El silencio no hará que olvidemos. “Las Sepultureras” de Taina Tervonen es un título imprescindible para no olvidar la barbarie. Premio Jan Michalski 2022. Narra un viaje tan doloroso como necesario. No olvidar supone recordar a través de las historias, lo que es una guerra y procurar no repetir el error. Es tan reciente que todavía toda una generación tiene grabadas imágenes y testimonios espeluznantes de lo que ocurrió. El desmembramiento de un territorio y la división de áreas por motivos étnico-religiosos. A la población no-serbia, es decir, croatas y bosnios, se la encerró en campos, a menudo se la torturó y masacró, y se ocultaron sus cuerpos. Son esas personas las que Senem y Darija tratan de localizar hoy en día.
“Las Sepultureras” de Taina Tervonen es una obra que trasciende el simple reportaje para convertirse en un testimonio profundo y humano de las secuelas de la guerra de Bosnia. A través de los ojos de dos mujeres, Senem y Darija, Tervonen nos lleva en un viaje por los Balcanes, explorando la cruda realidad de las fosas comunes y el dolor de las familias que aún buscan a sus seres queridos desaparecidos. Taina Tervonen documenta su viaje por los Balcanes, enfocándose en Bosnia-Herzegovina, para arrojar luz sobre las fosas comunes que aún persisten como un testimonio del horror de la guerra. Tervonen sigue los pasos de Senem y Darija, dos mujeres cuya labor es crucial para la identificación de los desaparecidos y la restauración de la dignidad a las víctimas y sus familias. Cuando Taina Tervonen las conoce, ignora el alcance de las tareas que ocupan sus días. Las familias de los desaparecidos viven con un dolor constante y una incertidumbre que ha marcado sus vidas durante décadas. Tervonen recoge testimonios que revelan el profundo impacto psicológico y emocional de la guerra. Estos testimonios son desgarradores y muestran la lucha diaria por la justicia y el cierre de un capítulo oscuro de su historia.
“Unos niños juegan antes del conflicto en las calles sin preocupaciones, nadie sabe qué etnia o religión procesa el otro, hasta que empieza la guerra y cada uno comienza a saber que su amigo no es cristiano o musulmán. Anterior al comienzo de la guerra todo eso no era importante, los niños jugaban juntos sin problema”.
Son testimonios que Taina va recopilando al acompañar a Darija y Senem por el territorio, para recoger sangre y poder recopilar información para ir encontrando matches de ADN con los restos de los cuerpos desenterrados de enormes fosas comunes. Taina va escribiendo sus vivencias de forma clara sin sensacionalismos ni artificios. Simplemente describe lo que van haciendo en un trabajo tan arduo como doloroso estas dos mujeres. Bajo el paraguas de la organización para la búsqueda de desaparecidos creada por Bill Clinton en 1996 conocida por las siglas en inglés ICMP (International Commission Missing Persons). Con unos medios sumamente escasos (promesas de recursos que nunca llegan) tienen que usar la imaginación y una creatividad a raudales, sin apenas recursos económicos estas mujeres se las arreglan para hacer su trabajo. Hoy todavía vigente en funcionamiento. Pongamos un poco de contexto histórico.
La guerra de Bosnia, librada entre 1992 y 1995, fue uno de los conflictos más devastadores en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. La desintegración de Yugoslavia llevó a una serie de guerras brutales, siendo la guerra de Bosnia una de las más sangrientas, marcada por la limpieza étnica, el genocidio y las violaciones masivas de derechos humanos. Datos Numéricos del Conflicto: Refugiados: Más de 2 millones de personas fueron desplazadas, convirtiéndose en refugiados tanto dentro como fuera del país Muertos: Se estima que más de 100,000 personas murieron durante la guerra de Bosnia. Desaparecidos: Aproximadamente 30,000 personas fueron reportadas como desaparecidas, de las cuales muchas siguen sin ser encontradas o identificadas. Centrándose en la región de Bosnia el libro te hace viajar por los testimonios reales de la gente real, Bosnia libró dos frentes uno dentro del otro, Serbios y Croatas. Hay personas cuyos padres son de ambas zonas como es el caso de las protagonistas de esta historia. Así pues, se trata de un conflicto de una complejidad absoluta, dado que muchos siendo del un país son de distinta etnia o religión, tienen costumbre diferentes.
