Ópera

Adriana Lecouvreur. Ópera de Francesco Cilea ¡Qué arranque tan fabuloso de temporada!

La famosa ópera de Francesco Cilea, estrenada en Milán en 1902, se presentará en el Teatro Real en la ya clásica producción de David McVicar, que desde su estreno en el Covent Garden de Londres, en 2010, ha triunfado en los más importantes teatros de todo el mundo. La producción es un emotivo homenaje al mundo del teatro evocado desde dentro, en pleno Siglo de las Luces, con una ingeniosa y brillante escenografía de Charles Edwards y un espectacular vestuario dieciochesco diseñado por Brigitte Reiffenstuel, que potencian el drama de la célebre actriz protagonista.

El director de producción del Real, Justin Way, fue asistente de David McVicar durante la creación del montaje de Adriana Lecouvreur en el Covent Garden, en su estreno. Desde entonces dirige sus reposiciones, y lo hará por décima vez en el Teatro Real, donde esta ópera nunca se ha interpretado. Nicola Luisotti vuelve al foso del Real, al frente de dos repartos estelares y del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, en un repertorio en el que destaca como uno de los más grandes directores de la actualidad. En el papel titular se alternarán Ermonela Jaho y Maria Agresta. Junto a Elīna GarančaBrian Jagde y Nicola Alaimo, en el primer elenco; y Ksenia DudnikovaMatthew Polenzani Manel Esteve, en el segundo.

La ópera, ambientada en el efervescente París de la Ilustración, está inspirada en la vida real de la legendaria actriz Adrienne Lecouvreur, idolatrada y defendida por Voltaire, que destacó por sus brillantes, sinceras y originales interpretaciones en la Comédie Française. Su enorme fama, amoríos, su relación con el mariscal Mauricio de Sajonia -pareja de la celosa Madame de Bouillon-, y su muerte en extrañas circunstancias, con apenas 38 años, han inspirado, ya en el siglo XIX, la obra teatral de Eugène Scribe y Gabriel Legouvé que sirvió de base al libreto de Arturo Colautti. Pese a que la ópera confronta las emociones exacerbadas de la pasión de Adriana Lecouvreur y los celos de la princesa de Bouillon, que aman al mismo hombre, Cilea crea una partitura de gran elegancia y contención, que combina la intensidad dramática, la belleza melódica, la exquisita orquestación y una refinada sensibilidad lírica, capaz de expresar las complejas emociones de los personajes, desde el lirismo más íntimo a los estallidos de pasión.

Adriana Lecouvreur: Teatro, vida y pasión.

Adriana Lecouvreur fue una célebre actriz francesa del siglo XVIII, conocida por su talento en el teatro y por su vida trágica y romántica, que inspiró tanto obras literarias como una famosa ópera.  Nació en 1692 en Damery, Francia, y desde temprana edad mostró inclinación por el teatro. Alcanzó gran renombre en la Comédie-Française, donde fue una de las actrices más destacadas de su tiempo, especialmente por su actuación en tragedias de autores clásicos como Racine y Corneille. Fue muy apreciada por su estilo de interpretación naturalista, en contraste con el estilo declamatorio exagerado común en la época. Su vida personal fue igualmente dramática. Se la conoce por su romance con Maurice de Saxe, un general militar famoso. Sin embargo, esta relación estuvo marcada por celos y rivalidades, especialmente con la Duquesa de Bouillon, quien supuestamente también estaba interesada en Saxe. La leyenda dice que Lecouvreur murió en 1730, envenenada por la Duquesa de Bouillon, aunque no hay pruebas definitivas de que su muerte fuera consecuencia de un asesinato. La trágica vida de Adriana Lecouvreur inspiró la ópera Adriana Lecouvreur, compuesta por Francesco Cilea, que se estrenó en 1902. La ópera es un drama lírico que combina elementos de la vida real de la actriz con tramas románticas y políticas ficticias. El personaje de Adriana es retratado como una mujer apasionada y sensible, atrapada en un triángulo amoroso con Maurizio (basado en Maurice de Saxe) y la princesa de Bouillon.

