Asia

India lanza la Operación Sindoor en Cachemira: ofensiva contra el terrorismo y alerta regional

Un atentado contra turistas en Cachemira ha desencadenado una nueva ofensiva militar por parte de India. Bajo el nombre de Operación Sindoor, Nueva Delhi responde con fuego aéreo contra supuestos campamentos terroristas, en una escalada que vuelve a colocar a India y Pakistán al borde del abismo diplomático y militar.

Cronología de la crisis (abril – mayo 2025)

El 22 de abril de 2025, un grupo armado atacó a sangre fría a un grupo de turistas en la localidad de Pahalgam, en la Cachemira administrada por India. El atentado, perpetrado por militantes disfrazados de civiles, dejó un saldo de al menos 26 muertos, en su mayoría peregrinos hindúes. En la escena del crimen se hallaron rifles M4 de fabricación estadounidense, y las autoridades indias no tardaron en señalar a los grupos Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed como responsables, ambos con historial de acciones violentas en la región y presuntos vínculos con el servicio de inteligencia militar de Pakistán.

Como respuesta, el 7 de mayo, India lanzó la Operación Sindoor, una ofensiva militar aérea y terrestre dirigida contra supuestos campamentos de entrenamiento y escondites de insurgentes en la región de Cachemira bajo control paquistaní y en áreas fronterizas sensibles. Según comunicó el ministro de Defensa indio, Rajnath Singh, la operación se ejecutó con precisión quirúrgica y tuvo como objetivo “neutralizar amenazas inminentes a la seguridad nacional”.

La tensión aumentó al día siguiente. Entre el 8 y el 9 de mayo, Pakistán respondió con ataques mediante drones y misiles en distintos puntos de India, incluyendo zonas cercanas a Nueva Delhi. Ambas naciones se acusaron mutuamente de violar el alto el fuego acordado en 2021. A pesar de los esfuerzos internacionales por reducir la tensión, y del anuncio de un nuevo alto el fuego el 10 de mayo, se registraron nuevos intercambios de disparos a lo largo de la línea de control horas después del anuncio, poniendo en entredicho la viabilidad de una desescalada real.

El conflicto entre India y Pakistán: una historia de fricción prolongada

Desde su partición en 1947, India y Pakistán han mantenido una relación marcada por la hostilidad, librando tres guerras formales y numerosos enfrentamientos menores, la mayoría de ellos centrados en la región disputada de Cachemira. Este territorio montañoso y estratégico, con mayoría musulmana, ha sido epicentro de insurgencias, reclamos territoriales y conflictos étnico-religiosos desde hace más de siete décadas.

Grupos como Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed han estado en el centro de múltiples acciones violentas. Ambos están incluidos en las listas de organizaciones terroristas por Estados Unidos, la ONU y la Unión Europea. Aunque Pakistán ha negado consistentemente cualquier relación con ellos, agencias de inteligencia internacionales han documentado conexiones estructurales entre estos grupos y elementos del ISI, la agencia de espionaje militar paquistaní.

La Operación Sindoor: precisión militar o mensaje político

La Operación Sindoor, ejecutada el 7 de mayo, representó una de las acciones militares más ambiciosas por parte de India desde los bombardeos de Balakot en 2019. Según declaraciones oficiales del ministro de Defensa, Rajnath Singh, la operación consistió en ataques simultáneos con cazas Rafale y misiles BrahMos de alta precisión contra nueve campamentos que presuntamente albergaban militantes de Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba. Singh subrayó que el operativo fue cuidadosamente planeado durante semanas, y se basó en inteligencia obtenida tras el ataque en Pahalgam. El objetivo declarado era enviar una señal clara tanto a los grupos insurgentes como a Pakistán: India no tolerará más ataques en su territorio sin una respuesta contundente.

No obstante, hasta el momento no se han presentado pruebas públicas o independientes que confirmen la naturaleza exclusivamente terrorista de los blancos atacados. Tampoco se han dado a conocer imágenes satelitales, restos de explosivos o testigos que avalen de forma irrefutable que los enclaves destruidos eran efectivamente centros operativos de insurgentes.