“Las Sepultureras” de Taina Tervonen es una obra poderosa que nos transporta a la cruda realidad de Bosnia-Herzegovina, una región aún marcada por las cicatrices de la guerra de los Balcanes. A través de los ojos y las experiencias que va acumulando, Tervonen nos ofrece una narrativa profundamente humana sobre la labor de exhumar fosas comunes y devolver la identidad a las víctimas del conflicto. Senem: Una antropóloga forense que ha dedicado su vida a desenterrar restos humanos en condiciones extremadamente precarias. Su trabajo va más allá de la simple exhumación, ya que implica enfrentar un pasado doloroso y manejar el impacto emocional de tratar con cuerpos en descomposición. Darija: Especialista en recolectar muestras de ADN de los familiares de las víctimas para compararlas con los restos encontrados. Su trabajo es esencial para la identificación de los desaparecidos, un proceso que requiere un delicado equilibrio entre la ciencia y la empatía humana. Las fosas comunes, que aún después de 25 años siguen sin ser completamente exhumadas, representan no solo una tragedia pasada, sino una herida abierta en la sociedad bosnia. A través de los testimonios de las familias, Tervonen revela el inmenso dolor y la lucha por la justicia que estas personas enfrentan día tras día. Las historias son desgarradoras, y la autora no escatima en mostrar la crudeza de la realidad que aún prevalece en Bosnia.
Las familias de los desaparecidos viven con esperanza que sus seres queridos estén vivos en alguna parte y una mezcla de horror sabiendo que eso es practicamente imposible. Estos testimonios son reales y así se narra en el libro, mediante diálogos con las personas en sus casas. Estas familias abren sus puertas y sus corazones, mostrando una hospitalidad extraordinaria. “Las Sepultureras” es una obra esencial para comprender las cicatrices profundas que la guerra de Bosnia dejó en sus habitantes. A través de una narrativa conmovedora y detallada, Taina Tervonen no solo documenta la labor de dos mujeres valientes, sino que también nos invita a reflexionar sobre la importancia de la memoria, la justicia y la reconciliación en un mundo que aún lucha por sanar sus heridas. Uno de los aspectos más impactantes de “Las Sepultureras” es el silencio que envuelve a las comunidades afectadas. Muchas personas prefieren no hablar del conflicto para poder convivir en paz. Este silencio, aunque comprensible, también perpetúa el dolor y la falta de cierre para muchas familias.
La Educación y el Riesgo de Reavivamiento del Conflicto
Tervonen también aborda la problemática de cómo se enseña la guerra en las escuelas de Bosnia, Serbia y Croacia. Las narrativas sesgadas y a veces peligrosamente parcializadas según la región podrían reavivar viejos odios y conflictos. La educación de las nuevas generaciones es crucial para prevenir futuros enfrentamientos y para promover una comprensión más equilibrada y objetiva de la historia reciente.
En Bosnia, los currículos escolares varían significativamente dependiendo de la entidad: la Federación de Bosnia y Herzegovina, que es predominantemente musulmana y croata, y la República Srpska, de mayoría serbia. Los libros de texto en estas regiones presentan versiones muy diferentes de los eventos de la guerra. En la Federación, se hace hincapié en las atrocidades cometidas por las fuerzas serbobosnias, mientras que en la República Srpska, la narrativa destaca las agresiones contra los serbios y minimiza los crímenes de guerra cometidos por sus propios compatriotas.
Este fenómeno no es exclusivo de Bosnia. En otros conflictos, como el de Israel y Palestina, las narrativas históricas enseñadas en las escuelas también están profundamente divididas, con cada lado presentando su versión de la historia que victimiza a su propio grupo y demoniza al otro. En Japón y Corea del Sur, la interpretación de los eventos de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación japonesa es otro ejemplo donde la educación juega un papel crucial en la perpetuación de percepciones históricas conflictivas.
La reescritura de la historia a través de la educación puede generar un sentido de victimización o heroísmo que refuerza la división y el resentimiento. Esto subraya la importancia de una educación equilibrada y objetiva que fomente el respeto y la comprensión del “otro”. Para prevenir la reavivación de antiguos odios y promover la paz, es esencial que las nuevas generaciones aprendan una versión más completa y matizada de la historia que reconozca las complejidades y las múltiples perspectivas involucradas en estos conflictos.
Taina Tervonen (1973), franco-finlandesa, vivió en Senegal hasta los quince años y habla wolof. Trabaja como documentalista y periodista independiente para publicaciones finlandesas y francesas desde hace más de veinte años. Siempre ha escrito sobre la familia, las migraciones, las historias de vida. Su trabajo ha sido reconocido con el Premio Louise-Weiss de Periodismo Europeo y el Premio Internacional True Story. Además de Las sepultureras, por el que ha recibido el Premio Jan Michalski 2022, ha escrito Les Otages, de próxima publicación en Errata naturae.
Taina Tervonen tiene un nuevo libro “Los Rehenes”:
1890. Un coronel francés entra en Segú, ciudad de África Occidental, y se apodera de un tesoro compuesto por joyas y un sable que se lleva de regreso a la metrópolis. Junto a ellos, también viajaron dos jóvenes: un niño y una niña separados a la fuerza de su entorno y «trasplantados» en Francia. A él, valeroso ya a su edad, el coronel lo encuentra blandiendo el sable para defender a su madre del ataque de las tropas; a ella la «acoge» como compañía para sus sobrinas. Tanto los objetos como los jóvenes se utilizaron para demostrar la supuesta supremacía de la civilización occidental.
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