El verano de 2022 en España fue el más cálido desde 1961, superando incluso al de 2003, el puesto número tres lo tiene el año 2023. Con 42 días bajo olas de calor, en 2022 se rompieron récords de temperatura, y las precipitaciones fueron un 35% inferiores al promedio, agravando la sequía meteorológica que persiste desde enero. En el año 2024 el mes de enero ha sido el más cálido desde que se registran datos. La temperatura del agua del Mediterráneo también alcanzó máximos históricos, superando los 29 ºC y sigue subiendo. Este verano extendido refleja la acelerada transición hacia un clima más árido, con los climas áridos avanzando a un ritmo de 1500 km² al año. Mientras tanto, la respuesta política sigue siendo insuficiente ante un cambio climático que intensifica fenómenos extremos y prolonga los veranos a costa de la primavera y el otoño.
Además del calor extremo, la sequía se ha convertido en un problema persistente y devastador en España. Con una falta de lluvia con precipitaciones un 35% inferiores al promedio, se ha ido intensificando la sequía meteorológica que afecta a gran parte del territorio. Este déficit hídrico se ha visto agravado por episodios de lluvias torrenciales, como las tormentas en agosto que provocaron graves daños en las Islas Baleares, con inundaciones y pérdida de vidas humanas. Estos fenómenos extremos, cada vez más frecuentes y violentos, son una clara consecuencia de la tendencia al alza de las temperaturas, que no solo prolonga los veranos, sino que también desestabiliza el clima, poniendo en peligro tanto la seguridad de las personas como la estabilidad económica y ambiental del país.
Las Conferencias de las Partes (COP) son reuniones anuales organizadas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Estas conferencias reúnen a los países que son parte de la convención para evaluar el progreso en la lucha contra el cambio climático, negociar compromisos adicionales y abordar nuevos desafíos.
Algunos hitos importantes de las COP incluyen:
1. COP1 (1995, Berlín): La primera conferencia, donde se estableció la necesidad de protocolos futuros, lo que llevó a la creación del Protocolo de Kioto.
2. COP3 (1997, Kioto): Adoptó el Protocolo de Kioto, que obligaba a los países desarrollados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
3. COP15 (2009, Copenhague): Aunque no resultó en un acuerdo vinculante, estableció la meta de limitar el calentamiento global a 2°C.
4. COP21 (2015, París): Un momento crucial, ya que se adoptó el Acuerdo de París, en el que los países acordaron esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales.
5. COP26 (2021, Glasgow): Se centró en la implementación de los compromisos del Acuerdo de París y en la aceleración de la acción climática global. Etcétera etcétera Ya vamos por la COP29.
Una crítica común hacia las COP y los acuerdos que se alcanzan en ellas es que luego los acuerdos parecen tener poco impacto en la realidad de la situación. Aunque las COP son cruciales para la coordinación internacional en la lucha contra el cambio climático, los compromisos que se acuerdan a menudo no se traducen en acciones concretas o suficientes por parte de los gobiernos.
A pesar de los acuerdos alcanzados, como el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París, la implementación a nivel nacional ha sido lenta y, en muchos casos, insuficiente. Los intereses económicos y la presión por mantener el crecimiento económico a corto plazo frecuentemente prevalecen sobre las políticas necesarias para una transición rápida hacia una economía sostenible. Esto resulta en políticas medioambientales que, aunque bien intencionadas, a menudo quedan en promesas vacías o son retrasadas.
El conflicto entre el desarrollo económico y la acción climática sigue siendo un gran obstáculo. A medida que los impactos del cambio climático se hacen más evidentes, como los veranos cada vez más extremos en Europa, se hace más urgente la necesidad de una acción global real y efectiva. Sin embargo, hasta que los gobiernos no prioricen el medio ambiente sobre los intereses económicos a corto plazo, los esfuerzos globales seguirán siendo insuficientes para enfrentar la crisis climática de manera efectiva.