La ópera se ha convertido en una de las favoritas del repertorio lírico, especialmente conocida por arias como “Io son l’umile ancella”, interpretada por algunas de las sopranos más famosas del mundo. Adriana Lecouvreur fue una mujer adelantada a su tiempo, especialmente en lo que respecta a su vida amorosa y su independencia. Su personalidad fuerte y apasionada, tanto en la vida como en el escenario, rompía con las convenciones de la época, en particular para una actriz, una profesión que no gozaba de gran estatus social en el siglo XVIII. En cuanto a su relación con Voltaire, es verdad que se conocieron y que Voltaire admiraba profundamente a Lecouvreur, tanto como actriz como mujer. De hecho, Voltaire escribió un elogio fúnebre muy famoso en su honor tras su muerte, donde alababa su talento y su carácter. Sin embargo, no hay pruebas concluyentes de que fueran amantes. Su relación parece haber sido de una profunda amistad, marcada por el respeto mutuo.

Elīna Garanča (Princesa de Bouillon), Nicola Alaimo (Michonnet), Ermonela Jaho (Adriana Lecouvreur) y Coro Titular del Teatro Real.

Es importante recordar que, en esa época, Voltaire también era conocido por tener relaciones con mujeres inteligentes y de gran influencia, como Émilie du Châtelet. Por lo tanto, aunque es posible que haya habido una atracción o un romance breve entre él y Lecouvreur, los detalles de una relación amorosa no están bien documentados. Lo que está claro es que Lecouvreur estaba rodeada de figuras intelectuales y artísticas de la época, y su vida personal reflejaba su independencia y su deseo de vivir según sus propios términos. Este aspecto de su vida, en el que desafiaba las normas de la sociedad de su tiempo, es lo que sigue fascinando a historiadores y artistas que recrean su vida en obras como la ópera de Cilea. Adriana Lecouvreur murió de manera repentina el 20 de marzo de 1730, a los 37 años. Su muerte fue rodeada de misterio y rumores, lo que ha alimentado la leyenda de que pudo haber sido asesinada. La versión más común de su fallecimiento es que murió de causas naturales, probablemente por envenenamiento accidental o enfermedad, como el envenenamiento por arsénico, que era relativamente común en esa época debido al uso generalizado de productos tóxicos. Sin embargo, la leyenda más romántica y dramática —aunque no confirmada históricamente— sugiere que Lecouvreur fue envenenada por la Duquesa de Bouillon, quien era una rival en el amor por Maurice de Saxe, el militar que Adriana amaba.

Matthew Polenzani (Maurizio), Maria Agresta (Adriana Lecouvreur)

El contexto de esta teoría proviene del triángulo amoroso entre Adriana, Maurice de Saxe y la Duquesa de Bouillon. Se cuenta que la Duquesa, celosa de la relación de Lecouvreur con Saxe, envió a la actriz un ramo de flores envenenadas, lo que habría causado su muerte. Aunque esta historia ha sido repetida en múltiples ocasiones, no hay pruebas sólidas que la respalden. Otra prueba de que su muerte tuvo un fuerte impacto en la sociedad fue el trato que recibió su cadáver. Debido a que las actrices, al igual que los actores, no gozaban de los mismos derechos que las personas respetables en esa época (la profesión de actor no era bien vista por la Iglesia), su cuerpo no fue enterrado en tierra consagrada. Voltaire, amigo de Adriana, se indignó ante este trato, lo que llevó a escribir su famoso elogio en su honor. A pesar de la incertidumbre sobre las causas exactas de su muerte, lo que sí está claro es que Adriana Lecouvreur dejó una huella indeleble en el teatro y en la sociedad de su época, y su fallecimiento prematuro contribuyó a aumentar el aura de misterio que rodea su figura.

