Esta obra, en manos de la directora Paula Paz, cobra una vida renovada en escena, destacando tanto la humanidad de los personajes como la habilidad de Glaspell para hacer preguntas incómodas sobre la moral y el destino. Con interpretaciones de Esperanza Elipe, Eva Rufo, Javier Lago, Jesús Noguero y Rebeca Hernando, la representación ofrece una exploración profunda de los temas universales que han convertido a Glaspell en una voz duradera en la literatura dramática.
Susan Glaspell (1876-1948) fue una destacada escritora y dramaturga estadounidense que dejó una huella importante en la literatura y el teatro del siglo XX. Cofundadora del famoso grupo teatral The Provincetown Players junto a su esposo George Cram Cook, Glaspell ayudó a lanzar el movimiento del teatro experimental en Estados Unidos, brindando una plataforma a autores como Eugene O’Neill. A través de su obra, exploró temas sociales profundos, como la desigualdad de género, la justicia y el papel de la mujer en una sociedad dominada por hombres, lo que la convierte en una de las precursoras del feminismo literario en Estados Unidos. Su obra más conocida, Trifles (1916), es un claro ejemplo de su talento para entrelazar estos temas con una narrativa aguda y llena de simbolismo.
Glaspell solía abordar dilemas éticos y morales, y sus personajes femeninos a menudo desafían las convenciones sociales de su tiempo, enfrentando conflictos internos que revelan la opresión y la resiliencia de las mujeres. En Bernice, una obra menos conocida pero igualmente significativa, se enfoca en cuestiones como el sacrificio personal, las decisiones difíciles y las dinámicas de poder en las relaciones humanas. Susan Glaspell ofrece una exploración profunda de las relaciones humanas y los conflictos internos que enfrentan sus personajes, especialmente las mujeres. La obra gira en torno a temas como el sacrificio, la libertad individual, la maternidad y los secretos familiares, elementos que evocan la constante tensión entre la responsabilidad personal y las expectativas sociales. Glaspell despliega aquí su estilo característico: un equilibrio entre la crítica sutil de las normas sociales y una profunda empatía por sus personajes. La trama sigue a Bernice, una mujer a través de la cual se establecen las relaciones de sus personajes, marido, padre, amiga y cuñada, aunque esté muerta y no esté representada en escena por ninguna actriz, ella es la clave de todo cuanto ocurre. Los personajes se enfrentan a decisiones difíciles que afectan no solo su vida, sino también a cómo han enfrentado el pasado con la ya desaparecida Bernice y sobre todo la consecuencias en el futuro. El montaje se caracteriza por una atmósfera íntima que potencia los momentos de introspección y tensión emocional, generando una experiencia que invita al espectador a reflexionar sobre el papel de los secretos, las expectativas familiares y las complejidades de los lazos humanos. Glaspell logra, a través de Bernice, un relato atemporal que resuena en el contexto contemporáneo, permitiendo que temas clásicos de la psicología y el conflicto ético sigan siendo relevantes hoy. Esta representación pone de manifiesto no solo el talento de Glaspell para explorar temas universales, sino también la habilidad de Paz para mantener su vigencia en el escenario actual.
La obra Bernice de Susan Glaspell es un excelente ejemplo de cómo el simbolismo y la psicología de los personajes pueden enriquecer una narrativa aparentemente sencilla. Este drama explora los efectos de la represión emocional y el sacrificio en la vida de una mujer atrapada en las expectativas y responsabilidades familiares. Glaspell utiliza a Bernice como un símbolo de las luchas internas de muchas mujeres que, aunque exteriormente están comprometidas con su papel social, en su interior anhelan una liberación de las cargas impuestas por la tradición y el deber. El simbolismo en Bernice es complejo: los espacios domésticos en la obra representan tanto un refugio como una prisión, lo que refleja las tensiones de la época en torno a la feminidad y el espacio personal. A lo largo de la historia, el hogar se convierte en un espacio donde la protagonista, Bernice, enfrenta sus decisiones más difíciles, tanto personales como familiares. Este simbolismo de la casa como un sitio de contención y de confrontación con los propios deseos resulta innovador, destacando el conflicto entre lo íntimo y lo social. En cuanto a las interpretaciones, cada actor aporta una profundidad única a su personaje, permitiendo que el espectador experimente el drama emocional en diferentes niveles. Esperanza Elipe y Eva Rufo capturan la complejidad de los personajes femeninos de Glaspell, quienes no solo expresan palabras, sino silencios cargados de tensión. Javier Lago y Jesús Noguero representan el contraste entre las expectativas tradicionales y las nuevas aspiraciones personales, mientras que Rebeca Hernando aporta frescura a la narrativa, representando el papel de una generación más joven que mira el conflicto con otra perspectiva. Estos actores logran que cada personaje se sienta humano y tangible, haciendo evidente que los temas de Glaspell son tan relevantes hoy como lo fueron en su momento.
Paz aprovecha los elementos simbólicos de Glaspell para enriquecer la puesta en escena: detalles como la iluminación, los espacios en sombras, y la selección de elementos del vestuario permiten que los personajes transmitan emociones y conflictos internos sin necesidad de diálogos explícitos. Este enfoque convierte a Bernice en una obra visualmente atractiva, pero emocionalmente intensa, donde cada símbolo y cada silencio se entrelazan para profundizar en los dilemas éticos y personales de los personajes. La adaptación de Bernice de Susan Glaspell al español, realizada por Ignacio García May, representa un trabajo complejo que va más allá de una mera traducción literal del texto original en inglés. La obra, escrita en un contexto estadounidense de principios del siglo XX, aborda temas que requieren sensibilidad al ser interpretados y reconfigurados para el público hispanohablante. La sociedad en la que se desarrolló el texto original es distinta en costumbres y visión del mundo a la nuestra, lo cual desafía a la adaptación en términos de fidelidad cultural y temporal. García May logra no solo trasladar el idioma, sino también adaptar las tensiones y simbolismos de la época de Glaspell a un contexto cultural y social que conecte con nuestra realidad actual. Esto implica reinterpretar los conflictos de género, las presiones sociales y los matices de la época original de la obra desde una óptica que resuene con el público contemporáneo, preservando al mismo tiempo el espíritu de crítica social de Glaspell. El esfuerzo de adaptar Bernice al español contemporáneo se traduce en una interpretación que no solo acerca la obra a los espectadores actuales, sino que enriquece la reflexión sobre las cuestiones universales de la opresión, la libertad y la identidad que permean la obra original.
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