Teatro

El sillón K. Cartas desde el olvido: la correspondencia imposible que trasciende el tiempo.

La Abadía acogerá la representación de El sillón K. Cartas desde el olvido, del 14 de febrero al 2 de marzo de 2025. Un poema sobre la vida y el tiempo. Más que un simple monólogo epistolar, El sillón K es un poema a dos voces que juega con la percepción del tiempo y la identidad. Dirigida por Paula Paz y protagonizada por Manuela Velasco y la bailarina / coreógrafa Estela Merlos, esta producción de Okapi Producciones rompe las fronteras entre teatro y danza, entre palabra y movimiento, entre lo concreto y lo abstracto.

El Teatro de La Abadía vuelve a tender un puente entre la literatura y la escena con El sillón K. Cartas desde el olvido, un montaje que recupera la figura de Carmen Conde y su apasionada, aunque unidireccional, correspondencia con la escritora neozelandesa Katherine Mansfield. Concebida como un monólogo epistolar, la obra es un diálogo con la ausencia, una conversación entre una escritora española que lucha por hacerse oír en un mundo de hombres y una autora ya fallecida, cuya sensibilidad literaria sigue iluminando a quienes la leen. A través de una fusión de palabra y movimiento, de español e inglés, la obra reconstruye un vínculo imposible y nos sumerge en el universo de dos mujeres que encontraron en la escritura su forma más profunda de expresión y resistencia.

Carmen Conde y Katherine Mansfield: dos escritoras unidas por la literatura y el tiempo

Carmen Conde (1907-1996) fue una de las voces más importantes de la Generación del 27, aunque, como tantas otras autoras de su época, quedó relegada a un segundo plano en la historia de la literatura. Poeta, novelista, dramaturga y ensayista, su labor fue incansable. En 1931 fundó, junto a Antonio Oliver, la primera Universidad Popular de Cartagena, convencida del poder de la educación para transformar la sociedad. Autora de una vasta obra que abarca desde la poesía hasta la literatura infantil, Conde hizo historia en 1979 al convertirse en la primera mujer en ocupar un sillón en la Real Academia Española, el famoso sillón K que da título a la obra. Entre sus libros más relevantes destacan Brocal (1929), Mujer sin Edén (1947), Las oscuras raíces (1977) y Empezando la vida (1980).

Por su parte, Katherine Mansfield (1888-1923) revolucionó el género del relato breve con su estilo sutil, evocador y profundamente psicológico. Influenciada por Chéjov, sus cuentos se caracterizan por una aparente sencillez que esconde una compleja exploración de los sentimientos humanos. Nacida en Nueva Zelanda, se trasladó a Londres a los 18 años, donde inició una carrera literaria marcada por su independencia y una vida personal tumultuosa. Su obra, truncada por su prematura muerte a los 35 años debido a la tuberculosis, dejó una huella imborrable en la literatura del siglo XX. Felicidad y otros cuentos (1920), Fiesta en el jardín (1922) y En la bahía (1923) son algunas de sus colecciones más célebres.

Carmen Conde y Katherine Mansfield

La admiración de Carmen Conde por Katherine Mansfield la llevó a escribirle cartas a pesar de que la autora neozelandesa ya había fallecido doce años antes. En ellas, Conde se dirigía a Mansfield como si pudiera leerlas, estableciendo una conexión íntima que trascendía el tiempo y la muerte. Estas cartas, que nunca recibieron respuesta, eran en realidad un diálogo consigo misma, una búsqueda de refugio en la voz de otra escritora a la que sentía cercana.

La puesta en escena: palabra y movimiento como un mismo lenguaje

Bajo la dirección de Paula Paz, El sillón K convierte este epistolario imposible en un poema escénico en el que la palabra y la danza se entrelazan. Manuela Velasco encarna a Carmen Conde, transmitiendo la emoción de quien escribe desde la soledad y la necesidad de compartir su mundo interior. Frente a ella, Estela Merlos da vida a Katherine Mansfield desde el movimiento, convirtiendo su danza en una respuesta silenciosa, en una presencia constante y etérea que es, a la vez, real e inalcanzable. El espectador se ve imbuido en un universo poético visual y sonoro, que le va sumergiendo poco a poco en la relación imposible, haciéndose posible con la magia de la palabra, el movimiento en el espacio/tiempo.

‘El Sillón K’_Okapi Producciones. Estela Merlos.

El montaje no sigue una estructura narrativa lineal, sino que construye un espacio onírico, donde los tiempos se superponen y las palabras se convierten en ecos de un diálogo que nunca ocurrió, pero que podría haber sucedido. El uso del español y el inglés refuerza la distancia y, al mismo tiempo, la conexión entre ambas escritoras, mostrando que la literatura es un lenguaje universal que trasciende fronteras.

Un homenaje a la amistad, la literatura y la resistencia de las escritoras

El sillón K es un espectáculo que exige atención, que invita al espectador a sumergirse en su tono elevado y profundamente literario. No es un teatro de respuestas fáciles, sino de preguntas que resuenan en la mente mucho después de que se apague la última luz del escenario. Como suele ocurrir con los grandes textos, nos persiguen en nuestra memoria, resuenan sus palabras, pensamos en alguno que otra frase, son palabras que dejan poso en nuestro intelecto. Así son los grandes textos. Acercarse al Teatro de La Abadía a ver esta obra, leer a estas dos grandes escritoras separadas por el tiempo y la distancia, pero unidas por la palabra, la poesía, la literatura y la inteligencia, no os dejará indiferentes. ¿No es eso, precisamente, lo que se busca en las artes? Que nos agiten, nos provoquen, nos conmuevan. La indiferencia sería un mal síntoma al ver una obra de arte o leer un libro; significaría que no ha cumplido su trabajo de agitador y revelador. No ocurre lo mismo aquí. El sillón K. Cartas desde el olvido nos proporciona herramientas para el diálogo interior y con los demás.

Al final, El sillón K no es solo una obra sobre dos escritoras. Es una reflexión sobre lo que significa estar vivo, sobre cómo las palabras nos trascienden y nos mantienen en el tiempo. Porque vivir y sentirse vivo no siempre es lo mismo, y a veces, como nos muestra esta obra, la escritura es el único puente posible entre ambos estados.

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