Donald Trump no sólo ganó la presidencia de Estados Unidos, sino que arrasó en la contienda y, en el proceso, regresó a la vida política después de la insurrección del 6 de enero, una serie de condenas penales, dos intentos de asesinato y una campaña marcada por promesas de cambio pero también acentuada por el agravio y el miedo. ¿Será tanto así? ¿O quizá el lobo no sea tan malo como lo pintan? Veamos un breve resumen sobre estas preocupaciones en su mandato.
La Política Nacional de la Administración Trump.
La administración de Trump ha prometido implementar políticas de corte nacionalista, con un enfoque especial en la restricción de inmigración, así como la expulsión de los que no tenga “papeles” y el estímulo de la industria manufacturera local, con aumento de los impuestos arancelarios a los productos extranjeros. La estrategia de “América Primero” responde a sectores de la población que se sienten desfavorecidos por la globalización, especialmente en zonas industriales afectadas por la deslocalización. Esta política intenta reconectar a la economía estadounidense con su base de votantes al tiempo que plantea serios desafíos a la cooperación internacional y las políticas migratorias tradicionales.
La Política Exterior y su Impacto Global
En política exterior, Trump ha revisado alianzas y tratados internacionales desde una perspectiva transaccional, generando preocupación e inquietud entre los aliados históricos de EE.UU, especialmente los afiliados a la OTAN. Las alianzas forjadas por Estados Unidos en Asia y en Europa constituyen la columna vertebral de lo que se ha dado en llamar el “orden liberal internacional”. En los últimos 70 años dicho orden ha contribuido a la protección de intereses y valores estadounidenses. Su enfoque ha llevado a un distanciamiento en instituciones como la OTAN y el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Por este motivo este distanciamiento que anuncia Trump veremos de qué forma se hará efectivo. Además, el aumento de tensiones comerciales con potencias como China podría redefinir el equilibrio de poder global y tener un impacto a largo plazo en el comercio internacional y la diplomacia multilateral.
El Futuro de la Democracia en Estados Unidos
La presidencia de Trump plantea preguntas sobre la salud de la democracia en Estados Unidos. Su retórica desafiante hacia los medios y la tendencia a desestimar instituciones tradicionales han alimentado el debate sobre la resiliencia democrática estadounidense. La confianza en el sistema electoral, en el poder judicial y en la estructura de los partidos políticos enfrenta desafíos significativos de cara al futuro ¿Es tan fácil romper la Democracia en Estados Unidos? Lo que sí es preocupante la polarización de la sociedad, podría derivar en conflictos sociales y la ruptura del pacto de convivencia ideológica. La tolerancia de las ideas políticas, es la clave para leer esta situación nueva a la que se enfrentan los ciudadanos estadounidenses. Trump ha llevado una campaña basada en “si no estás conmigo eres enemigo de Estados Unidos”. Este discurso ha calado en mucha gente exacerbando un patriotismo arcaico en un mundo globalizado, generando una gran tensión y confrontación.
La campaña de Trump ha dado pocos detalles sobre sus planes específicos para el desarrollo internacional, se ha centrado más en la política interna del país, pero si el pasado sirve de referencia, es probable que adopte una serie de iniciativas drásticas en política exterior desde el comienzo de la administración. Entre estas, se espera la restauración de la Política de la Ciudad de México (o “regla de mordaza global”) clickear para leer más sobre esta ley en un interesante artículo informativo de Amnistía Internacional. También se prevé la retirada del Acuerdo de París sobre el cambio climático, y la salida de varias agencias internacionales, incluyendo el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. También se contempla la posibilidad de anular la financiación de agencias como el Fondo de Población de las Naciones Unidas así como la agencia de ONU Mujeres, y posiblemente retirarse de la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial. Antiguos funcionarios de la administración Trump han enfatizado la necesidad de alinear la ayuda exterior estadounidense con los objetivos de seguridad nacional y política exterior del país, incluyendo la contrarrestación de la influencia de China y la promoción de reformas de libre mercado, políticas provida y libertad religiosa. Desde la perspectiva de la administración Trump, USAID fue “deformada” bajo Biden, promoviendo una “agenda política y cultural divisiva que incluye el aborto, el extremismo climático, el radicalismo de género e intervenciones contra el racismo sistémico,” según Max Primorac, un exfuncionario de alto rango de USAID, en un documento del Proyecto 2025 de la Fundación Heritage.
La posición de Estados Unidos como mayor donante bilateral —con una ayuda de 63 mil millones de dólares en 2022, que aumentó considerablemente bajo Biden— también podría verse afectada. Trump ya había intentado reducir el presupuesto de USAID en hasta un 31% durante su mandato anterior, aunque el Congreso finalmente rechazó esos recortes. Si Trump logra consolidar el control de su partido que ya claramente tiene mayoría en el Senado, es probable que vuelva a impulsar estos cambios presupuestarios, lo que podría alterar significativamente el flujo de recursos hacia países en desarrollo y proyectos internacionales de ayuda. En resumen, el regreso de Trump podría significar una vuelta al nacionalismo en la política exterior estadounidense, con menor implicación en temas globales de derechos humanos y salud, y una marcada reducción en la financiación para agencias internacionales. Esta posible reorientación refleja su interés en una política exterior alineada con valores conservadores y objetivos económicos estadounidenses, lo cual dejaría un impacto considerable en los escenarios de ayuda y cooperación internacionales.