Hay que resaltar de forma enérgica la brecha entre las promesas de la comunidad internacional y la falta de acción tangible, especialmente en contextos críticos como el calor extremo y la sequía en Europa.
En este contexto y siguiendo la lógica de la tendencia, podemos constatar que el verano que llevamos (queda un mes) de 2024 coincide y ratifica la tendencia. Estamos viendo fenómenos adversos de lluvias torrenciales, sequías extremas, subidas de nivel del mar, canículas cada vez más largas y de temperaturas más elevadas, en China, Estados Unidos, Japón, Rusia, Europa, América del Sur, y cómo no en África ¿Hay marcha atrás? Pues la respuesta es desoladora. No sólo son las altas temperaturas atmosféricas sino el calentamiento del planeta azul. La Tierra. Leyendo la página sobre este tema de la NASA la frase que primero aparece es: “Los efectos del calentamiento global causado por el hombre están ocurriendo ahora, son irreversibles en la escala de tiempo de las personas vivas hoy y empeorarán en las próximas décadas”. La palabra irreversible, es la que más duele. No hemos hecho nada efectivo para revertir esta situación. La escala de tiempo de las personas vivas hoy, es otra frase que te deja “helado” permítanme la broma. Es decir, lo veremos y lo sufriremos. Ya sobra decir que los científicos llevan décadas alertando del deshielo de los glaciares y que cuando llegue al punto de no retorno (ya hemos llegado) no hay nada que hacer sino que apechugar con las consecuencias. Serán devastadoras.
Los logros alcanzados desde el Acuerdo de París, son pocos e insuficientes. Sí se han mejorado los impactos de emisiones en el transporte y en los sectores energéticos. Pero la cosa va lenta, y el cambio climático rápido. Ya no hay forma de retroceso, lo que se puede hacer es que los efectos que suframos sean paliados de alguna forma. No se están hablando de cómo podemos convivir con este problema, aún se habla de futuro, de retroceso de la subida de las temperaturas pero no se habla de que ya no hay marcha atrás. Tendríamos que prepararnos para lo que nos viene, eso, quizá daría a la población mundial unos bocados de realidad, para tomar conciencia del problema tan grave que se nos viene encima ¿Estamos tirando piedras a nuestro propio tejado? La población más ajena y desinformada, son mayoría. En los pueblos y ciudades de todo el mundo, la gente tiene un ritmo de consumo insostenible para el planeta que da muchos beneficios a las empresas. Podríamos hablar de la alternativa económica que supondría planes más beneficiosos para el planeta, existen empresas que ya están generando beneficios económicos con proyectos no contaminantes sino, todo lo contrario, de limpieza de océanos, reciclaje, proyectos de segunda oportunidad para aparatos electrónicos, etc. Creando empleo, al mismo tiempo que se investiga y se reduce el daño que sufriremos a causa de calentamiento global (que YA estamos sufriendo).
En el verano de 2022, España experimentó un aumento significativo en la mortalidad atribuida a las olas de calor. Según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), se registraron 4.663 muertes adicionales debido a las temperaturas extremas. Este incremento en la mortalidad es un reflejo directo de la intensidad y duración de las olas de calor, que afectaron gravemente a la población, especialmente a los grupos más vulnerables como los ancianos, personas con enfermedades crónicas y aquellos sin acceso a medios adecuados de refrigeración.
A nivel global, las olas de calor también han causado un alarmante número de muertes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año, decenas de miles de personas mueren debido a los efectos del calor extremo, una cifra que sigue aumentando a medida que el cambio climático intensifica estos fenómenos. En 2003, una ola de calor sin precedentes en Europa fue responsable de más de 70.000 muertes. Estos eventos extremos no solo son cada vez más frecuentes, sino también más mortales, subrayando la urgente necesidad de implementar políticas efectivas para proteger a la población y mitigar los impactos del cambio climático. En los que llevamos de 2024 se han estimado unas 780 muertes en el mes de julio, sólo del 29 al 31 de julio hubo una estimación 250 muertes.
