Nicola Luisotti dirige su noveno Verdi en el Teatro Real con una lectura que equilibra lirismo y vigor. El 19 de septiembre marca el inicio de la 29ª temporada con la reposición de la producción de David Alden, donde Shakespeare y Verdi se encuentran en la fragilidad del amor y la fuerza de la duda.
Se ofrecerán 12 funciones de la ópera, entre el 19 de septiembre y el 6 de octubre, enmarcadas en el homenaje a Shakespeare, uno de los ejes temáticos que vertebran la presente temporada. El 25 de septiembre será emitida en directo en la Plaza de Isabel II y también en Mezzo TV, Medici TV y My Opera Player.

Este Otello, de Giuseppe Verdi, en una producción de David Alden que ya se había estrenado en 2016 en coproducción con la English National Opera y la Ópera Real de Estocolmo. No se trata solo de una reposición: es el arranque de un curso lírico que sitúa a Shakespeare como eje inspirador, con varias obras y un ballet que orbitan en torno a su legado. Y no es casualidad que sea Otello la elegida: pocas óperas conjugan con tanta fuerza la música de Verdi, la poesía de Arrigo Boito y la tragedia universal de los celos.
La génesis de esta obra maestra es, en sí misma, parte de su leyenda. Tras el estreno de Aida en 1871, Verdi parecía haber puesto fin a su carrera operística, retirado en un silencio que preocupaba a sus admiradores. Fue el editor Giulio Ricordi quien, con tenacidad casi obsesiva, logró persuadirlo para volver. Y lo hizo con Shakespeare como anzuelo y Boito como aliado. Así nacieron las dos últimas y más profundas óperas del maestro: Otello y Falstaff. En la primera, Verdi condensa la tradición italiana en un lenguaje renovado, donde arias, dúos y recitativos se funden en un continuo dramático sin fisuras. La orquesta se convierte en respiración del alma: densa, contenida, y al mismo tiempo abrasadora.

El libreto de Boito reduce el peso del racismo y lo desplaza hacia un terreno más universal: la inseguridad de Otello, sus dudas, su soledad, su convicción de ser indigno del poder y del amor de Desdémona. Una fragilidad que lo hace vulnerable a la telaraña que Iago teje con un comentario venenoso. Y aquí surge la pregunta que resuena con fuerza en nuestra época: ¿qué clase de amor es aquel que se derrumba con una sola duda? ¿Qué voluntad es la del hombre que, con apenas una insinuación, se precipita en la tormenta de los celos sin detenerse a pensar? Otello no es tanto vencido por Iago como por su propia debilidad. En ese descenso, la ópera se vuelve espejo incómodo de nuestra realidad: cuántas veces, todavía hoy, el amor se convierte en escenario de violencia y destrucción.
En esta tragedia, el personaje de Desdémona adquiere una dimensión que trasciende la idea de simple víctima. Como subrayó Asmik Grigorian en la rueda de prensa, “Desdémona no es una víctima como tal: ella tiene un corazón enorme, puro, ama a Otello y es dueña de su destino”. Esa percepción se condensa en una de las frases más sobrecogedoras del libreto: cuando le preguntan “¿quién te ha hecho eso?”, ella responde: “yo misma”. Hay en esas palabras una aceptación casi mística de lo inevitable, como si intuyera (sin saber quién o qué ha pasado) que los hilos envenenados que Iago ha tejido no tienen ya desenlace posible. Muchas víctimas, en distintos contextos, parecen presentir ese fatal destino y aun así lo abrazan con una resignación que estremece. Tal vez Desdémona, al ver la enajenación de Otello, comprendiera que ya no existía un retorno: que los celos habían destruido para siempre la confianza y convertido el amor en un territorio imposible. Porque la duda, una vez inoculada, es como un veneno que nunca se extingue del todo; un hongo, una quemadura, una cicatriz que marca para siempre. Desdémona sabe esto, y por eso su silencio final resuena con la fuerza de lo irremediable.
La puesta en escena de David Alden acentúa esa visión interior, con un espacio sombrío diseñado por Jon Morrell: una ciudad mediterránea en ruinas que envuelve a los personajes en la penumbra de la tragedia. Allí, el fuego aparece como metáfora mística y terrenal: fuego de amor, de deseo, de celos, de destrucción. Esa llama que enciende la pasión es la misma que consume, que arrasa, que deja cenizas.

En lo vocal, Otello es una de las cimas del repertorio. No hay más de cinco tenores en el mundo capaces de asumir el papel por su brutal exigencia vocal y emocional. El debut de Brian Jagde fue uno de los grandes alicientes de este estreno: su Otello resulta poderoso, con una voz que combina proyección heroica y vulnerabilidad interior. A su lado, Asmik Grigorian encarna una Desdémona de enorme lirismo, capaz de conmover con cada matiz, especialmente en la estremecedora “Canción del sauce” y el Ave Maria final, momentos de emoción pura sin caer en sentimentalismo. El segundo reparto, con Jorge de León, Angelo Villari y Maria Agresta, ofrece también una lectura sobresaliente, confirmando la riqueza de esta producción. Y junto a ellos, un elenco sólido —con Gabriele Viviani, Vladimir Stoyanov y Franco Vassallo alternándose como Iago—, el Coro Titular del Teatro Real dirigido por José Luis Basso y los Pequeños Cantores de la ORCAM completan una función de gran nivel.
Otello no es solo un drama de Shakespeare, ni siquiera solo una obra maestra de Verdi: es una advertencia sobre lo frágil que puede ser el amor cuando se envenena con la desconfianza. Una lección sobre la vulnerabilidad humana, sobre cómo la envidia y la manipulación pueden quebrar lo más sagrado. Verdi lo expresó con música abrasadora, Shakespeare con palabras inmortales. El Teatro Real lo recuerda ahora, en este inicio de temporada, con una producción que resuena más allá del escenario. Porque la llama de los celos sigue ardiendo en el corazón humano, y quizá la ópera nos ofrezca un modo de mirarla de frente, con la distancia del arte, pero con la intensidad de lo eterno.
ACTIVIDADES ALREDEDOR DE OTELLO
25 de septiembre, a las 19.30 horas | Plaza de Isabel II
RETRANSMISIÓN EN DIRECTO: Otello será retransmitida en directo en la Plaza de Isabel II, en Mezzo TV, Medici TV y en la plataforma del Teatro Real, My Opera Player.
30 de septiembre, a las 19.30 horas | Recital de Asmik Grigorian
RECITAL: Asmik Grigorian, Desdémona en las funciones del primer reparto, junto con el pianista Lukas Geniušas ofrecerá un recital íntegramente dedicado a canciones de Chaikovski y Rajmáninov.
6 de octubre, a las 11.00 y a las 13.00 horas | REAL TEATRO DE RETIRO, Sala Pacífico
MÚSICA EN FAMILIA: ¿Te suena… Otello?
Taller de introducción a la música clásica para todos los públicos, dirigido y presentado por Fernando Palacios.
Participan la soprano Paula Malagón y la pianista Carolina Hernández.