El análisis de los resultados de las elecciones en EE.UU muestra un panorama complejo, con cambios notables en territorios y demografías. Tradicionalmente, algunos estados demócratas, especialmente en el cinturón industrial del medio oeste (como Ohio, Pensilvania y Wisconsin), han mostrado un cambio hacia los republicanos en respuesta a la retórica económica y populista de Trump. La promesa de restaurar empleos industriales y frenar el libre comercio ha sido especialmente atractiva para la clase trabajadora blanca de estas regiones, que sienten que sus intereses han sido desatendidos por las élites políticas. Esta tendencia también se ha visto en algunas zonas del sur, como Florida y Texas, donde las políticas de Trump sobre la economía y la seguridad nacional han resonado con fuerza entre los votantes.
En cuanto a los votantes latinos, aunque se esperaba que este grupo favoreciera al Partido Demócrata, los resultados muestran una importante porción de apoyo latino a Trump, especialmente entre aquellos de origen cubano y venezolano en Florida y texanos de origen mexicano. Este fenómeno puede entenderse en parte por un rechazo al socialismo, dado el historial de esos países, pero también por la percepción de que una inmigración menos regulada podría ser perjudicial para sus comunidades. Estos votantes, muchos de los cuales llegaron hace décadas o incluso generaciones, están preocupados por el impacto económico y social de la inmigración más reciente. Es sorprendente ver que, a pesar de los comentarios y políticas enérgicas de Trump, muchos de estos votantes no ven contradicción en su apoyo a él, en tanto consideran sus políticas una vía para proteger el “sueño americano” al que ellos accedieron.
Finalmente, el atractivo de un lenguaje directo, a veces confrontacional y simplista, ha sido un factor importante. A diferencia de muchas sociedades europeas (aunque en Europa va calando ya en algunas sociedades este estilo), la cultura estadounidense puede valorar este estilo de comunicación como señal de autenticidad y liderazgo fuerte. Este lenguaje ha resonado especialmente en comunidades rurales y suburbanas, donde la desconfianza hacia el gobierno central y el sistema político tradicional es alta. Para muchos, el mensaje claro y directo de Trump ofrece una alternativa a lo que ven como el discurso “vacío” de los políticos tradicionales. Esto encuentra una explicación del cambio que supone esta tendencia de votar desde las emociones y la falsa cercanía de estos candidatos que parece que hablaran “nuestro idioma” coloquial, cuando en realidad están muy alejados de los problemas reales de la sociedad y la convivencia en los pueblos y en los barrios. Al mismo tiempo son estos ciudadanos de estos pueblos y barrios quienes inclinan la balanza hacia estas políticas histriónicas y simplistas aún a pesar, de que de alguna forma les perjudica.
La política contemporánea, especialmente en el mundo occidental, se ha visto cada vez más influida por el uso de un lenguaje simplista, directo y cargado de emociones, lo cual responde a una transformación cultural profunda. Las redes sociales y las plataformas de comunicación digital han jugado un papel central en este cambio: ahora, los líderes y figuras públicas se ven presionados a captar la atención rápidamente y a conectar con las audiencias en un entorno de sobrecarga informativa. Los mensajes complejos, que antes podían tener lugar en discursos largos o debates detallados, se sustituyen a menudo por eslóganes, frases contundentes y apelaciones directas a las emociones. Esto facilita la identificación rápida y emocional con los líderes y sus posiciones, haciendo que el público sienta que “hablan su idioma”.
Desde el punto de vista de la psicología social, este cambio puede interpretarse como una respuesta a una creciente necesidad de pertenencia e identificación en tiempos de incertidumbre global. En lugar de racionalizar a fondo las propuestas, las personas tienden a guiarse por conexiones emocionales y simplificaciones que hacen que los problemas complejos parezcan más manejables. Este fenómeno, en muchos casos, también ha derivado en la polarización, donde las personas se agrupan en torno a posiciones muy marcadas que no requieren profundizar o cuestionar. Además, el “lenguaje simplista” no solo elimina matices, sino que también refuerza la percepción de un “nosotros contra ellos”, lo cual se hace particularmente efectivo en tiempos de cambio o crisis, contribuyendo a un cambio cultural en cómo se concibe y se practica la política en la sociedad occidental actual.
De cualquier forma veamos que depara el futuro de los estadounidenses y cómo nos va a resonar aquí las Administración Trump. Lo que seguro es que al otro lado del Atlántico va a haber movimientos sociales, manifestaciones poco a poco según se vayan formando las medidas de esta Administración, dado que hay una gran parte de la población americana que se verá afectada por dichas medidas que parece que van a paso de cangrejo.
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