El Sur de Europa en la línea de fuego. La zona del mediterráneo está sufriendo enormemente las consecuencias del cambio climático. España, Italia y Grecia, han sido particularmente vulnerables al calor extremo y a los incendios forestales. La falta de preparación de las infraestructuras y las consecuencias económicas y sociales son efectos de la inacción política. En las últimas décadas, la región mediterránea viene sufriendo impactos graves como consecuencia de la disminución de las precipitaciones y el aumento de la temperatura, y cabe prever que la situación empeore a medida que el clima siga cambiando. Los principales efectos son una menor disponibilidad de agua y menor rendimiento de los cultivos, aumento del riesgo de sequías, pérdida de biodiversidad, incendios forestales y olas de calor. En cierta medida, una mayor eficiencia del riego en la agricultura puede atenuar la escasez de agua, pero no bastará para compensar el aumento del estrés hídrico debido al clima. Además, el sector de la energía hidroeléctrica se verá cada vez más afectado por la menor disponibilidad de agua y el aumento de la demanda de energía, mientras que en verano el sector turístico tendrá que afrontar condiciones menos favorables. Los flujos medioambientales, que son importantes para un mantenimiento saludable de los ecosistemas acuáticos, sufrirán la amenaza de los efectos del cambio climático y la evolución socioeconómica. (European Commission)
Toda esta información es valiosa, pero plantea una pregunta crucial: ¿Qué medidas se están tomando realmente a medio y largo plazo? Las instituciones parecen más centradas en el crecimiento económico que en los desastres que ya estamos viviendo, afectando nuestras vidas, hogares y salud debido al calentamiento global. Existe una gran disparidad entre lo que se dice que se debe hacer y lo que realmente se hace, lo que genera confusión en la sociedad. Muchos se preguntan: ¿Es el cambio climático un problema real o no? Mientras tanto, se sigue promoviendo el turismo de masas, con viajes cortos y baratos a las costas y grandes ciudades europeas, presentándolo como un motor económico. Sin embargo, las comunidades locales que soportan esta carga turística comienzan a movilizarse, no gracias a las acciones gubernamentales, sino a pesar de su inacción. Esta situación expone la profunda contradicción en las políticas gubernamentales respecto al cambio climático, donde las palabras y las acciones parecen estar en completo desacuerdo.
En años anteriores, el aumento de la ocupación del suelo urbano y el crecimiento de la población urbana han ido dejando a las ciudades europeas más expuestas a diferentes impactos climáticos: olas de calor, inundaciones, sequías, etc. Las repercusiones de fenómenos extremos tales como las inundaciones del río Elba en 2002 o el desbordamiento del alcantarillado de Copenhague en 2011 ponen de manifiesto la gran vulnerabilidad de las ciudades ante fenómenos meteorológicos extremos. En el futuro, al continuar la ocupación del suelo urbano, el crecimiento y la concentración de la población en las ciudades, a lo que hay que añadir el envejecimiento de la población, las ciudades serán más vulnerables aún al cambio climático. El diseño y la gestión urbanas, junto con la mejora de la infraestructura verde, pueden contrarrestar en parte estos efectos. (Commission European)
Ya es imposible prácticamente revertir este fenómeno del cambio y del aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar a causa del deshielo, los incendios, las inundaciones, la falta de agua, los destrozos en la agricultura, las muertes de los más vulnerables. Ahora bien, habría que hablar ya de cómo podemos minimizar los daños y sobrevivir (algunos) a el incremento de todo lo dicho anteriormente. Deberíamos ya estar enfocados en qué va a ocurrir cuando esto sea más intenso, más desastres, más muertes, menos recursos naturales para todos. Dado que, sinceramente no se ven indicios de hacer nada drástico en el cambio de nuestros estilos de vida, habrá que pensar en paliar el dolor y el sufrimiento que vamos a tener a causa de nuestra avaricia sin límites. Cualquier persona que viva en una ciudad relativamente grande, puede observar cómo la gente no está siendo en su mayoría, consciente de todo esto, lo vemos en las noticias, lo vemos en el calor que hace más intenso y más duradero, y todavía así, estamos como ajenos. El ser humano tiene un habilidad increíble para la negación de las cosas que les hacen agitarse en sus consciencias. Mejor es no pensar mucho en ello. Esperar que la solución caiga del cielo. “Siempre ha habido crisis de clima” dicen algunos, pensando que es normal lo que está sucediendo. Intenta explicar a estas personas que no es normal. Es imposible.
