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Parejas

Cambiar de opción sexual para dejar a mi pareja tóxica.

Vivir en pareja (sea de la linde sexual que sea) es harto complicado, pero si encima tu pareja es un depresivo pertubado con tintes psicóticos, ya ni te cuento. Este es el caso de la siguiente historia de «Parejas». Y es que esto pasa más a menudo de lo que pensamos. Cambio de opción sexual para «minimizar» el impacto (raro ¿verdad?) del abandono de la persona con la que se convive en ese momento.

Y es que parece menos infiel, si por quien dejas a tu pareja es una persona de tu mismo sexo. En principio. Cambiamos nombres aquí para contaros este caso, que seguro es un ejemplo de tantos y tantos. Pongamos una situación donde tu madrastra te busca un novio cuando tienes 18 años por ser una persona (según ella) a quien le cuesta relacionarse y tener novio ya es; misión imposible. Digamos que ese novio es el hijo de un familiar de tu madrastra quien, también tiene problemas para relacionarse y tener novia sería; imposible. Pues este es el punto de partida de nuestra historia. Lo que en lengua castellana se llama, «un roto para un descosido». El comienzo de este idilio es ya de traca barraca. Una madrastra, un psicótico, un familiar con problemas y la novia asocial. Todo parece indicar que los dos van a estar toda la vida juntos, dado que si ya es difícil que encuentren pareja, menos probabilidad ya hay de que tenga la proactividad y la energía moral de dejarse el uno al otro. La familia (de ambos) respira aliviada por que han «matado dos pájaros de un tiro».

Pasan los años, pues no vamos aquí a dar cuenta de los pormenores, y los dos pájaros siguen juntos. El plan ha funcionado. Casi 20 años de acoplamiento «perfecto» para los demás y para el psicótico. Llamémosle Brian. A la protagonista realmente de esta historia, la novia, la vamos a llamar Claudia. Brian y Claudia, viven un apartamento que han comprado entre los dos. Por casi 20 años Claudia ha adoptado los gustos y psicosis de Brian, engañándose a ella misma que él la apoya en todo y en contra de su madratra mala, a quien Brian, de repente, odia a muerte sin poder dar razones contundentes de ese odio (como hacen los psicóticos). Pasan los años uno tras otro como si nada, el tiempo horrible que tienen a sus espaldas no parece abrir los ojos de Claudia, quien, a pesar de las advertencias más o menos directas de su entorno, diciéndola que Brian es un poco «raro», ella no parece enterarse, o no quiere admitirlo. Claudia vive con un «niño» de más de 2 metros de estutura, que cuando te mira (de forma normal y relajada) piensas que va a sacar una motosierra y te va a cortar en pedazos. Brian tiene muchas necesidades. Requiere mucha atención, año tras año, eso agota, hasta a la persona más paciente y miedosa de tomar decisiones del mundo, llega a un punto de no retorno.

Claudia intenta en su cabeza en los últimos (digamos 2 años) buscar una forma de quitarse a Brian de encima (casi literalmente) pues éste siempre esta detrás de Claudia en cada paso que ella da. Dejarle así sin más no es posible. Hace un tiempo lo medio intentó y Brian amenazó con suicidarse, casi casi llevando a cabo la amenaza. ¡Claro! Ésto ata una soga al cuello de Claudia. ¡Qué responsabilidad! ¡Qué remordimiento! Lo deja pasar. La vida sigue. Injusto que uno siempre tiene que silenciar su dolor, su deseo, su voluntad, su vida, en definitiva para que el otro sea medianamente «feliz». Injusto. Pero si hay algo cierto, es que somo seres humanos y nos llevamos por los impulsos (a veces irracionales) del corazón, los cuales nos salvan de la razón, que a veces es demasiado precavida y aguafiestas.

Una ruptura siempre es difícil, dolorosa e inconveniente. Si además, le añadimos algún ingrediente más como la inestabilidad mental y la falta de arrojo emocional, el cóctel ya es más amargo se traga mal. Claudia ve que dejar a Brian así como así, no va a ser viable. La reacción poco edificante de este sujeto la pone el miedo en el cuerpo. ¿Qué sucede entonces? Es aquí que no sabemos, y también es este punto siguiente, lo que psicológicamente nos parece interesante, si es una forma inconsciente o pensada para minimizar el daño. Claudia (premeditado o inconsciente) busca una forma de que la «píldora entre mejor con un poco de azúcar». Claudia «se enamora» de otra mujer.

