo de pulseras, un par de aros de madera ensartados entre sí, que constantemente hacía girar en innumerables direcciones y que además, según cómo los movía, producían un agradable sonido. Estos ejercicios, además de reconfortarla y alegrarla, servían para ejercitar también el cuerpo.

Usar la vara de la longevidad
El segundo de sus tesoros, el «shou zhang» o bastón de la larga vida, que lanzaba al aire y recogía, ejercitando su coordinación

La practica del «wen tai-chi»
Durante bastantes décadas se dedicó sin interrupción a este ejercicio, que aunque, en principio no es demasiado difícil, llegarlo a realizar tal como se requiere, no resulta fácil. Se requiere de mucha suavidad, y blandura, y dejar absolutamente de lado toda fuerza. Con este ejercicio lo que practicaba era de hecho el jing, qi, shen («esencia», «qi» y «espíritu»)

La practica de sus ejercicios hizo de su cuerpo una maravilla. Sus dientes fueron muy blancos y fuertes, sus cabellos, por temporadas, regresaban del blanco al negro, e incluso, ya de bastante anciana (se dice que a los 106 años) le volvió la menstruación durante tres días con toda normalidad. Sus ojos enebraban la aguja sin ningún problema. Su corazón latía a 72 pulsaciones.

ELLA

Era una mujer de una gran elocuencia. Era capaz de hablar de cualquier tema, sea cultivo taoísta, sea de las cosas de la vida, sea para dar ánimos, o consuelo, como para tratar sobre la vida y la muerte. Siempre sabía dar buenos consejos, sin importarle quien fuera el que los recibía, tanto pobres, ricos, cultos, tontos. Todo aquel que quisiera escucharla, podía beneficiarse de su sabiduría.
Sus habilidades en el «xiu-lian» hicieron que tuviera más de 5.000 discípulos entre los cuales se encontraba gente de 36 paises.

SU PARTIDA

A las cuatro de la madrugada del 14 de febrero del 2003, Li Cheng Yu hizo despertar a la monja taoísta que la cuidaba, así como al resto de personas cercanas. Les dijo que quería ponerse sus mejores ropas y después les pidió que se marcharan. Ellos lo hicieron, y tras acabar con sus labores, al regresar a la habitación, encontraron su cuerpo en postura de meditación, con los «cinco centros» mirando al cielo, bien derecho. Su espíritu se había marchado… Conseguir trascender la vida en postura de meditación y derecha, nadie en 50 años lo había conseguido en todo Wudang

BGD 😉 Este artículo está traducido del chino de una revista china. Publicado en un blog universitario hace unos 18 años atrás. Creemos que podría ser de gran interés ahora.

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