Adriana Lecouvreur, compuesta por Francesco Cilea y estrenada en 1902, es una obra muy apreciada en el repertorio operístico, aunque no está entre las más representadas de forma constante. Sin embargo, debido a su belleza melódica, su rica orquestación y la complejidad de sus personajes, es una joya que pone a prueba tanto a los cantantes como a los directores.

Contexto musical y estilo. La ópera Adriana Lecouvreur, es una obra muy apreciada en el repertorio operístico, aunque no está entre las más representadas de forma constante. Sin embargo, debido a su belleza melódica, su rica orquestación y la complejidad de sus personajes, es una joya que pone a prueba tanto a los cantantes como a los directores. Ahora en el Teatro Real de Madrid como una especie de “ya era hora”, pues tiene gran complejidad, aunque para el espectador sea una verdadera delicia escuchar, hilar toda la ópera con lo que conlleva es un ejercicio minucioso y difícil. Cilea, un compositor italiano, buscó plasmar en esta ópera las emociones humanas de una manera directa y realista, como era característico de este estilo. Sin embargo, Adriana Lecouvreur también contiene elementos líricos más tradicionales, con momentos de gran lirismo y belleza melódica que se asemejan a las óperas del romanticismo tardío. El verismo tiende a concentrarse en pasiones intensas y realistas, y en esta obra, eso se refleja en la psicología de los personajes, en especial la protagonista, Adriana. Cilea utiliza una rica paleta orquestal para subrayar las emociones que atraviesan la historia, como el amor, los celos y la venganza.

Desde el punto de vista orquestal, Cilea demuestra un manejo hábil de la orquesta para crear atmósferas dramáticas y emocionales. A lo largo de la obra, la orquesta actúa casi como un narrador, proporcionando una subcorriente emocional que refuerza las tensiones entre los personajes. Los pasajes orquestales son ricos en colores, pero sin abrumar a los cantantes, lo que permite que las voces brillen en momentos clave. Esta habilidad de combinar intensidad orquestal y apoyo vocal con equilibrio es una marca distintiva de Cilea.

Dificultades y complejidades vocales. Uno de los aspectos más destacados y complejos de Adriana Lecouvreur es la gran exigencia que impone a los cantantes, especialmente a las sopranos que interpretan el papel de Adriana. Aquí están algunos de los desafíos que presenta la obra:

Adriana Lecouvreur (soprano): Este rol es uno de los más complejos y desafiantes para una soprano, no solo por las demandas técnicas, sino también por la profundidad emocional requerida. Uno de los momentos más icónicos es el aria “Io son l’umile ancella,” que aparece en el primer acto. En esta aria, Adriana, quien se presenta como una humilde sirviente del arte, debe expresar con gran sutileza y control una amplia gama de emociones. El papel requiere tanto una gran belleza vocal como una capacidad interpretativa para transmitir la angustia y las pasiones del personaje.
Otro gran desafío es el monólogo de Phèdre en el Acto IV, donde Adriana recita versos del drama clásico de Racine, mientras su música se convierte en una reflexión emocional que exige una interpretación dramática muy convincente.

Maurizio (tenor): El amante de Adriana tiene algunas de las partes más melódicas y románticas de la ópera, y necesita un tenor con una voz potente y heroica, pero también con gran control en los momentos líricos. Las arias como “La dolcissima effigie” requieren una voz que pueda moverse con elegancia entre la pasión y la ternura.

Princesa de Bouillon (mezzosoprano): El personaje de la Princesa es uno de los más fascinantes, representando el antagonismo hacia Adriana. El papel exige una mezzosoprano con un registro amplio, con la capacidad de transmitir tanto autoridad como celos. Su dueto con Adriana en el Acto II es una de las escenas más tensas y dramáticas, donde ambas cantantes deben mantener un equilibrio entre la técnica vocal y la intensidad emocional.

Michonnet (barítono): Este personaje, un humilde director de escena y enamorado no correspondido de Adriana, ofrece una figura cálida y trágica. El papel, aunque menos virtuoso, requiere un barítono que pueda transmitir emociones profundas con sutileza y afecto.


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