Los blancos incluían al menos nueve supuestos campamentos de Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba, según confirmó el propio Ministerio de Defensa de la India en un comunicado oficial. Se emplearon cazas Rafale y misiles BrahMos de última generación. La operación fue presentada como una represalia directa al ataque en Pahalgam.

India se reserva el derecho de responder en cualquier lugar y momento. Esta operación demuestra nuestro compromiso con la erradicación del terrorismo”, afirmó Rajnath Singh en rueda de prensa.

Según fuentes del ejército indio, la planificación de la Operación Sindoor llevaba semanas en marcha, y se basó en inteligencia obtenida tras el atentado del 22 de abril. Sin embargo, hasta el momento no se han mostrado públicamente pruebas materiales —como vídeos, planos o dispositivos explosivos— que confirmen la naturaleza terrorista de todos los objetivos bombardeados.

El trasfondo de los grupos armados

Lashkar-e-Taiba fue fundado en 1987 en Pakistán con el propósito declarado de “liberar Cachemira del control indio”. A lo largo de las décadas ha sido acusado de numerosos atentados, incluido el devastador ataque de Bombay en 2008. Su estructura cuenta con un brazo caritativo visible —Jamaat-ud-Dawa— que ha sido calificado por muchos como una fachada para actividades armadas.

Por su parte, Jaish-e-Mohammed surgió en el año 2000 y ha reivindicado ataques especialmente letales, como el atentado de Pulwama en 2019, donde murieron 40 paramilitares indios. Fundado por Masood Azhar, actualmente en paradero desconocido, este grupo ha sido vinculado también a operaciones suicidas y adoctrinamiento de menores.

 Reacciones internacionales

La comunidad internacional reaccionó con rapidez ante la escalada. Estados Unidos, a través de un comunicado del Departamento de Estado, celebró el alto el fuego alcanzado el 10 de mayo y afirmó haber colaborado discretamente en las labores de mediación. El presidente Donald Trump declaró que “ambas potencias deben demostrar madurez estratégica” y pidió evitar una guerra abierta.

China, tradicional aliado de Pakistán y actor con intereses territoriales en la región de Ladakh, expresó su “profunda preocupación” por la operación militar india y exhortó a ambas partes a no provocar una escalada. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino insistió en que el conflicto se resuelva mediante el diálogo y respetando los acuerdos bilaterales.

La Unión Europea, a través de la Alta Representante para Asuntos Exteriores Kaja Kallas, condenó el ataque terrorista en Cachemira y llamó a la moderación. Bruselas reiteró su disposición a facilitar canales de diálogo multilaterales, aunque no asumió un rol activo en la mediación.

Rusia, por su parte, lamentó la pérdida de vidas civiles en el atentado de Pahalgam, pero se abstuvo de comentar las acciones militares de la India, manteniéndose en una posición neutral.

Finalmente, países vecinos como Bangladesh y Arabia Saudita hicieron llamados públicos a respetar el alto el fuego y se ofrecieron como posibles mediadores para negociaciones futuras, con el objetivo de evitar una guerra abierta que pondría en riesgo la estabilidad regional.

Conclusión provisional

La nueva escalada entre India y Pakistán vuelve a mostrar lo frágil que es el equilibrio geopolítico en el sur de Asia. A pesar de los esfuerzos diplomáticos, los ataques y contraataques de las últimas semanas reavivan temores latentes de una guerra regional con potencial nuclear. La Operación Sindoor se presenta como un golpe quirúrgico contra el terrorismo, pero sus implicaciones estratégicas, políticas y éticas están aún por esclarecerse. En medio de todo ello, la población civil de Cachemira vuelve a pagar el precio más alto, atrapada entre dos naciones enfrentadas desde hace casi ocho décadas.

The Union Minister for Defence, Shri Rajnath Singh en la foto de portada durante la rueda de prensa. Facilitada por Ministerio de Denfesa Indio.

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