Veamos… La mujer que entra en discordia. Vamos a llamarla, Berta. Berta está en otra relación tóxica, con un hombre y tiene una hija preadolescente. A uno ya esto, le da qué pensar. ¿Entonces también Berta (ahora la lesbiana) se enamora de una mujer para dejar a su pareja masculina? Podría ser también otra válvula de escape. Podría ser que estas dos mujeres fueran lesbiana durante mucho tiempo atrás, quizá desde siempre y como ocurre en la sociedad actual, se hayan dejado llevar por lo «políticamente correcto» y menos impactante para los demás. Hayan compartido sus vidas con hombres que no amaban sólo quizá sentían un poco de cariño y tampoco era tan malo en ese momento del idilio. Pero, ¿viente años!!? Resulta increíble, como poco. Pero es que la vida es a veces un túnel negro y oscuro donde no se ve muy bien el futuro de opciones y menos su advenimiento. En este túnel negro, oscuro que es la vida, damos «palos de ciego» buscando salidas hacia adelante. Claudia está ahora en uno de esos toques de palo, buscando su luz al final del túnel. ¿Qué hace? El miedo que tiene en el cuerpo por la reacción de Brian es brutal, ni corta ni perezosa, rara decisión para los que no conozcamos a Brian, Claudia se dirige a la casa de sus padres (de él) para comunicarles a ellos primero que va a dejar a su hijo, que tiene un temor horrible a que reaccione de la peor manera, que la decisión ya está tomada y que ellos tienen que ayudar y responsabilizarse (al fin y acabo son ellos que lo han educado, no?).

Después de esta maniobra de primero informar a los padres de Brian la semana anterior. Claudia se dirige a su apartamento una tarde cualquiera de un martes después del trabajo con la determinado de decírselo a Brian, sin dilación de un día más. Abre la puerta con cuidado, entra, se quita los zapatos y se dirige al salón. Ahí esta él sentado en su sillón de cuero negro fabricado a su macro-tamaño. Brian la mira extrañado que tenga aún el abrigo puesto y su portadocumentos colgado al hombro. Ella, exclama como siempre las quejas del día de rigor como si nada, se quita el abrigo se despereza y pone la tetera a hervir. ¿Quieres tú uno? — NO, respuesta seca y contundente de Brian, quien no parece estar de buen rollo. ¡Qué raro! (ironía total). Pues el campo no está muy arado que digamos para ponerse a sembrar ahora…

Unas semanas más tarde, por fin, sin pensarlo Claudia se lanza a hablar. Le dice todo a Brian, todo. Él conoce Berta, ésta es compañera de trabajo de Claudia y algún día han tomado algo juntos. Al principio, como quien no se cree lo que está pasando, Brian propone que Berta se vaya a vivir con ellos dos al apartamento. Una extraña reacción por su parte, piensa Claudia. Claro, esto no es posible ni deseable para ellas dos. La idea también es perderle de vista. Él en su ceguera negación, sigue pensando que esto es una fase y que realmente es prácticamente imposible que Claudia quiera dejarle. Como no entra en razón, deciden dejarlo estar unos días más a que la idea macere en el cerebro de Brian.

Ya una vez que Brian se ha enterado de lo que está pasando, clambia radicalmente su comportamiento y se vuelve agresivo, no quiere ver a Berta ni en pintura. Claudia propone que él se quede en el apartamento que ella no desea que lo pase mal. Ella se irá con Berta a uno de alquiler. Es que la culpabilidad es muy generosa. Luego el tiempo pasa y uno se arrepiente de haber sido así. La culpa nos pone un peso inaguantable encima que no nos deja ver que en el futuro no muy lejano, todos superamos todo y Brian estará bien y con un apartamento para él solito tan tranquilo. Cuando Claudia, estará pagando un alquiler en otro teniendo sus derechos en su apartamento que la culpa no le dejó negociar con sensatez.

…..continuará…. aún está en proceso.

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