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Teatro

Escalofriante texto, excelente interpretación.

«José K torturado» en el Teatro La Abadía del 21 de Febrero al 10 de Marzo. Una reflexión sobre la tortura. Los límites que justifican la violencia son borrosos.

Un texto escrito del desaparecido periodista Javier Ortiz y en esta ocasión dirigida por Carles Alfaro. Una puesta en escena radical e impactante, realista y magníficamente interpretada por Iván Hermes. Esta representación es tan atrevida como necesaria. Poner al espectador en la encrucijada de la «verdad» relativa a la psique de un terrorista. No justificable en absoluto pero al mismo tiempo fundamental es oir esa voz del monstruo que es un terrorista.

El origen de este impactante texto está en una intervención de Javier Ortiz en las Jornadas «Diez años contra la tortura» en Centro Cultural del Conde Duque el 29 de Marzo de 1996. Intervención que gestó lo que en la actualidad verán en La Abadía Teatro; «José K torturado».

Si preguntáramos hoy día a la sociedad occidental acerca de la moral y la ética detrás de la tortura y si es legítima en casos extremos, así como su prohibición, la respuesta sería sorprendente sin duda. La cuestión es si existe una doble moral acerca de la tortura. Y si hay realmente un debate abierto claro y sin tapujos acerca de la tortura en la opinión pública. La respuesta ahí es segura; NO. La idea detrás de la tortura es la protección de la sociedad y de la paz. Después de los atentados del 11S, es inevitable pensar en estos acontecimientos para tratar este tema, aunque la tortura ha existido desde la organización del «Estado».

El monopolio del Estado del manejo de la fuerza y la violencia, está en su propia definición. Pero, ¿y la legitimidad de quienes ejercen esa violencia? Es muy personal, un policía es un ser humano también al fin de cuentas. Con sus filias y fobias como todos, es quien se encargan de hacer el trabajo sucio para protegernos a todos. Pero, a veces también va demasiado lejos. ¿No creen? El torturador, tortura con la legitimidad de «ley». Por lo tanto, hay un hueco por donde se cuela cierta indiscriminalidad, que requiere de un estado psicológico extraordinariamente riguroso que no siempre (por no decir casi nunca) se cumple. Dada la contradicción intrínseca en el concepto rigor psicológico y tortura.

Iván Hermes

No es una cuestión fácil, de ahí la valentía del texto y de la propuesta de escena de Carles Alfaro. Imaginemos en un páis determinado, la Policía ha detenido a un terrorista «K», éste no se corta a la hora de reconocer el odio a la Humanidad. Además, ha puesto un artefacto explosión de gran impacto en una plaza donde se va celebrará un acto político con personalidades, donde asistirán miles de personas. La explosión es inminente y la Policía tiene que sacarle la información antes de la detonación de la bomba. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerle hablar? ¿Buscar la bomba? absolutamente, pero, las posibilidades de encontrarla son mínimas. ¿Desalojar la plaza? El tiempo está en la contra. Estas son las bases de la polémica en torno a la tortura. Ahora bien…..

¿Es la tortura un medio efectivo para alcanzar la paz así como la erradicación del terrorismo y/o el crimen internacional? Como decíamos antes, la mayoría de los ciudadanos aceptaría que se torturara a alguien en casos de que, con esa tortura accediéramos a una información que salvara a miles. Pero, ¿dónde se trazan la líneas de la tortura (qué tipos y en qué casos)? La mayoría de la gente no sabe nada de este tema, si se tortura en sus países y en qué casos. El Estado se vale de unas herramientas muy efectivas como es el miedo para justificar ciertos métodos en casos particularmente llamados «extremos».

En esta valiente propuesta el espectador tiene la oportunidad de oir la voz del terrorista, del monstruo, del asesino. Sus orígenes, sus motivos, su verdad, su odio, su implicación y su humanidad. Nos pone enfrente de un ser humano que ha llegado al punto de matar a miles de inocentes, librando una guerra individual contra el sistema. Escuchamos sus motivos, no significa que los justifiquemos, para nada. Pero, ¿tan malo es escuchar a un monstruo? quizá nos acerque a entender (otra vez, que no justificar) para así poder atajar el problema. En la obra también se apela a ley, fundamentándose en el Art. 1 de la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.

Iván Hermes interpreta este duro texto y puesta en escena brutal. Tan realista como electrizante, cuenta en escena con una caja de un metro cuadrado por 1.5 metros de alto, es una celda real de aislamiento. Iván desnudo maniatado habla «sólo» consigo mismo y con los torturadores. No queremos hacer «spoilers» así pues, vayan a La Abadía a ver esta representación que no les dejará indiferentes y como poco abrirá una duda razonable sobre la efectividad de la tortura. Sabiendo que un ser humano bajo tortura (sea o no culpable) puede confesar lo que sea con tal de que cese el dolor. Contar que hay un encuentro con el público el día 6 de marzo al finalizar la función con el equipo artístico.

Con José K, torturado Javier Ortiz lanza una pregunta directa; ¿está justificada la tortura si su utilización sirve para evitar la muerte de una gran cantidad de personas?

Id a verla. Recomendable BGD! hasta pronto 😉

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