La atención global está centrada en Oriente Medio, donde un conflicto más amplio amenaza con extenderse por la región. Sin embargo, también se están cometiendo atrocidades en Sudán, un país devastado por la guerra, que apenas recibe una mínima parte de la atención que se destina a Oriente Medio.
La situación actual en Sudán es el resultado de décadas de conflictos internos y tensiones étnicas y políticas. Tras la independencia de Sudán en 1956, el país ha vivido varias guerras civiles entre el norte, predominantemente árabe-musulmán, y el sur, de mayoría cristiana y animista. En 2011, Sudán del Sur se independizó, pero la paz no llegó.
El conflicto de Darfur (2003) entre el gobierno central y grupos insurgentes agravó la crisis, con crímenes de guerra denunciados. En 2019, la destitución del dictador Omar al-Bashir generó esperanza, pero una lucha de poder entre las fuerzas armadas y las Fuerzas de Apoyo Rápido ha sumido al país en caos desde abril de 2023. Las violaciones, asesinatos y desplazamientos masivos han escalado, mientras la comunidad internacional responde de manera insuficiente.
A pesar de la gravedad de la situación, Sudán sigue siendo en gran parte ignorado. Los crímenes son atroces: violaciones, ejecuciones en masa, 10 millones de personas desplazadas y la mitad del país enfrentándose a la amenaza del hambre.
“Es muy probable que la situación empeore”, advirtió Nicholas Kristof, periodista del New York Times galardonado que ha sido testigo directo de muchas de estas atrocidades durante sus viajes por la región.
“El mundo, en general, ha fallado en este aspecto”, señaló Kristof. “Eso incluye prácticamente a todos: al periodismo, a las celebridades, a los líderes del G7, al secretario general de la ONU, e incluso a los líderes africanos. Y, por supuesto, también al gobierno sudanés y las dos facciones principales en conflicto”.
Kristof conversó con Elissa Miolene en la Asamblea General de la ONU, donde los diplomáticos instaron a un mayor apoyo humanitario para Sudán y a negociaciones de paz entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido.
Aunque Estados Unidos ha comprometido 424 millones de dólares en ayuda humanitaria adicional, la reunión no produjo el tipo de presión real y constante que Kristof considera necesaria para generar un cambio.
“Esta situación no es inevitable”, subrayó el columnista. “Con la voluntad política adecuada, se podrían obtener mejores resultados”.
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