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Ópera

Strauss con su «Capriccio» en el Real de Madrid

¿Qué es más esencial, la letra o la música? En la lucha de todas las artes; ¿cuál de ellas es la esencia de un todo? «Capriccio» de Richard Strauss. Teatro Real

Ópera de Richard Strauss. Podrán disfrutar de esta bella partitura desde 27 de mayo y el 14 de junio, el Teatro Real ofrecerá nueve funciones de una nueva producción de la ópera Capriccio, que se presentará por primera vez en el escenario madrileño, en coproducción con la Opernhaus de Zürich y la Göteborg Opera. Capriccio, última ópera de Strauss, con libreto de Clemens Krauss y del propio compositor inspirado en una idea de Stefan Zweig, propone una reflexión sobre la importancia que debe tener en la ópera la palabra en relación con la música.

La partitura, escrita durante la segunda guerra mundial, parece ajena a las heridas de Europa, recreando una velada de esparcimiento, a mediados del siglo XVIII, en el ‘château’ de una condesa viuda, cuyas atenciones disputan un poeta y un compositor. La orquestación, compendio de la maestría de Richard Strauss, acompaña brillantemente la prosodia y el contenido semántico de las palabras proyectando sus multiples sentidos. En esta ocasión la ópera no tiene descansos, son dos horas y pico seguidas, que al principio puede parecer mucho, pero que, por el contrario la música y el argumento, la letra y la música ;-), con momentos sublimes de melodía y poética, hacen que no pierda interés el hilo conductor de la historia que nos cuenta.

Más allá de la diatriba de elección entre música y poesía, la condesa se debate entre dos pretendientes, músico y poeta que cortejan a la mujer. Para ella elegir entre uno u otro es perder la música o la poesía, elegir supone renunciar a algo o a alguien, y ella no está por esa labor. Entreteniendo así a ambos pretendientes, dándoles largas con argumentos para que vean que juntos son mucho mejor, animándoles a que trabajen juntos en una obra. Así pues, es una genialidad poner el trío amoroso dentro y como parte de la lucha de las Artes.

Entre tanto, pasan muchas cosas en escena. La evaluación de las artes en sí mismas, la danza, la pintura, la ópera. Ésta ópera trata de hacer ésta ópera, buff! si si, ¡qué lio! ¿no? Nos explicamos, en el libreto, todos ellos cantan (ópera por supuesto) pero en el texto argumentan sobre este arte, que auna a la perfección el verso poético y la música, criticando su fin y su efectividad como arte. Deciden entonces que para demostrar que música y letra van unidos, la Condesa resuelve en hacer una ópera con motivo de su cumpleaños. El director de escena (que además reivindica su importancia y esencialidad), busca una temática para esta ópera, de guerra o mitología, quizá sobre la época en la antigua Roma…. Al final, deciden hacer una ópera sobre «hacer un ópera» cuestionando el arte. Genialidad, una especie de «Meta-ópera». El género operístico va al psicoanalista para enterderse a sí mismo.

La Condesa se enfrenta a sus fantasmas del futuro, pasado… Un dickensiano guiño al argumento, donde comienza a ver en lo más profundo de su corazón la soledad del arte y del genio. No se puede prescindir de nada, pues todo arte expresa y llena un hueco fundamental para el alma humana. No lo pueden expresar mejor las palabras de Joan Matabosch director artístico del Teatro Real en su texto acerca de Capriccio.

En un libreto que burbujea de ironía, el conflicto amoroso de “Capriccio” no hace más que redoblar una controversia estética sobre la propia ópera. Se discute de filosofía; se cita a Pascal; se recita Ronsard; se bebe chocolate en el salón; se defiende el placer puramente sensitivo de “lo italiano”; se debate sobre los empresarios, los gustos y las expectativas del público teatral; y cuando los criados se quedan solos, comentan lo que han escuchado, se indignan de que sus amos tengan gustos artísticos tan avanzados, y apuestan escandalizados a que llegará el día en que habrá quien se atreva a hacer salir a los criados en las óperas. Mientras, el público queda fascinado de ser incluído en un efervescente debate sobre estética que logra convertirse, al mismo tiempo, en una intriga romántica. Joan Matabosch

Capriccio es una ópera con una temática muy intelectual que nos embauca por la gran plasticidad de sus cantantes, que hablan cuando hay silencios, nos expresan mucho en esos momentos de música donde caminan y se miran en escena contando la historia. Esos silencios son parte de esa poética con el sonido musical. Estás ahí mirando entregado, esperando el canto, expectante a: ¿qué va a pasar? El vestuario es exquisito, muy cuidado, la escenografía minimalista neoclásica con ciertos toques modernos sin demasiados elementos, pues la importancia está en la música y el la palabra.

Asher Fisch (director musical); soprano Malin Byström (La Condesa Madeleine); Christof Loy (director de escena); bailarina Elisabeth Mcgorian (Condesa mayor); bailarina Clara Navarro (Condesa niña).

En el Teatro Real de Madrid, la podéis disfrutar desde 27 de Mayo al 14 de Junio. ¡Nos vemos en los Teatros! BGD 😉 Has prontito.

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