Las voces ignoradas de quienes lo ven día a día claramente la velocidad a la que se avecina el desastre total, es muy frustrante. Estas voces de científicos y activistas son minimizadas no sólo por esta gente que no quiere ver el problema porque no está dispuesta a dejar a un lado su estilo de vida, sino que, además son ignorados por la clase política. Según el último informe realizado por el CSIC sobre cambio climático el pasado 10 de julio de 2023, revelan que, las emisiones de efecto invernadero están en su punto más alto provocando un calentamiento global sin precedentes. El informe por parte de uno los científicos es “una llamada de atención” a los gobernantes, puesto que la acción ha sido insuficiente, mientras se preparan reunidos en Bonn, los expertos para la gran conferencia sobre el clima COP28 que se celebrará en Dubai en diciembre. Allí se hará balance de la situación, también de mantener a 1.5ºC para el 2050 el calentamiento global. Cada cual que saque sus propias conclusiones del enfoque. Ya de entrada, el viaje a Dubai, hablar de 2050 ( se va retrasando más y más) hablar de 1.5% de incremento. No parecemos estar dándonos cuenta de la situación. Dada la velocidad a la que está cambiando el sistema climático mundial, el equipo investigador en clima sostiene que “los responsables políticos, los negociadores del clima y la sociedad en general, necesitan tener acceso a evidencias científicas
actualizadas y sólidas en las que basar sus decisiones”.
Según el profesor Piers Forster, “aunque todavía no hayamos alcanzado un calentamiento de 1,5 ºC, es probable que el presupuesto de carbono se agote en pocos años, ya que tenemos un triple problema de calentamiento por emisiones de CO2 muy elevadas, calentamiento por el aumento de otras emisiones de gases de efecto invernadero y calentamiento por la reducción de la contaminación”, explica. “Si no queremos que el objetivo de 1,5 ºC se aleje por el retrovisor, el mundo debe trabajar mucho más y con urgencia para reducir las emisiones”, comenta. La investigadora de la Universidad de París Saclay Valérie Masson-Dellmotte comenta; “esta sólida actualización muestra la intensificación del calentamiento de nuestro clima provocado por las actividades humanas. Es una oportuna llamada de atención para el balance mundial de 2023 del Acuerdo de París: el ritmo y la escala de la acción climática no son suficientes para limitar la escalada de los riesgos relacionados con el clima”, concluye. En este contexto, los líderes mundiales se reunirán en diciembre de este año en la COP28 en Dubái, un evento que, lamentablemente, año tras año, parece no lograr avances significativos. Es crucial que tomemos conciencia desde lo local, empezando por las comunidades y barrios, pero también a través de medidas políticas efectivas. Desafortunadamente, hasta que no sentimos el impacto directo en nuestros bolsillos, no solemos actuar de manera adecuada. Es necesario imponer sanciones a quienes derrochen recursos de manera irresponsable, como el uso excesivo de vehículos contaminantes, con impuestos altos que reflejen el verdadero costo ambiental. Al mismo tiempo, debemos premiar a quienes adoptan prácticas sostenibles, como el ahorro de energía y el uso de renovables, prácticas que ya son comunes en muchos países del norte de Europa. En ciudades como Ámsterdam o Bruselas, las multas por arrojar desechos en la calle, incluso una simple colilla, son habituales, contrastando con la falta de acción en las grandes ciudades del sur de Europa. Estos lugares, como España, Grecia e Italia, son los que más están sufriendo este verano las consecuencias del cambio climático, haciendo aún más urgente la necesidad de adoptar medidas radicales.
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