Trabajar online es una ventaja, se ha establecido para mejorar, no sólo las condiciones laborales sino también, la productividad y nuestro planeta. Al no usar todos los días el coche para ir al puesto de trabajo o el transporte público se optimiza el resultado de la reducción de emisiones de gas a la atmósfera. Además de las ventajas para los padres en la conciliación familiar. No es posible en el sector servicios, ir a comprar a una tienda cualquier producto o ir a un bar/restaurante, todavía requiere de gente en sus puestos de trabajo, todavía… habrá quizá un día que no. Sin embargo, en la educación primaria y secundaria, hasta ahora, no se divisaba la posibilidad online, hasta la pandemia. Sí había Universidades que, cada vez más, ofertaban una gran variedad de grados y títulos con tutores online y pocas clases presenciales, en algunos casos ninguna presencial, todas online. Pero con los más pequeños y jóvenes ésto es difícil.
Han sido muchos sectores que han tenido que realizar trabajo desde casa durante la pandemia. Aquellos que flexibilizaban el trabajo con la posibilidad de teletrabajar desde casa, antes del COVID-19, han seguido haciéndolo y no han experimentado grandes cambios. Hay mucha actividad que se puede hacer por internet sin necesidad de ir a la oficina. Los supuestos más comunes habían sido, hasta ahora, poder atender las necesidades familiares, medio ambiente y productividad. La pandemia ha puesto de manifiesto que, pasábamos horas innecesarias en la oficina, en el coche, en el transporte público, con lo que conllevaba todo este “tiempo perdido”. Se ha comprobado que no éramos más productivos por pasar más horas en el lugar de trabajo.
¿Qué ocurre cuando trabajamos desde casa por causa mayor? Uno de los casos más representativos de esta situación ha sido la educación primaria y secundaria. También uno de los más afectados, en cuestión del caos que ha supuesto seguir con las clases sin estar preparados para hacerlo vía internet, desde el punto de vista de los docentes. Nuestros profesores han trabajado más (y en algunos casos) por menos dinero. La excusa ha sido perfecta, “no se pagan los extras por que no se trabajaban”. Una gran mentira que nos han colado algunas empresas/colegios, especialmente el sector de los privados. Las horas de los comedores, no se pagan por que ya no se come en el Cole. Las horas de cuidado de recreo, no se pagan por que no se cuida ya en el patio. Y así podremos enumerar un largo etcétera de ejemplos. Pero la gran trampa es que los profesores han trabajado más horas, más días, incluyendo en muchos casos, fines de semana. Han trabajado a destajo por menos dinero. Ese ha sido el caso de los profesores asistentes del tutor o profesor titular, quienes han estado desbordados de trabajo, incluso más allá de sus competencias normales.
La necesidad de teletrabajar, incluso en profesiones que no era común, durante la pandemia ha abierto un debate necesario y urgente. Es muy probable que esta pandemia no sea la última que la sociedad mundial va a tener que hacer frente. Por lo tanto, es de vital importancia tener cuanto antes una regulación justa del tele trabajo, especialmente para aquellas profesiones que, como la educación, se han tenido que reinventar a marchas forzadas. Esta situación a provocado muchas grietas. Los tiempos de trabajo, el material, número de alumnos por clase virtual, la colaboración de los padres (especialemente en primaria, ESO), los gastos de electricidad, luz, teléfono etc…
Así la flexibilidad se ha convertido en disponibilidad (constante), en un 24/7. La conciliación en agobio, dado que muchos docentes, también padres y madres, tenían a sus hijos en casa durante su trabajo docente online. Sin embargo, hemos aprendido que todo es posible. Podemos hacer que la cosa funcione, sí. Pero hay que tener una regulación legal del trabajo docente online. El peligro que tiene este colectivo, los profesores, de un burnout, es mucho. El coste de llegar a este punto es alto, dado que son los que forman a el futuro de nuestra sociedad. La ley tiene que fijar límites, estructurar el sistema de enseñanza online, establecer número de alumnos por clase virtual, horas lectivas posibles, material didactico, regulación de salarios/gastos ocasionados en los domicilios y materiales. En definitiva tenemos que aprender a mejorar esta alternativa, por que habrá más pandemias en el futuro y hemos de estar preparados. Que el COVID-19 al menos nos sirva para algo, no repetir los errores que hemos cometido ante lo desconocido e inesperado. Ahora ya, sabemos mejor.
BGD